Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 29 de enero de 2015.
Este artículo señala que los extremistas no son los nuevos gobernantes griegos, sino los que han llevado a cabo unas políticas enormemente dañinas para el bienestar de la población, y muy en particular para el de las clases populares.
La imagen mediática que se ha estado proyectando a la población referente a lo que pasa y pasará en Grecia es que un partido de la extrema izquierda ha sido elegido en ese país, y que llevará a cabo políticas extremistas que abocarán a su desastre económico y financiero, forzando su expulsión del euro. Hoy hay muchísimos artículos en los medios de información que presentan esta visión de lo que está ocurriendo en Grecia.
Es interesante subrayar que esta interpretación de la realidad griega, así como de los términos que utiliza (como definir al partido Syriza como un partido extremista), proceden de un establishment político-mediático, tanto europeo como español, que ha ido aplicando políticas de recortes del gasto público y reformas laborales encaminadas a reducir los salarios que han causado un enorme dolor y sacrifico a la población, y muy en particular, a las clases populares, generando una de las recesiones económicas más profundas que Europa haya conocido desde principios del siglo XX. En realidad, en Grecia, más que recesión, ha habido una Gran Depresión, peor que la que sufrió EEUU a principios del mismo siglo. Su PIB ha descendido nada menos que un 25%, y sus indicadores económicos y fiscales (desde su elevadísimo paro hasta el aumento de los suicidios) han sido desastrosos (y no hay otra manera de definirlo).
A los partidos políticos que han estado imponiendo tales políticas públicas (conocidas como políticas de austeridad), que carecían de mandato popular (pues no estaban en sus ofertas electorales), se les define como partidos “razonables”, “moderados”, que están aplicando lo que el conocimiento económico y financiero (al cual se refieren como científico, llamándole ciencias económicas) les dicta. Un ejemplo es el programa de TV3, la televisión pública catalana, conocido como “Clases de Economía” (Classes d’Economia), donde el economista más mediático y promovido por el gobierno Mas y sus medios de información y persuasión esparce por toda Catalunya el ideario neoliberal, bajo el argumento de que está enseñando ciencias económicas, insistiendo, todavía hoy, en que la enorme recesión que está viviendo la Eurozona no tiene nada que ver con un grave problema de falta de demanda (originada por las políticas de austeridad), sino con la excesiva intervención del Estado, que dificulta las inversiones.
A este discurso no se le considera extremista. Y tampoco se define como extremistas a los trabajos promovidos por FEDEA, institución de investigación económica financiada por la banca privada y por las mayores empresas del IBEX35, y a la que se presenta como fuente de información científica, lógica, razonable, moderada y, naturalmente, carente de extremismos. Todas ellas enfatizan la necesidad de aplicar tales políticas neoliberales.
¿Por qué a Syriza se le ha definido como extremista?
Y cuando aparece una fuerza política, Syriza, que quiere parar estas políticas y revertirlas, se le llama “extremista de ultraizquierda”. Como bien señala el profesor Paul Krugman en un reciente artículo publicado en The New York Times (26.01.15), el hecho de que se defina a las propuestas que está haciendo Syriza (que, como indica Krugman, son de claro corte socialdemócrata, antes de que los partidos socialdemócratas dejaran de serlo) como medidas extremistas (también se define así al partido), dice mucho de la enorme derechización de la cultura económica y política del país, siendo ello un indicador de hasta qué punto la cultura política y económica en los establishments políticos, mediáticos y económicos se ha ido desplazando hacia posturas auténticamente extremistas, carentes de ninguna validez científica, imbuidas de y sostenidas por una ideología ultraliberal. Como indica el profesor Paul Krugman, lo que hemos visto es el dominio del ultraliberalismo, la ideología más extremista que existe en el conocimiento económico, financiada por los intereses financieros que dominan el establishment político y mediático europeo, y que alcanza su máxima expresión en España.
