Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 16 de junio de 2011
Este artículo detalla el contexto político en el que ocurrieron las manifestaciones del movimiento 15-M en el Parque de la Ciutadella donde está ubicado el Parlament de Catalunya. Estos hechos fueron provocados por la propuesta presupuestaria del gobierno CiU que contiene los recortes más profundos de los servicios y transferencias del Estado del Bienestar, nunca vistos antes durante la época democrática. Tales propuestas, altamente impopulares, se hacen por un partido gobernante que obtuvo un apoyo electoral minoritario y en cuyo programa electoral no estaban incluidos tales recortes y cuyo candidato Artur Mas había negado repetidamente durante las campañas electorales que haría tales recortes. El artículo detalla también los hechos ocurridos en aquellas manifestaciones que corrigen muchas de las tergiversaciones que se han presentado en los mayores medios de información tanto públicos como privados.
Hace unos días, el 15 de junio, el Parlamento de Catalunya era convocado para aprobar los presupuestos propuestos por el gobierno CiU que contenían los recortes más sustanciales nunca vistos en aquel parlamento de los fondos destinados a los servicios públicos del Estado del Bienestar catalán, incluyendo sanidad, educación, servicios de ayuda a las personas con dependencia, a las escuelas de infancia, y a otros servicios y transferencias que juegan un papel fundamental en garantizar la calidad de vida y del bienestar social de las clases populares. Es más, tales presupuestos tendrán un impacto muy negativo en el empleo (destruyendo empleo público) y en el nivel de los salarios, reduciéndolos (no sólo entre los empleados públicos, sino también entre los trabajadores en general, pues el nivel de los salarios de los empleados públicos afecta al nivel de los empleados en el sector privado). Es más, tal presupuesto irá acompañado pronto de un proyecto de Ley, que elimina muchos derechos adquiridos y expandidos por el gobierno tripartito de izquierdas durante el periodo de su mandato 2003-2010 (el único periodo desde 1939 en que Catalunya estuvo gobernada por las izquierdas).
Estas medidas se están llevando a cabo por el partido gobernante CiU, una federación de dos partidos, uno liberal y otro cristiano demócrata, que comparten en este momento un ideario neoliberal (de sensibilidad nacionalista catalanista) con el apoyo del Partido Popular de Cataluña, un partido conservador-neoliberal (de sensibilidad nacionalista españolista). Ambos partidos tienen amplio apoyo por parte de la burguesía financiera y empresarial que, en la última reunión del Círculo de Economía, en Sitges, aprobó tales políticas de recortes y reformas que reducirán enormemente el gasto público social y los derechos laborales. En realidad, estos recortes y reducciones gozan de un amplio apoyo en los establishments financieros, económicos, políticos y mediáticos del país, presentándolos como necesarios para “recobrar la confianza de los mercados financieros”, la frase más utilizada en los mayores medios de comunicación en Catalunya, incluyendo los medios públicos de la Generalitat, tales como TV3 y Catalunya Ràdio, para justificar tales recortes. Un ejemplo de ello es que en sus tertulias raramente se incluyen voces críticas de esta sabiduría convencional, que planteen propuestas alternativas a tales recortes y reducciones (tales como incrementar los impuestos de las rentas superiores que se han beneficiado de los recortes de impuestos aprobados y/o apoyados por CiU y el PP). Y no ha habido ninguna voz discordante de estas políticas (que llaman) de austeridad dentro de tales establishments..
LA JUSTIFICACIÓN SUPUESTAMENTE DEMOCRÁTICA DE TALES RECORTES Y REDUCCIONES
El gobierno CiU de la Generalitat de Catalunya justifica estas políticas como resultado “del voto de la mayoría silenciosa”, expresión utilizada por su Presidente en varias ocasiones, expresión que ha utilizado, incluso con mayor frecuencia, a partir de las elecciones municipales que, según las leyes electorales vigentes en Catalunya, dieron resultados muy favorables a tal partido. El argumento justificador de tales políticas, pues, ha sido que el gobierno tiene toda legitimidad democrática, basada en el mandato popular, para implementar tales políticas.
