jul 27

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 27 de julio de 2015.

Este artículo critica la utilización de las banderas por parte de las derechas, tanto españolas como catalanas, para perpetuarse en el poder, subrayando que a no ser que se redefina qué es España, el tema nacional siempre ocultará el tema social.

Hoy el problema mayor que tiene España es el enorme deterioro del bienestar y calidad de vida de la población, especialmente acentuado entre las clases populares (constituidas por las clases medias y la clase trabajadora) de los distintos pueblos y naciones que constituyen España. Todos los indicadores de calidad de vida y bienestar muestran este gran deterioro, siendo el más llamativo el incremento muy notable de la tasa de suicidios, lo que refleja el enorme estrés al cual están sujetos millones de españoles.

Este deterioro se debe, en gran parte, a la aplicación de políticas públicas llevadas a cabo por los partidos gobernantes en España, incluyendo Catalunya, políticas impuestas bajo la presión y dominio de las instituciones europeas responsables de la gobernanza de la Eurozona (tales como el Consejo Europeo –claramente dominado por el gobierno alemán-, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo o BCE, además del Fondo Monetario Internacional o FMI).

Estas políticas, definidas como neoliberales, consisten en debilitar, por todos los medios posibles, a la clase trabajadora (el centro sociológico de las clases populares) mediante la imposición de leyes y reformas (que no estaban en los programas electorales de los partidos gobernantes) tales como las sucesivas reformas laborales, responsables del enorme deterioro del mercado de trabajo (con un descenso muy notable de los salarios y del número de asalariados, y un gran incremento de la precariedad), y los enormes recortes de derechos laborales y sociales, con un gran descenso del gasto público social que financia las transferencias sociales (como las pensiones) y los servicios públicos del Estado del Bienestar (como la sanidad, la educación, la vivienda social y los servicios sociales, entre otros), los cuales, como consecuencia, han visto deteriorada su accesibilidad y calidad. Toda la evidencia científica existente muestra que tales medidas neoliberales han contribuido a generar la Gran Recesión primero, y a retrasar la recuperación económica más tarde.

El dominio de las derechas

A la luz de estos hechos ampliamente documentados, parece sorprendente que los partidos gobernantes responsables de tanto dolor y sufrimiento continúen siendo partidos mayoritarios hoy, tanto en España como en Catalunya. En realidad, hoy los partidos conservadores, liberales y los socioliberales (que se autodefinen, estos últimos, como socialdemócratas) que llevan a cabo tales políticas han caído en picado en la mayoría de países de la Eurozona, excepto en España. ¿Por qué?

La respuesta es compleja. Pero una de ellas es que dichas fuerzas políticas, e incluso más importante, los intereses económicos y financieros que representan, controlan y dominan las mayores instituciones responsables de la generación y reproducción de valores, noticias e información, tales como los mayores medios de comunicación y persuasión. Tanto los grandes canales de televisión como los mayores rotativos tienen como objetivo persuadir a la ciudadanía de la bondad de las políticas que benefician a esos intereses. Hacer esta observación no quiere decir que no aparezcan voces críticas en tales medios, aunque estas son claramente minoritarias, de manera que su posible impacto es menor e insuficiente para afectar el territorio ideológico dominante que define la “sabiduría convencional” del país, la cual marca las fronteras de lo que es considerado respetable, aceptable y de sentido común, definiendo toda actitud crítica como radical, utópica, irrealizable, totalitaria o, últimamente, bolivariana. En el discurso dominante, incluso términos y conceptos necesarios para entender científicamente y definir la realidad que nos rodea (términos tales como clase social, o clase trabajadora, o lucha de clases) desaparecen completamente. Ni en España ni en Catalunya los dirigentes de izquierdas utilizan ninguno de estos términos, por miedo a aparecer como anticuados. Hago esta observación no como crítica a los dirigentes de izquierdas (pues tal narrativa facilita el ataque del adversario), sino como descripción de una realidad, realidad que, a su vez, tiene sus costes, pues la narrativa que domina y que emplea el término “clases medias” para definir a la clase trabajadora, es limitada para entender, por ejemplo, que el objetivo de tales políticas es precisamente conseguir el debilitamiento de la clase trabajadora. ¿Cómo se explica, si no, el gran decrecimiento de las rentas del trabajo a costa del enorme aumento de las rentas del capital como porcentaje de la renta total?

Los nacionalismos conservadores como elementos clave del mantenimiento del dominio de las derechas

