Publicado en la revista SISTEMA DIGITAL, el 26 de Abril de 2009.
Este artículo analiza las reacciones que las declaraciones del economista Paul Krugman provocaron en círculos de la derecha española y algunos sectores de las izquierdas.
La visita que hizo el economista Paul Krugman (Premio Nobel de Economía del 2008) a España creó un cierto revuelo en España tanto entre las derechas como entre ciertos sectores de las izquierdas que continúa expresándose en varios forums, incluyendo gran número de revistas económicas. Entre las derechas económicas, la recomendación de Krugman al gobierno español y a los otros gobiernos miembros de la Unión Europea de que expandieran el gasto público mucho más de lo que están haciendo (a fin de estimular la economía europea) cayó como un chaparrón que no esperaban y que consideran innecesaria y errónea. Krugman, indicó que el considerable aumento del gasto público realizado por la Administración Obama en EE.UU., aunque muy necesario, era todavía insuficiente para estimular la economía, subrayando que tal gasto debiera incrementarse sustancialmente, incluso a costa de aumentar más el déficit fiscal del estado. Krugman añadió que las políticas de los estados europeos en respuesta a la crisis eran incluso más insuficientes que las propuestas Obama en EE.UU., acentuando la necesidad de que el gasto público y el déficit público en los países de la UE deberían crecer de una manera muy notable para permitir a Europa y al mundo salir de la crisis.
A la derecha económica europea y española no le agradó esta receta, pues se opone a tal incremento del gasto público y del déficit fiscal. Creen que el programa de Obama en EE.UU. aplicado a Europa “nos llevaría al infierno” tal como anunció Mirek Topolanek, Primer Ministro checo en sus recientes declaraciones al Parlamento Europeo. Otros, no menos catastróficos, como el ultraliberal Sala i Martín (en su columna semanal de La Vanguardia 12.03.09, titulada “El Pánico”) señalan que el déficit fiscal del gobierno Obama (“mayor que la suma de todos los déficits de todos los Presidentes de la historia, desde George Washington hasta George Bush”) arruinará aquel país. Que venga Krugman de EE.UU. y les diga que aquel déficit debiera incluso ser mayor, lo ven como una auténtica provocación. Pero las declaraciones de Krugman también han irritado a algunos sectores de las izquierdas que interpretaron (erróneamente) que Krugman estaba diciendo que los salarios eran demasiado altos y debían bajar para ayudar a España a salir de la recesión.
Pero veamos los datos y analicemos primero la hipérbole y exageración (con claros indicios de manipulación) que caracteriza a la derecha económica. El déficit fiscal de la Administración Obama se proyecta ser un 12% del PIB, que es un porcentaje mucho menor que los déficits alcanzados por el estado federal de EE.UU. durante el periodo 1942-1945 cuando aquel país resolvió la Gran Depresión. Estos déficits fueron un 14% en 1942, un 30% en 1942, un 23% en 1944 y un 22% en 1945. Sumen y verán que la cifra final es mucho mayor que el déficit Obama. EE.UU. y la UE pueden (y deben) permitirse unos déficits más altos de los que tienen para resolver la crisis. Definir aquel déficit como catastrófico es un ejemplo más de la falta de rigor de la derecha española y europea. En realidad, tal déficit es necesario como también lo es el todavía insuficiente incremento del gasto público (como medida de estímulo) debiera ser también mucho mayor de lo que ha sido hasta ahora. Según el reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo sobre la respuesta de los gobiernos a la crisis, The Finantial and Economic Crisis (ignorado por la mayoría de los medios de información españoles imbuidos en una altura económica liberal), los países europeos se están gastando mucho más en ayuda a la banca (Gran Bretaña 28,8% del PIB; Alemania, 19,8%; Francia 19% y España 14,3%) y menos en estímulo fiscal (Alemania 2,8%; GranBretaña 1,3%; Francia 1,3%; y España 1,1%) que EE.UU. (donde en términos proporcionales la ayuda a la banca representa un 5,1% y el estímulo fiscal un 5,6% del PIB).
En cuanto a los salarios, Krugman no habló del nivel salarial sino de la tasa de crecimiento de los salarios de la manufactura en España en el periodo 2000-2007. Esta tasa anual fue de un 3,6%, uno de los más elevados de la Unión Europea. Bélgica fue un 1,6%, Francia un 1,3%, Alemania un 0,9%, Holanda un 1,8%, Suecia un 2,7% y Gran Bretaña un 0,7%. En EE.UU. fue sólo un 0,8%. Tales datos proceden del Bureau of Labor Statistics (BLS) del Gobierno Federal de EE.UU. Ahora bien, hay que subrayar, de nuevo, que Krugman estaba hablando de tasa de crecimiento de lo salarios, y no del nivel de los salarios. De ello se deduce que Krugman no estaba diciendo que los salarios en España eran demasiado altos, como maliciosamente se ha interpretado en grandes sectores de la prensa de España.
En realidad, hay otros datos también del BLS que nos permiten conocer si los salarios de la manufactura en España son demasiados altos o bajos. Si tomamos el salario horario (lo que se le paga al trabajador por hora trabajada) en el sector manufactura de EE.UU. como punto de referencia (definiéndolo como 100) podemos ver entonces que el trabajador de la manufactura en España cobraba el 54% del estadounidense en el año 2000, y pasó a cobrar el 79% en el año 2006. El salario del promedio de la UE-15 pasó de ser el 89% del estadounidense al 118%. Tales datos muestran que la tasa de crecimiento del salario del trabajador de la manufactura español fue mayor que el de la UE-15 y mucho mayor que el de EE.UU., pero el salario del trabajador español continúa siendo mucho menor que el promedio de la UE-15 y de EE.UU. Es lógico que subiera más pues el punto de partida era mucho más bajo.
Es más, de la misma fuente BLS se puede ver que el aumento de la productividad horaria del trabajador de la manufactura española fue igual o superior en España a muchos de los países con crecimiento salarial mayor. No puede, por lo tanto, considerarse que estos incrementos salariales sean exuberantes o desproporcionados.