Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 10 de enero de 2014
Este artículo critica la falta de rigor de gran número de informes del Fondo Monetario Internacional, que analizan y proponen la devaluación doméstica o bajada de salarios como la medida más conveniente para salir de la crisis.
En los mayores fórums de reflexión financiera y económica en España existe una actitud casi reverencial hacia el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sus informes se leen con gran detalle y sus recomendaciones se toman muy en serio. El FMI es, se mire como se mire, una de las instituciones financieras internacionales que tiene mayor influencia en los círculos mediáticos y políticos en España, donde la sabiduría convencional se genera, reproduce y promociona.
Conozco bien el FMI. La The Johns Hopkins University tiene varios campus en Washington, donde está ubicada la sede del FMI, y conozco a muchos de sus profesionales, con los que coincido en congresos, seminarios y sesiones profesionales. Y siempre me ha sorprendido el gran respeto que origina el FMI en los círculos mediáticos y políticos españoles. Y mi sorpresa deriva de que el nivel técnico de sus trabajos es, por lo general, y con notables excepciones, de muy escasa calidad (una excepción al nivel de mediocridad es el Departamento de investigación económica que, por desgracia, tiene muy poca incidencia en el desarrollo de las políticas del FMI). Por lo demás, entre los que se llaman “expertos”, hay gran cantidad de individuos formados en centros académicos de EEUU o de Europa bien conocidos por su sensibilidad neoliberal, impermeable a los datos que muestren lo contrario de lo que promueven. Y uno de sus dogmas es el consabido énfasis en disminuir lo salarios (que llaman devaluación doméstica) como manera más eficaz para salir de la crisis financiera y económica. El FMI publica un informe (como promedio cada cuatro meses) en el que se repite una y otra vez que la bajada de salarios es necesaria para aumentar la competitividad y así incrementar las exportaciones, aumento que será el que estimulará la economía y permitirá a los países de la periferia de la Eurozona (lo que incluye a España) salir de la crisis.
Conociendo al FMI, les garantizo que en dos o tres años cambiará de postura, y, sin pedir disculpas, promoverá otro dogma igualmente erróneo. Si no me creen, esperen un par de años. Se acordarán ustedes de que hace dos años el FMI era uno de los mayores promotores de otro dogma neoliberal: el de que la austeridad (recortes del gasto público) era necesaria para conseguir la recuperación económica. El FMI (junto con la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) machacó miles de veces que había que recortar, recortar y recortar el gasto público a fin de reducir el déficit y la deuda, y con ello recuperar la famosa confianza de los mercados financieros. Hace menos de un año, sin embargo, el FMI cambió de parecer y dijo que no se hicieran tantos recortes, pues los recortes de gasto público reducirían la demanda doméstica y con ello se reduciría la actividad económica y el crecimiento económico. ¡Por fin habían visto la luz! Pero, por lo visto, no se han dado cuenta todavía de que la reducción de los salarios (¡20% de media en Grecia en los primeros meses de 2012!) también crea un enorme problema de falta de demanda. Les garantizo que en un par de años van a descubrirlo. Dudo que lo hagan antes pues son un poquitín lentos. Y mientras tanto, sus políticas están haciendo un enorme daño.
Las falacias de salirse de la crisis bajando los salarios
Pero la situación es incluso peor, pues no solo su recomendación de que bajen los salarios es empíricamente insostenible, sino que toda la evidencia –que usted, lector, no verá mucho en los medios de información españoles- señala que es una de las causas de la crisis, pues no solo dificulta la salida de la crisis, sino que la empeora sustancialmente, pues al reducir los salarios, supuestamente para ser más competitivos, se reduce la demanda en todos los países (que compiten en ver quién baja más los salarios para ser más competitivos) que están en crisis. Y esta es la causa de la crisis en la Eurozona, muy marcada en sus países periféricos.
Pero lo que es incluso más indignante es que los datos muestran muy consistentemente que en ninguno de estos países sus exportaciones tienen mucho que ver con el nivel salarial. La demanda exterior de productos (origen de las exportaciones) ha permanecido para toda la Eurozona estancada durante el periodo 2008-2011. Ha habido variaciones dentro de cada país. Pero, como promedio, ha habido en la práctica un estancamiento, dentro de la Eurozona, del comercio entre sus países miembros, y ello a pesar del descenso salarial que ha ocurrido en todos ellos. En realidad, el crecimiento de las exportaciones de los países de la Eurozona ha ido a países de fuera de la Eurozona, los Países Emergentes, donde los salarios, por cierto, han aumentado. Y este crecimiento no tiene nada que ver con el descenso de los salarios de los países exportadores, sino con el crecimiento de los salarios en los países importadores (que están fuera de la Eurozona) y con el descenso del valor del euro versus las monedas de aquellos países. Esta es la evidencia que existe, fácilmente contrastable. Ahora bien, les garantizo que el FMI (así como la Comisión Europea y el BCE) continuarán machacando con que hay que bajar los salarios. Por cierto, los salarios de los expertos del FMI son (junto con los de otra institución ultraliberal como la OCDE) los más altos de todos los funcionarios internacionales, mostrando, una vez más, que no hay relación estadística entre productividad y salarios. O, dicho de otra manera: el nivel salarial es una variable política más que económica. La incoherencia entre lo que el FMI impone y lo que hace en su propia casa, es enorme.
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