Hoy, en base a la evidencia científica acumulada durante estos años del enorme daño que estas políticas han supuesto para las poblaciones de los países sometidos a ellas, se puede concluir que se trata de políticas profundamente erróneas que no pueden presentarse como avaladas científicamente, y que responden a los intereses particulares (y muy en especial a los intereses financieros) en lugar de a los intereses generales. Siguiendo el principio tan remarcado de que las políticas públicas que favorecen a los intereses de la gran banca y de las grandes corporaciones son también las que mejor benefician a las clases populares, se han aplicado estas intervenciones estatales, que han incrementado enormemente las desigualdades, dañando el bienestar y calidad de la mayoría de las clases populares. La evidencia de ello es abrumadora.
Las políticas supuestamente extremistas de Syriza
Un análisis detallado de las propuestas económicas del partido Syriza muestra claramente que lo que está sugiriendo es desarrollar políticas redistributivas con un aumento del gasto público (enfatizando la inversión social) y con un incremento de los salarios y de los asalariados, a fin de estimular la demanda doméstica paralizada por las políticas de austeridad. Todo ello financiado con medidas fiscales que incrementen la progresividad fiscal y corrijan el abusivo fraude fiscal. Y como es lógico, renegociar una deuda que es artificialmente alta debido al sistema financiero desarrollado en la Eurozona, centrado en el Banco Central Europeo, que en lugar de ser un banco central (que proteja a los Estados frente a la especulación financiera comprando deuda pública), es un lobby de la banca. Este sistema es profundamente injusto, y debe cambiarse.
Cualquier analista de la realidad económica de Grecia que no esté imbuido del dogma neoliberal, puede ver que estas políticas son las intervenciones que Grecia necesita. Y a estas políticas –de claro corte socialdemócrata- el establishment económico, financiero, político y mediático europeo les llama políticas “extremistas”. Ello muestra el grado de derechización de las culturas políticas y mediáticas dominantes.
Algo parecido ocurrió con el documento que el Profesor Juan Torres y yo preparamos, a petición del nuevo partido Podemos, con propuestas que este partido, en caso de que gobernara, debería aplicar para salir de la crisis. La misma agresividad apareció en los círculos financieros y económicos y en los medios de información y persuasión próximos a estos intereses. Y como era de esperar, el presidente del mayor lobby de la banca alemana, el banco central alemán Bundesbank, lo definió como un documento peligrosísimo que destruiría la economía española, mensaje reproducido en todos los mayores fórums económicos del país, incluido en El País.
El desastre al cual las políticas neoliberales han llevado no solo a los países periféricos, sino a un número creciente de países de la Eurozona, ha generado un número creciente de protestas y desacuerdos con dichas políticas. En realidad, el rechazo a las políticas de austeridad ha aparecido incluso en círculos que las habían promovido con anterioridad, como el FMI. Y la respuesta inicial de los partidos gobernantes en Francia e Italia a la victoria de Syriza y a sus propuestas no ha sido de rechazo, sino de simpatía. Hoy, el gobierno Merkel y su mayor aliado, el gobierno Rajoy, están claramente a la defensiva. Su dogma se está desmoronando. La derrota de su otro gran aliado, el partido conservador y neoliberal griego Nueva Democracia, ha significado un paso muy amenazador para ellos, pues abre toda una serie de posibilidades que debilitarán su postura. Incluso la famosa y justa demanda de reestructuración de la deuda griega es más que posible, puesto que la mayoría de tal deuda está en manos de instituciones oficiales (y no de los llamados mercados financieros), que tienen capacidad de decisión y responsabilidad en cuanto al precio de dicha deuda.
Esta nueva etapa requerirá de unas grandes movilizaciones sociales, tanto dentro de Grecia como en el resto de Europa. Y de ahí la enorme importancia de que la demostración del día 31 de enero aúne a todas las fuerzas que rechazan estas políticas públicas neoliberales, transformándose en una de las mayores demostraciones que ocurran en Europa. Así sería de desear.