Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 11 de julio de 2011
Este artículo critica las declaraciones del Sr. Gregorio Peces Barba, Rector de la Universidad Carlos III, protestando el abucheo de miembros del movimiento 15-M al presidente del Banco Santander, alegando que tales personas, muchas de ellas estudiantes, deberían estar agradecidas al Banco Santander por las ayudas a becas y fondos de investigación. El artículo señala que ni el presidente ni el Banco Santander se han comportado de una manera ni digna de aplauso ni de agradecimiento.
Gregorio Peces Barba, uno de los padres de la Constitución Española, persona influyente en el mundo madrileño del PSOE, y rector de la Universidad Carlos III de Madrid, escribió un artículo en tono enfadado en El País, “Un balance electoral y algunas ideas” (25.06.11), en contra de unos jóvenes del movimiento 15-M que, en un acto oficial de tal universidad, abuchearon al Sr. Emilio Botín, Presidente del Banco de Santander. El Sr. Peces Barba se refirió a ellos con toda una batería de insultos de los cuales el más leve era el de ser “maleducados”, además de “desagradecidos”, ya que dicho banquero había donado “miles de becas proporcionadas a estudios de todo tipo para los españoles y los extranjeros, y múltiples ayudas a las universidades sin pedir ninguna prestación a cambio”.
Puedo entender que un Rector de una universidad se encuentre incómodo con los abucheos a sus invitados, pero encuentro sorprendente el argumento que utiliza para expresar su desaprobación, sorpresa que deriva de lo que parece ser desconocimiento de lo que representa el Sr. Emilio Botín y el Banco de Santander actualmente en España, sorpresa que es incluso mayor cuando tal argumento –el de que los estudiantes deberían estar agradecidos a tal banco- procede de una persona que se considera socialista. Es comprensible que el Rector de una universidad quiera estar bien con sus benefactores, sean donantes de becas, sean financiadores de proyectos de investigación. Pero de expresar este agradecimiento a defender el papel del Presidente del Banco de Santander hay un enorme trecho que expresa una enorme incomprensión de lo que está ocurriendo en este país, incluyendo la enorme y justa indignación frente al comportamiento de la banca.
Analicemos primero el comportamiento del Sr. Emilio Botín. La Universidad Carlos III es una universidad pública, financiada primordialmente con fondos públicos, es decir, con los impuestos pagados por los ciudadanos de este país. Ahora bien, dos soplones de la Banca Suiza HSBC, dieron a conocer cuentas millonarias de españoles ocultas en Suiza (por un total de 6.000 millones de euros) entre las cuales estaba la de la familia Botín, que tenía nada menos que un tercio de esta cantidad, 2.000 millones de euros, que nunca se declararon y que, por lo tanto, nunca fueron gravados por la Agencia Tributaria del Estado español. El Sr. Gregorio Peces Barba puede hacer un cálculo sencillo y ver que la cantidad de impuestos que tal señor y su familia no han pagado al fisco desde que existen tales fondos ocultos en el banco suizo, alcanza una cantidad miles de veces superior a lo que él considera “generosidad” del Sr. Botín a las universidades. En realidad, la gran pobreza del estado español se debe a comportamientos como los del Sr. Botín, que explica, en gran parte, que España sea el país de la UE-15 que tiene un Estado con menos ingresos, sólo el 34% del PIB, mucho más bajo que el promedio de la UE-15, que es del 44%.
La pobreza del Estado, incluyendo del Estado del Bienestar, del cual el sistema educativo es parte, se basa en gran manera en el hecho de que los súper ricos, los ricos y la gente de rentas superiores no pagan al Estado lo que pagan sus homólogos en la UE-15, siendo el fraude fiscal una costumbre generalizada entre tales grupos sociales. Los inspectores de Hacienda del Ministerio de Economía de España calculan que la magnitud del fraude fiscal de nuestro país es nada menos que de 88.000 millones de euros. Es denunciable la laxitud con que el Estado español y sus gobernantes, incluidos los gobernantes socialistas, han tenido hacia estos comportamientos, incluidos comportamientos del Sr. Emilio Botín, que ha contado siempre con la vista gorda, cuando no complicidad, de los sucesivos gobiernos de España.
Pero las razones para la indignación van incluso más allá del fraude fiscal del Sr. Emilio Botín y abarca el comportamiento del Banco de Santander, el mayor banco de España, y eje del capital financiero, responsable en gran parte de la crisis en que España se encuentra. La banca, junto con las cajas, fue el motor del complejo bancario-sector inmobiliario-industria de la construcción, que bajo la complicidad del Banco de España, fue responsable de la burbuja especulativa inmobiliaria que, al estallar, creó el enorme problema de crédito en el que España se encuentra. Esta enorme crisis, responsable de un enorme crecimiento del desempleo, no ha afectado negativamente al Banco de Santander. En realidad, mientras que las familias españolas están experimentando grandes sacrificios (la capacidad adquisitiva de la mayoría de la población ha caído en picado), el Sr. Emilio Botín comunicó a sus accionistas que nunca le había ido tan bien al Banco de Santander como durante esta crisis. Y ello se debe, en parte, al poder político de la banca y a la excesiva protección que se da a la banca a costa del usuario. Es un escándalo (y no hay otra manera de definirlo) que cuando un ciudadano no puede pagar la hipoteca, debe continuar pagándola aunque ya no posea la vivienda.
Tengo que asumir que el Sr. Gregorio Peces Barba desconoce estos hechos, por otra parte ampliamente conocidos. En caso de que los conociera y que, a pesar de ello, insultara a aquellos que denunciaran tales comportamientos, uno tendría que llegar a la conclusión de que, o bien no comprende lo que ocurre en su país, o que ha sido seducido por “la generosidad” del Sr. Emilio Botín. Es así como el establishment socialista está perdiendo credibilidad de cara a la juventud, que tiene toda la razón en enfadarse y expresar su indignación.
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