Artículo publicado por Vicenç Navarro, 5 de junio de 2012
Este artículo muestra la enorme concentración de la riqueza y las consecuencias negativas que tal concentración supone para el desarrollo económico, social, y democrático de un país.
Una de las características de los últimos treinta años ha sido el enorme crecimiento de las desigualdades con una enorme concentración de las rentas y de la riqueza. Así, en EEUU, el 1% de las familias (households) tenía el 37% de toda la riqueza del país en 2006-2007. Pero lo que es incluso más importante es que durante el periodo 1977-2007 (el periodo en el que se aplicaron las políticas neoliberales), este 1% consiguió el 57% de toda la renta creada durante el periodo. El realidad, tal concentración alcanzó su máximo desarrollo durante la época Bush 2002-2006, cuando este 1% recibió nada menos que el 78% de toda la renta creada durante tal periodo. Nunca se había visto tal concentración desde los años veinte del siglo XX. Esta exuberancia en la acumulación de riqueza explica que en medio de la crisis continúe expandiéndose un consumo de alto lujo que va desde Ferraris a joyas o a obras de arte.
¿Y de dónde procede tanta riqueza? La respuesta es fácil. Viene sobre todo de las rentas del capital, y muy en especial de las rentas del capital financiero. En 1997, antes de que se iniciara la crisis de 1999 (en Asia, América Latina y Rusia) el valor de las transacciones financieras era 15 veces el valor del producto interno bruto mundial. En 2008 pasó a ser ya 70 veces. Las cincuenta empresas mayores del mercado (excepto una) son financieras.
No obstante, esta enorme concentración no ha ocurrido porque así lo determinen los mercados. En realidad, los mercados no funcionan muy bien en estas esferas del poder. Una causa de que haya ocurrido esta concentración han sido las políticas de los Estados, de orientación neoliberal, que han caracterizado el periodo 1980-2011, tales como las políticas fiscales regresivas y la desregulación de los mercados financieros. Nunca antes los súper ricos han pagado menos impuestos. Según información de la Agencia Tributaria del gobierno federal de EEUU, las 400 personas más ricas de EEUU pagan sólo un 17% de su renta en impuestos, y ello como consecuencia de que la mayoría de los ingresos de los súper ricos proceden de las rentas del capital. En medio de la invasión de Irak, y cuando la atención mediática estaba centrada en aquella invasión, el presidente Bush pasó una ley que redujo enormemente los impuestos sobre el capital. Y muchos Estados compiten entre ellos a fin de atraer tales capitales a su país.
Es importante señalar que está acumulación de riqueza por parte de los súper ricos se hizo a costa de las clases populares. Así, mientras que las rentas del capital financiero subían, las rentas del trabajo disminuyeron. El 40% de renta inferior vio el porcentaje de la renta total poseída descender a sólo un 12%. Actualmente, el sector financiero está dominando el capital. Un indicador de ello es que la carrera más escogida por los estudiantes de Harvard University sea gestión de Finanzas. Esta situación es altamente preocupante, por diversas razones. Una es que tal riqueza del sector financiero se basa en un gran endeudamiento de las clases populares, lo cual no es bueno para la economía.
Otra situación también preocupante es que esta concentración de las rentas facilita la entrada de capitales en actividades especulativas, mucho más rentables que las empresas de la economía real que al tener una demanda baja (consecuencia del endeudamiento de la ciudadanía) estimula su inversión en áreas más especulativas, con lo cual absorbe dinero, restando fondos a las esferas productivas.
Y otra realidad, también muy alarmante, es la gran influencia de los súper ricos en la vida política del país, como se ha visto en la sentencia de la Corte Suprema de EEUU, eliminando los límites de donaciones a los organismos políticos. Toda esta situación está destruyendo la democracia. El caso de Estados Unidos no es único. Antes al contrario. Es representativo de lo que ha estado ocurriendo en la mayoría de países de la OCDE, el grupo de países más ricos del mundo.