En tal discurso, deliberadamente se oculta que CiU, en su programa electoral, nunca hizo referencia a estos recortes y reducciones. Es más, su candidato, el Sr. Artur Mas, ahora Presidente, repitió durante la campaña en múltiples ocasiones que no haría recortes en sanidad ni en educación, ni reduciría los derechos sociales. Lo mismo hizo, por cierto, el PP de Cataluña, que nunca incluyó tales recortes y reducciones en su programa.
A pesar de ello, el gobierno CiU (que había apoyado todos los recortes de impuestos realizados por los gobiernos Aznar y Zapatero) hizo tales recortes de gastos públicos sociales inmediatamente después de haber salido elegido, argumentando que había encontrado un déficit de las cuentas públicas de la Generalitat mucho mayor de lo que se esperaba. La rapidez con que hizo los recortes diluye, sin embargo, su credibilidad. Es más, sumando los votos a los partidos de izquierda en Catalunya (1.220.926, Tripartit) en las últimas elecciones municipales, éstos son mayores que los votantes de las derechas (1.141.597, CiU+PP). Si a estos números se suman los votos en blanco y la mayoría de la abstención (que las encuestas de sondeo de comportamiento electoral muestran que eran mayoritariamente de izquierdas) resulta que en las últimas elecciones municipales a las cuales el Presidente Mas ha hecho también referencia para justificar sus medidas, la mayoría del electorado (la población que votó más la que no votó pero podía votar), era de centroizquierda o izquierda. Añádase a ello que incluso entre un porcentaje minoritario, aunque elevado del electorado de los partidos de derecha, hay una oposición a los recortes y a las reducciones, favoreciendo en cambio una expansión del estado del bienestar y unas políticas fiscales redistributivas.
Existe, pues, una amplia oposición a los recortes y reducciones en Catalunya, y por lo tanto, a las políticas públicas que se iban a aprobar en el Parlament Catalán por CiU con el apoyo del PP el día 15. Pero antes de analizar la respuesta del movimiento de los indignados, es importante comparar lo que está ocurriendo en Catalunya con lo que está ocurriendo en la Gran Bretaña.
COMPARANDO EL COMPORTAMIENTO DEL ESTABLISHMENT CATALÁN CON EL BRITÁNICO
Como he indicado en un párrafo anterior, existe en Catalunya un consenso en los establishments (que se traduce en su sabiduría convencional) promovida en los medios, de que no hay alternativas posibles a los recortes. En Gran Bretaña, el gobierno del partido conservador (que gobierna en coalición con el Partido Liberal) presidido por David Cameron, ha realizado recortes muy sustanciales del gasto publico social y también ha reducido los derechos laborales y sociales de las clases populares británicas, tal como está haciendo el Sr. Artur Mas en Catalunya. Otro punto de semejanza entre lo que ocurre en Gran Bretaña y en Catalunya es que tales recortes no estaban presentes en su programa electoral. Y, como el Sr. Mas, el Sr. Cameron también prometió durante la campaña electoral no hacer recortes. Y, también como al Sr. Mas, le faltó tiempo al Sr. Cameron para hacer los recortes tan pronto salió elegido, utilizando los mismos argumentos que utilizó el Sr. Mas.
Pues bien, figuras prominentes del establishment británico protestaron. Nada menos que la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana, el Arzobispo de Canterbury, el Sr. Rowan Williams (tal iglesia es tan próxima al Partido conservador, que se la conoce como “el Partido conservador en sotana”), denunció tales recortes y reducciones denunciando que tal comportamiento era inmoral y antidemocrático, pues no tenía el mandato democrático para hacerlo” (Rowan Williams. “Leader: the governments need to know how afraid people are”. New Statesman. 09.06.11.
Ni que decir tiene que, mostrando la escasa cultura democrática del establishment catalán, ninguna voz se ha oído en Catalunya protestando por la inmoralidad y comportamiento profundamente anti-democrático de un gobierno que, inmediatamente después de ser elegido, hace lo contrario de lo que prometió.
