Publicado en SISTEMA DIGITAL, 30 de octubre de 2009.
Este artículo critica algunas de las teorías económicas que se han utilizado para explicar la enorme polarización de las rentas, causa de la crisis económica y financiera. Argumentos como la globalización económica ignoran las causas políticas que configuran la manera como la globalización económica ha tenido lugar. Las causas de la polarización de las rentas han sido las políticas públicas liberales, promovidas por el mundo empresarial (y sobre todo el financiero) para optimizar sus intereses, a costa del mundo del trabajo.
Si ustedes leen la prensa económica de mayor difusión en España (incluyendo las secciones económicas de los cinco rotativos más importantes del país) apenas verán artículos que tocan las causas reales de la Gran Recesión, es decir, la enorme polarización de las rentas que ha ocurrido en la mayoría de países de la OCDE, y muy en particular, en EEUU, como consecuencia de la aplicación de las políticas liberales iniciadas por el gobierno federal de EEUU del Presidente Reagan y por el gobierno Thatcher de Gran Bretaña, y continuadas por los gobiernos de Bush padre, de Clinton y de Bush hijo en EEUU, y de Tony Blair y de Gordon Brown de Gran Bretaña, así como por los gobiernos de Lionel Jospin en Francia, Romano Prodi y Silvio Berlusconi en Italia, Gerhard Schröder y Angela Merkel en Alemania, y José Mª Aznar en España, así como por los dirigentes de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso y por el equipo económico de tal Comisión liderado por el Sr. Pedro Solbes (como Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios). Estas políticas incluían; 1) la reducción de impuestos y gasto público; 2) la desregulación de los mercados laborales, comerciales y financieros, y 3) la reducción de los beneficios sociales y laborales. Cada una de estas políticas contribuyó a la enorme polarización de las rentas, beneficiando las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo. La evidencia de ello (ignorada cuando no silenciada en aquellos medios de información) es abrumadora (ver Navarro, V. (ed.) Globalization, Neoliberalism and Inequalities. Baywood. 2008).
En realidad, hay que remontarse a los años posteriores a 1929 (del crash de Wall Street) para encontrar polarizaciones de renta tan acentuadas como ahora. En 1979, el uno por ciento de la población que pagaba impuestos en EEUU recibía el 8% de la renta nacional. Tal porcentaje había subido en el año 2007 a un 18% de la renta nacional. Y si se incluyen las rentas recibidas por aquel 1% de la población de renta superior, como consecuencia de su propiedad de acciones, los porcentajes aumentan de un 10% en 1979 a un 23% en el 2007. Existe una enorme concentración tanto de la renta como de la propiedad, en los sectores superiores de renta del país, alcanzando una polarización sin precedentes desde la Gran Depresión.
¿Por qué el incremento de la polarización?
Las escuelas económicas dominantes han explicado esta polarización de las rentas como resultado de dos hechos. Uno es la introducción de nuevas tecnologías en la actividad económica, que ha dado mayor valor al conocimiento y a las cualificaciones de los trabajadores. En este escenario teórico, el incremento de las rentas superiores se percibe como consecuencia de la importancia que adquiere la formación de los trabajadores en una economía necesitada de personal cualificado. Todo el proyecto intelectual-político de establecer la “sociedad del conocimiento” (promovida por la estrategia de Lisboa del año 2000) estaba basado en esta interpretación de la realidad. Puesto que a mayor educación/ formación, mayor salario, había que invertir en educación y formación. Era un esquema fácil de entender y fácil de llevar a cabo. Según tal argumento, lo que tenía que hacerse para disminuir las desigualdades sociales y prevenir la exclusión social era dar formación a la fuerza laboral. Este mensaje ha sido muy poderoso en estos últimos años.
La segunda explicación que se ha dado de la creciente polarización de rentas era el fenómeno de la globalización, que estaba relacionada con la explicación anterior. Los trabajadores no cualificados en los países ricos competían con los trabajadores no cualificados del tercer y cuarto mundo, forzando sus salarios y condiciones de trabajo a la baja. Esta situación ocurría bien a través de la globalización de la actividad económica (incluyendo la deslocalización de las empresas, trasladándose a países del tercer o cuarto mundo) o mediante la movilidad internacional del trabajo, es decir, la inmigración. Según tal explicación, la globalización ha llevado a un empobrecimiento masivo de los sectores laborales de escasa formación, distanciándose sus rentas de los sectores laborales cualificados menos afectados por tal fenómeno de la globalización.
