Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 6 de agosto de 2014.
Este artículo señala datos desconcidos anteriormente sobre la utilización de armas nucleares que tuvo lugar durante la II Guerra Mundial, y que también estuvieron a punto de lanzarse tanto en Vietnam como en Irak.
Se están publicando hoy en día documentos e información en EEUU muy importantes sobre hechos históricos que han permanecido medio ocultados durante un largo tiempo. Uno de ellos son las raíces de la guerra nuclear, iniciada con la utilización de bombas nucleares en Hiroshima (6 de agosto de 1945) y Nagasaki (9 de agosto de 1945), que causaron 200.000 muertos entre la población de esas ciudades. Nunca antes se habían utilizado en la guerra unas armas tan mortíferas y dañinas. Cada una era equivalente a 2.000 veces la potencia del arma más mortífera que se conocía entonces: la bomba británica “Grand Slam”. Y tales bombas nucleares cayeron deliberadamente sobre poblaciones civiles. En realidad, el Presidente Truman no dijo la verdad cuando anunció la explosión de la primera bomba en Hiroshima. Tal como indica David Swanson en su artículo “Truman Lied, Hundreds of Thousands Died”, Truman dijo que “hace dieciséis horas un avión estadounidense dejó caer una bomba sobre una base militar japonesa en Hiroshima, de 20.000 toneladas de TNT”. La realidad es que el objetivo era mucho, mucho más grande que la base militar: era la población civil de Hiroshima. El argumento que el Presidente Truman utilizó para lanzar las bombas nucleares fue el de conseguir la rendición de Japón. Utilizando este argumento, el Presidente Truman tampoco dijo toda la verdad. En realidad, él era consciente de que el gobierno japonés había ya indicado su deseo de rendirse. Lo había expresado en un cable secreto al gobierno de la Unión Soviética que fue intervenido por los servicios de inteligencia estadounidenses. La Unión Soviética iba a realizar un ataque a gran escala contra Japón el día 9 de agosto, ataque del cual Japón era consciente y que, a pesar del deseo de rendición, la Unión Soviética realizó, causando la muerte de 84.000 japoneses (y 12.000 soldados soviéticos). Ambos gobiernos, tanto el soviético como el estadounidense, querían una rendición incondicional. Y los ataques de ambos países perseguían este objetivo. Y lo consiguieron (la única condición que ponía Japón era que no se depusiera al Emperador).
Toda la evidencia acumulada muestra ahora que el gobierno japonés se hubiera rendido en las mismas condiciones en las que lo hizo, mucho antes de los ataques realizados por los gobiernos de EEUU y de la Unión Soviética. Y así lo sabía el gobierno de EEUU tres meses antes de que lanzaran las bombas nucleares. En realidad, el objetivo de las bombas era marcar las coordenadas de poder después de la rendición de Japón. El gobierno federal de EEUU quería ser la fuerza dominante en el Pacífico en la era posterior a la derrota de Japón. Y la demostración de fuerza era un paso para ello. Conseguir 200.000 muertos sin ningún soldado estadounidense muerto era un indicador de eficacia y de poder. Tal como indicó el Secretario de Defensa (un cargo político), el Sr. James Forrestal, “el bombardeo era un intento de terminar la guerra antes de que la Unión Soviética lo hiciera”, a lo cual el asesor del Presidente Truman, el Sr. Byrnes, añadió “que el bombardeo nos permitirá dictar los términos del fin de la guerra”.
Es importante señalar que destacados personajes del estamento militar estadounidense estuvieron en contra de lanzar tales bombas. Nada menos que el Jefe del Estado Mayor, el Almirante William D. Leahy, escribió que el uso de estas bombas en Hiroshima y Nagasaki “no era necesario en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban vencidos y dispuestos a rendirse”. Y el General Eisenhower, que también se opuso a tales explosiones nucleares, estuvo de acuerdo con el Almirante Leahy.
Más información no conocida es que el Presidente Nixon estuvo dispuesto a utilizar bombas atómicas en Vietnam, y el Presidente Bush lo consideró en la guerra de Irak. El que no lo hicieran parece ser que fue porque consiguieron lo que querían antes de verse en la necesidad de utilizarlas. Pero que estuvieran dispuestos a utilizarlas en tales conflictos es en sí una información más que importante, es decir, sumamente preocupante. Mientras estas bombas existan, existe el claro peligro de que sean usadas, peligro que es más real de lo que la mayoría del mundo supone.
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