LA ENORMEMENTE LIMITADA DEMOCRACIA CATALANA (Y ESPAÑOLA)
¿Qué es lo que la población puede hacer frente a un gobierno que hace lo opuesto a lo que prometió, y a una mayoría parlamentaria que en nombre de la soberanía popular apoya políticas que son profundamente impopulares y que no tienen apoyo entre la mayoría de la población (y ello a pesar del mensaje promovido por los mayores medios de que no hay alternativa posible)? La respuesta deseada por el establishment es nada. Esperar hasta dentro de cuatro años y entonces votar por otros partidos. Esto es lo que se entiende por democracia y por soberanía popular. Es lógico, comprensible y sano para una democracia, que la población no lo acepte. Y de ahí las movilizaciones de los indignados del movimiento 15-M.
EL SALUDABLE EFECTO DEL MOVIMIENTO DE LOS INDIGNADOS
La propuesta de tal movimiento era rodear el Parlamento para protestar por lo que iba a ocurrir en aquella cámara. Un partido al cual apoyaba en las últimas elecciones municipales, realizadas sólo seis meses después de las últimas elecciones autonómicas, sólo el 14.7% del electorado iba a aprobar unas medidas que no estaban en su programa y con las que la mayoría de la población estaba en contra. Parte de la propuesta era dificultar (sin violencia y provisionalmente) la entrada de los parlamentarios. El gobierno y la Presidencia del Parlamento no intentaron negociar con los indignados tal movilización. Y el resultado se salió del plan aprobado por el movimiento 15-M, radicalizándolo. En lugar de provisional, se adoptó por la Asamblea que los parlamentarios no podrían entrar durante todo el día, con lo cual se dio paso a intervención policial. Es más, algunos elementos violentos y no representativos de los manifestantes, agredieron físicamente a parlamentarios, dando pie a una esperada y justa protesta que, sin embargo, se agrandó y amplificó por los medios de mayor difusión para desacreditarlos. En tales medios no se informó de que en realidad, en muchos casos, los indignados protegieron a los parlamentarios de los violentos.
Els matins de TV3, conducido por Josep Cuní, el programa de mayor difusión en Catalunya por las mañanas, mostraba el grado de apoyo popular a los indignados en la mañana de los hechos. La gran mayoría los apoyaba en su protesta. En la medida que los tertulianos y comentaristas iban deliberando y, erróneamente, presentando a los indignados como los violentos, el apoyo desapareció. El programa había conseguido lo que quería. Este programa, que nunca ha definido como antidemocrático el comportamiento del gobierno Mas, ahora definía como antidemocrático el movimiento 15-M, utilizando el término indignados para referirse a los violentos. Y así la mayoría de los medios, ignorando y ocultado que el gobierno y la dirección del Parlamento habían dificultado la reunión delante del Parlamento, obstaculizando la expresión de un derecho democrático.
Pero hay otro detalle que no se cita ni se reconoce y que debiera alarmar a todos los partidos con representación democrática en el Parlament de Catalunya y muy en especial a los partidos de izquierda. Gran número de los indignados no se sienten representados por los partidos actuales y, por lo tanto, no tienen la identificación con el Parlament que su propia legitimidad requeriría. De ahí que tales hechos debieran forzar un cambio muy sustancial para recoger las propuestas de regeneración democrática que tal movimiento está proponiendo. Ignorarlas significaría un enorme coste a la democracia, ya tan limitada, existente en Catalunya y en España. Lo que nuestro país requiere es una segunda transición de una democracia incompleta a una democracia real. La primera transición inmodélica se realizó en términos excesivamente favorables a las fuerzas conservadoras que controlaban los aparatos del estado, tanto en España como en Catalunya. Esta democracia incompleta está, de una manera creciente, mostrando sus enormes limitaciones. De ahí que una juventud más crítica y exigente, con el apoyo de todos los grupos etarios y sociales de las clases populares, esté protestando, y con toda la razón.
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