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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 3 de abril de 2015.

Este artículo analiza el crecimiento de las tensiones entre el mundo occidental, por un lado, y Rusia, por otro, reavivando la Guerra Fría, lo que puede tener consecuencias enormemente negativas para el continente europeo. El artículo señala que las políticas del Departamento de Estado de los EEUU, cuya sección europea está dominada por la ultraderecha heredada del gobierno republicano anterior, están intentando reavivar la Guerra Fría, respondiendo a los intereses del complejo industrial-militar.

Antes de comenzar este artículo me siento en la necesidad de hacer una aclaración a fin de evitar que se me ponga en una casilla a la cual no pertenezco. Fui declarado persona non-grata en la Unión Soviética, resultado de haber escrito un libro muy crítico sobre aquel Estado, lo cual causó que el gobierno Brezhnev prohibiera mis libros en aquel país. Mi crítica de la nomenclatura del Estado soviético, que hoy controla el Estado ruso, es bien conocida en la cultura anglosajona.

Pero me parece un enorme error las políticas que el Departamento de Estado de EEUU y el establishment europeo que gobierna la Unión Europea están siguiendo en sus relaciones con Rusia. En realidad, no hay plena conciencia en Europa del resurgimiento en EEUU de aquellas voces que en su momento quedaron desplazadas del establishment político estadounidense, como consecuencia del colapso de la Unión Soviética y de la desaparición de su enemigo. Estas voces están ahora intentando recuperar al enemigo, presentando a Rusia como el nuevo enemigo, que es, ni más ni menos –según tales voces– que el mismo, pero reciclado. El objetivo de estas posturas es continuar la Guerra Fría, tomando las tensiones en Ucrania como punto de recuperación de aquel conflicto.

Para ello es necesario presentar a Rusia y a su actual gobierno, liderado por el Sr. Putin, como los únicos responsables de las tensiones que están ocurriendo en Ucrania. He analizado en otros artículos los mayores componentes de esta campaña estadounidense, que han incluido, por una parte, la demonización del enemigo, es decir, del Sr. Putin y de su gobierno, paralelamente a un intervencionismo en los asuntos internos de Ucrania, para de este modo asegurarse que el gobierno que aparezca tras estas tensiones sea afín, próximo y maleable a los intereses del gobierno federal de EEUU.

Como parte de esta campaña han ocurrido varios hechos que, directa o indirectamente, han sido generados y/o influenciados por las fuerzas favorables a la reavivación de la Guerra Fría dentro del gobierno de EEUU, incluyendo el golpe de Estado en Ucrania que terminó con un gobierno democráticamente elegido, y sustituido por un gobierno en el que, en lugar prominente, figuraban representantes de partidos de ultraderecha (de ideología nazi) que habían colaborado con los nazis alemanes en su lucha contra la Unión Soviética (lo que le costó a esta última 22 millones de muertos). Añádase a esto que el nuevo gobierno diluyó el protagonismo que el idioma ruso había tenido en Ucrania (reflejo de que gran parte de la población de este país se consideraba culturalmente rusa).

Como era lógico y predecible, estos actos tuvieron como consecuencia la respuesta rusa, desde la invasión de Crimea hasta el apoyo, en principio bastante limitado y más tarde más extenso, a los rebeldes prorrusos que deseaban más autonomía como defensa frente al nuevo gobierno de clara orientación antirrusa. Es importante subrayar que algunos de los arquitectos de la Primera Guerra Fría, tales como Henry Kissinger, alertaron que todas estas medidas, iniciadas por la facción más derechista del Departamento de Estado del gobierno federal de EEUU (que controlaba la sección europea del Departamento), generarían este tipo de respuestas por parte del gobierno Putin, respuestas que se acentuarían incluso todavía más, como consecuencia de la posible integración de Ucrania en la OTAN. Estos protagonistas de la Primera Guerra Fría han criticado y denunciado a los proponentes de la Segunda Guerra Fría y a sus políticas de provocación al gobierno Putin.

La oposición de los arquitectos de la Guerra Fría 1 a la Guerra Fría 2

Una de estas voces es William R. Polk, que, en su día, fue asesor del presidente Kennedy y una pieza clave de su equipo cuando lideró la respuesta al establecimiento de misiles en terreno cubano durante el gobierno Kruschev en la URSS. William R. Polk fue uno de los miembros del equipo que asesoró al Presidente durante la crisis de los misiles, que puso al mundo al borde de un conflicto nuclear. En un artículo publicado en CounterPunch el Sr. Polk critica el comportamiento del gobierno estadounidense actual al querer integrar Ucrania en la OTAN, un acto semejante –según él- al del Sr. Kruschev cuando intentó poner las bases nucleares en Cuba. Era un acto de provocación del gobierno soviético al gobierno de EEUU, que podía haber llevado a una guerra nuclear. De ahí que el Sr. Polk propusiera al Presidente Kennedy que ofreciera como pieza de intercambio la retirada de los misiles estadounidenses en Turquía, cosa que hizo el Presidente, y que el Presidente Kruschev aceptó. Y ello contribuyó a terminar la crisis de los misiles. El Sr. Polk considera que querer integrar a Ucrania en la OTAN es igualmente provocador, y que predeciblemente está creando unas enormes tensiones, iniciadas ahora, según él, por el gobierno federal de EEUU.

Y así lo han considerado muchos otros artífices de la política exterior de EEUU que, por cierto, están también en contra de las sanciones económicas del mundo occidental contra Rusia, las cuales están alienando al pueblo ruso, facilitando y estimulando un distanciamiento de Rusia respecto de Europa, y, es más, un acercamiento a China, que va en contra de los intereses europeos y estadounidenses. ¿Cuál es, pues, la lógica de esta agresividad?

Por sencilla que parezca, la motivación del grupo de ultraderecha estadounidense, heredada del gobierno republicano anterior –que sigue controlando la sección europea del Departamento de Estado-, es, además de recuperar su propia influencia, mantener la imagen del “enemigo”, esencial para mantener el complejo militar-industrial, que todavía tiene un enorme poder en EEUU. Es de una enorme torpeza de los establishments europeos hacerle el juego a la ultraderecha de EEUU, pues el conflicto está tomando lugar en territorio europeo, con el peligro de que se transforme en un conflicto nuclear. Nunca debería olvidarse que los mayores conflictos de tipo militar (I y II Guerras Mundiales) se iniciaron por eventos que se consideraron menores, pero estos escalaron rápidamente. Y esto podría ocurrir ahora. Esperemos que los gobiernos europeos hayan aprendido la lección. Pero no estoy seguro. Estos gobiernos están dando muchas señales de que no han aprendido de la historia de este continente.

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