La despolitización del fenómeno económico
A primera vista parece que ambas explicaciones son creíbles: parecen razonables. Ahora bien, el problema que tienen es que ambas explicaciones despolitizan lo que es un fenómeno profundamente político. Asumen que la importancia del conocimiento y de la globalización como factores causantes de la enorme polarización de las rentas (y de la propiedad) son factores exógenos a la sociedad (algo que viene dado de fuera de la propia sociedad) sin que se vean consecuencia del desarrollo de los conflictos internos existentes en cada sociedad. Tales argumentos representan la apolitización del fenómeno económico, lo cual es un obstáculo para entender lo que ocurre en la sociedad y, poder intervenir para cambiarla. Tanto la introducción de nuevas tecnologías como la globalización, ocurren dentro de contextos políticos específicos que configuran cómo, cuándo y con qué consecuencias ocurre cada uno de estos fenómenos. En otras palabras, tales fenómenos no son las causas de la polarización de rentas sino los síntomas de unas relaciones de poder, que son las causas reales de tal polarización. Veamos los datos.
La reducción de las desigualdades de renta en EEUU que tuvo lugar desde los años treinta a finales de los años setenta fue resultado de la fuerza del movimiento obrero en aquel país. Fue en los años treinta cuando se estableció el movimiento sindical (apoyado por la Administración Roosevelt primero y la Administración Truman después) que organizó, en los años cuarenta y cincuenta, a la mayoría de los trabajadores industriales, la fuerza mayor dentro del movimiento obrero. Más tarde, el movimiento de los derechos civiles en los años sesenta, y los movimientos feministas, así como el movimiento ecologista en los años setenta y ochenta forzaron cambios, no sólo políticos, sino también económicos tales como la prohibición de la discriminación de raza y de género, así como la inclusión de los costes de destrucción del ambiente como factor evaluador de las políticas públicas. Todas estas medidas fueron opuestas por el mundo empresarial que tuvieron que aceptarlas, por fin, a regañadientes, aunque nunca acabaron de incorporarlas completamente en sus prácticas empresariales. Aprovecharon cualquier resquicio en las leyes y prácticas federales para no llevar a cabo su puesta en marcha y desarrollo.
En realidad, la respuesta neoliberal de los años ochenta fue la respuesta del mundo empresarial a las conquistas sociales del mundo del trabajo, que habían conseguido toda una serie de conquistas sociales y laborales en la época 1930-1970, alcanzándose en 1979 la menor polarización de las rentas que EEUU conoció desde los años treinta. La respuesta empresarial se inició ya durante la Administración Carter, cuando su ministro de Economía, el Sr. Volker, inició una recesión como manera de reducir el poder sindical. Las políticas de Carter fueron continuadas y aumentadas por Reagan. Tales políticas representaron un ataque frontal a los movimientos obreros y a los movimientos sociales, y se presentaron bajo el argumento de que eran necesarias para mejorar la eficiencia de la economía. El descenso del salario mínimo, la desregulación de los mercados de trabajo, la desregulación del comercio, la privatización de los servicios públicos, y el aumento de la regresividad fiscal, eran presentadas como necesarias para recuperar la eficiencia de la economía; en realidad estaban orientadas a debilitar al mundo del trabajo. Y todas ellas contribuyeron a incrementar las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo, causando un enorme crecimiento de la polarización de las rentas. La manera como se utilizaron las nuevas tecnologías y como se realizó la globalización era consecuencia directa del enorme dominio del capital que diseñó tales políticas públicas con el fin de incrementar su poder y sus rentas a costa de las rentas del trabajo. Y esto ocurrió en ambos lados del Atlántico, alcanzando su máximo desarrollo en EEUU, donde la enorme debilidad del mundo del trabajo y de las izquierdas (en ningún país de la OCDE las izquierdas son tan débiles como en EEUU), ha sido devastador para la calidad de vida de las clases populares. Es importante señalar que el objetivo teórico de tales reformas no se alcanzó. Antes al contrario, la eficiencia económica del periodo 1980-2004 fue menor que la del periodo 1950-1980. Pero aumentar la eficiencia económica no era la causa real de tales políticas. La causa real era aumentar las rentas del capital a costa del trabajo y esto es lo que lo consiguieron, incluso a costa de crear la crisis mundial.