El hecho de que el partido gobernante de la Generalitat de Catalunya, responsable de tales políticas, pudiera ganar el próximo 27 de septiembre las elecciones catalanas es porque, astutamente, ha desarrollado una lista electoral transversal, en la que la figura del Presidente Mas aparece diluida entre muchas otras figuras provenientes de la vida y cultura catalanas (lista que se presenta, erróneamente y sesgadamente, como representante de la nación catalana) llamando a la independencia, con una ruptura con el Estado español, al cual la derecha catalana atribuye la responsabilidad de la crisis social que está causando un enorme dolor a las clases populares en Catalunya. Un punto acordado en la preparación de esta lista por todos los que la han configurado, es que en caso de ganar, el gobierno Mas continuaría gobernando en Catalunya, reproduciendo el dominio político (claramente abusivo) que el partido dominante, con el apoyo del mayor partido independentista, ERC, tiene sobre la gran mayoría de medios de comunicación y persuasión en Catalunya. Lean la prensa en Catalunya y verán que el tema nacional lo absorbe todo, ocultando el auténtico drama social. Dicho abuso se justifica con el argumento de que las clases populares vivirán mejor bajo una Catalunya independiente, ignorando que es más que probable que esta estuviera gobernada por el mismo establishment político-mediático que ha controlado Catalunya desde la Transición. El Ministro de Economía sería probablemente el ultraliberal que quiere privatizarlo todo –desde las pensiones a la sanidad- y a quien la televisión pública TV3 define como el “economista de la casa”, siendo el economista más promocionado en los medios de Catalunya. Y como Ministro de Sanidad habría una persona de idéntica sensibilidad neoliberal que el actual Conseller de Salut, que había sido Presidente de la Patronal Hospitalaria Privada, y que ha dirigido los recortes de gasto público sanitario más fuertes de Europa, privatizando y desmantelando el Servicio Nacional Catalán según un proyecto predeterminado y definido en las declaraciones que hizo al poco de ser nombrado conseller, en las que alentaba a la población en Catalunya a cogerse un seguro privado.

Hoy, CDC, el partido liberal que ha estado gobernando durante el 80% del periodo de gobierno democrático desde la Transición, un partido manchado por la corrupción con quince de sus sedes embargadas, es probable que continúe gobernando durante muchos más años, aplicando las mismas políticas, y ello con la ayuda de un partido que se considera de izquierdas (ERC), que tenía que haber liderado la oposición y que, en lugar de eso, ha sido su mayor apoyo.

El nacionalismo españolista

Pero al otro lado del Ebro nos encontramos con una situación con muchos puntos en común, en la que otro partido conservador neoliberal puede continuar en el gobierno bajo el pretexto de salvar la patria “frente a rojos y separatistas” que amenazan la unidad de España, el mismo grito de batalla utilizado por los golpistas contra la democracia española el 18 de julio de 1936. Y aunque esta expresión aparece en su máximo esplendor en el partido heredero de aquellos que hicieron el golpe y controlaron más tarde el Estado dictatorial en España durante cuarenta años, también está presente en el otro partido mayoritario en el Estado español (con la excepción de “salvarlo frente a rojos”, empleando en su lugar términos como “radicales extremistas” o “bolivarianos”, aunque ahora más frecuentemente como syrizarianos).

Este nacionalismo españolista está enormemente extendido en la cultura política y mediática dominante en España y es el mayor obstáculo para la redefinición de España como un Estado plurinacional en el que las naciones puedan escoger su pertenencia a tal unidad por propia voluntad en lugar de a la fuerza, como impone la famosa Constitución Española, que atribuye al Ejército el garantizar la unidad de España. Y este dominio, también reflejado en sectores de las izquierdas, es el mayor obstáculo para resolver el problema nacional y también el problema social de España. Ahora bien, tales nacionalismos no son equivalentes, pues es primordialmente el nacionalismo españolista el que genera el nacionalismo catalanista. El mayor promotor de votos independentistas en Catalunya es precisamente el Partido Popular. Como decía un tanto cínicamente la Consejera de Educación de la Generalitat de Catalunya, perteneciente al partido liberal, “nosotros generamos catalanistas y el PP nos produce los independentistas”. La actitud de hostilidad del partido gobernante, el PP, hacia la nación catalana explica, en parte, el crecimiento del independentismo en Catalunya.

La urgencia de redefinir España

De ahí la enorme importancia de que las izquierdas consideren la redefinición de España como un proyecto de una enorme urgencia, pues, de no resolverse, los temas nacionales siempre serán hegemónicos, y ocultarán la situación social. Y el hueso más duro de roer es el cambio de las izquierdas españolas, pues son clave para conseguir esta redefinición. De ahí lo enormemente positivo que es que los dos partidos mayoritarios de las izquierdas españolas –Podemos e IU- reconozcan el derecho a decidir de las distintas naciones que constituyen España, de manera que las tensiones territoriales se diluyan para que puedan aparecer en su versión original los autores de las crisis enormes que están ocurriendo, ocultadas bajo el tema nacional. Si se les sacan a Rajoy y a Mas las banderas detrás de las cuales se esconden, quedarán desnudos, pudiendo verles como lo que son, los responsables de las políticas públicas que han hecho tanto daño en este país. Adversarios en el conflicto de banderas, han sido aliados (aprobando leyes e imponiendo medidas) en las Cortes Españolas, causantes de la Gran Recesión y de su lenta e insuficiente recuperación.

Última aclaración. Quisiera acentuar que, con estas notas, no estoy indicando, como maliciosamente se interpretará por voces de los nacionalismos, y muy en particular del dominante en España (cuya mayor característica es definirse como no nacionalista), que todos los nacionalismos son iguales, o que los movimientos independentistas en Catalunya sean de derechas, o que todos estén instrumentalizados por el gobierno de derechas catalán. Repito que no estoy diciendo esto. Lo que digo y repito es que el gobierno Mas está utilizando el tema nacional para esconder el tema social. Para que ello no ocurra, habría que eliminar la sensación de opresión nacional que existe en los llamados “nacionalismos periféricos” y que responde a una realidad ocultada por el nacionalismo españolista.

Ver artículo en PDF

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies