Entrevista en Periódico Diagonal, 3 de noviembre de 2007
Autor: IGOR DEL BARRIO
Autor de ensayos como ‘El subdesarrollo social de España’, Vicenç Navarro es una voz de referencia para entender la realidad social en el Estado español, las desigualdades de clase y de género, o la manipulación de la historia desde la Guerra Civil a nuestros días.La Guerra Civil española se puede contar de mil maneras. Y la historia que vivió Vicenç Navarro merecería ser contada en clave lírica: durante aquellos meses de los años ‘30, mientras el fascismo hacía la guerra, milicianos republicanos hacían el amor. Y así fue que, en el mes de noviembre de 1937 Vicenç Navarro, hijo del amor y de la guerra, vino a este mundo. Sus padres, dos maestros ilusionados con las reformas educativas emprendidas por la II República y por la Generalitat de Cataluña, combatieron en defensa de la República (él, en el frente; ella, en la retaguardia). La mayoría de sus familiares eran maestros, en una escuela que, en 1930, se mantenía en la práctica totalidad a la sombra de una Iglesia reaccionaria, parte activa en el golpe militar y uno de los pilares de la dictadura. “La influencia de mis padres y mis familiares en mí fue enorme”, dice Navarro. “Siempre me impresionó su gran dignidad, modestia y compromiso político. Eran muy representativos de aquellos españoles que lucharon para mejorar su país y su pueblo, al cual amaban profundamente. Perdieron la guerra pero lucharon con gran dignidad, valentía e integridad hasta el último día de su vida. Mis padres en España y mis tíos fuera de ella”.
Heridas que no cicatrizan
Sus tíos huyeron a Francia tras la derrota, y lucharon allí integrados en la resistencia francesa. “Un dato que no es conocido en España”, afirma Navarro, “es que la resistencia antinazi en Francia la comenzaron los españoles exiliados. Dos tías mías fueron detenidas y llevadas a un campo de concentración nazi. Mis padres se quedaron, y fueron expulsados del magisterio y brutalmente represaliados por haber luchado por una escuela laica y democrática. Mis tíos, después de la II Guerra Mundial, se integraron de nuevo en España en condiciones de clandestinidad, y más tarde emigraron a América Latina, formando parte del éxodo republicano…Habiendo muerto todos, mis padres, mis tíos y miles y miles de españoles como ellos, sin que el gobierno democrático les diera nunca las gracias por su enorme sacrificio. El gobierno francés del general de Gaulle, por cierto, condecoró a mis tíos. El gobierno democrático español, su propio gobierno, nunca les envió ni una nota de agradecimiento por haber luchado tanto”.Él continuó el camino: “Yo crecí en este ambiente. De ahí que fuera lógico que participara desde una edad muy temprana en la resistencia antifascista de los años ‘50 y principios de los años ‘60, hasta que tuve que irme de España, iniciándose un largo exilio que me llevó a vivir en Suecia, en Gran Bretaña y, desde 1965, en EE UU, donde me invitaron a incorporarme a la John Hopkins University. Mi área de trabajo era y es la economía política y la política social”. Desde allí conectó con América Latina: “Conocí a personas que se integraron en el Gobierno de la Unidad Popular de Chile, que me pidieron que les ayudara cuando se estableció el Gobierno de Allende. Fue una experiencia única y de gran valor. Por desgracia terminó con un golpe militar, la segunda vez en mi vida personal que el fascismo me mostró su horrible cara. También ayudé al Gobierno cubano a desarrollar su sistema sanitario, conocido hoy como uno de los mejores en los países del Tercer Mundo”.
¿Transición o Transacción?
Para Navarro, “la Transición de la dictadura a la democracia distó mucho de ser el proceso modélico que aparece en el discurso oficial. Fue un proceso hegemonizado por las fuerzas conservadoras, la nomenclatura del Estado dictatorial que impuso sus condiciones, y en consecuencia España tiene todavía hoy una democracia muy incompleta y un Estado de bienestar muy insuficiente.Que la Transición se hiciera en términos muy favorables a las derechas no quiere decir, como comúnmente se dice, que fueron el rey y Suárez los que nos trajeron la democracia. Al contrario, fue la movilización popular, y muy en especial la movilización obrera, la que terminó con la dictadura. La evidencia -silenciada por los establishments políticos y mediáticos del país- es abrumadora. Ni el rey ni Suárez tenían la intención de establecer una democracia de corte europeo. Fue aquella movilización la que forzó los procesos más importantes en cada uno de los cambios democráticos. El libro El final de la dictadura documenta con mayor detalle lo que yo ya había subrayado en Bienestar insuficiente, democracia incompleta.La historia oficial de la Transición modélica es una tergiversación de la historia real del país”.Navarro denuncia que, 30 años después, el Estado español sigue siendo el que menos gasto público tiene de la UE-15. Sobre el déficit sanitario, Navarro precisa que sería deseable que “señores como Solbes, el guardián de la austeridad del gasto público en España y en Europa, tuvieran la experiencia de poder ver al médico durante sólo seis minutos” (promedio de visita en España al médico general, también el peor pagado de la UE-15).
La ofensiva mediática de la derecha española
“Esta tergiversación ocurre también en la historia de la República y de la Dictadura. En realidad, la amnistía que se pactó en la Transición significó la amnesia, permitiendo que la versión conservadora de lo que fue la República y la Dictadura se reprodujera y continuara siendo la dominante”, apunta Navarro. Hoy en día vivimos una ofensiva revisionista por parte de un grupo de intelectuales de derechas, que pretenden revivir ideas oportunistas como que la Guerra Civil no fue sino un plebiscito armado, o que la inició el PSOE en el ‘34 llamando a la revolución en Asturias, con el objetivo de justificar el golpe militar como un mal menor para restablecer el orden. “Pero hay otra revisión de la historia que me preocupa también”, avisa Navarro, “que se está haciendo por parte de historiadores liberales como Santos Juliá -quien dice que el mayor enemigo de la derecha española era el liberalismo-, o incluso historiadores de izquierdas como Gabriel Jackson, negando que la Falange fuera fascista”, sentencia. Navarro publicó el pasado otoño un extenso trabajo en Cuadernos republicanos, donde repasa con detalle estos revisionismos y hace un análisis certero apuntando las causas más objetivas del golpe del ‘36: la herida de muerte en los privilegios de la Iglesia Católica (la República estableció la escuela pública, terminando con la hegemonía del clero, así como el derecho al aborto y al divorcio, y la reforma agraria era una ataque al máximo terrateniente del Estado); de los círculos empresariales (se estableció el derecho de organización laboral) o del Ejército (la Constitución de 1931 reconocía el carácter plurinacional del Estado, además de que se llevó a cabo una reforma del mismo Ejército). Iglesia, patronal y Ejército demostraron que la democracia dura lo que dura la obediencia del pueblo a sus principios.
CLASE SOCIAL Y GÉNERO
Un tema recurrente en sus reflexiones, y del que encontramos análisis muy exhaustivos en sus libros y artículos, es la persistencia de la lucha de clases en el Estado. En la espiral de la violencia de clase, la mujer es quien sufre una doble carga, ya que en servicios públicos como escuelas de infancia o servicios de dependencia y protección es donde menos gasto social encontramos. En las familias trabajadoras que no pueden llevar a sus hijos ni a sus ancianos a los centros privados, este tipo de tareas nunca reconocidas ni remuneradas recaen sobre la mujer, que vive una doble condición de subdesarrollo social.En la página web vnavarro.org encontramos la gran parte de los escritos de Vicenç Navarro. Él manifiesta: “no tengo ningún inconveniente en que mi trabajo se utilice ampliamente sin consideraciones de copyright”. Acaba de publicar Neoliberalism globalization and inequalities.
PERSISTENCIA DEL FASCISMO
Para Navarro, “la Ley de la Memoria Histórica es un buen indicador de lo que pasa en nuestro país. Hoy continúa habiendo miedo y temor, no sólo en los pueblos de España sino en el Gobierno y en las Cortes españolas. La Ley de la Memoria no ve al sistema democrático español como heredero de la República y continúa reproduciendo la ideología conservadora hablando de bandos, como si golpistas y luchadores por la democracia fueran dos bandos de un conflicto entre las dos Españas.1936 vio un golpe militar que necesitó tres años para vencer, a pesar de tener toda la ayuda militar frente a la República, que prácticamente carecía de Ejército. Como bien dijo el embajador de EE UU en Madrid, lo que se llamó una Guerra Civil era la lucha de un Ejército en contra de su pueblo. En el cuartel general del Ejército español en Barcelona todavía hoy existen los símbolos fascistas, y el Gobierno catalán no se atreve a sacarlo para no ofender a los militares, ¿imagina algo parecido en Alemania o en Italia?”
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