Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 23 de septiembre de 2015, cuya versión original se publicó en catalán en el diario ARA, 22 de septiembre de 2015.
Este artículo muestra los datos que cuestionan lo que constantemente dicen las fuerzas conservadoras y liberales del país de que la sociedad está cohesionada.
Uno de los mensajes que se reproducen con bastante frecuencia es que Catalunya tiene una sociedad cohesionada. Esto parecería significar que, en parte, y como resultado de las políticas públicas llevadas a cabo por las instituciones representativas del gobierno catalán, las distancias sociales se han ido reduciendo, con plena integración de todos los colectivos, independientemente de su clase social o de su bagaje cultural.
Esta percepción deriva de una visión poco crítica con las instituciones representativas catalanas, en cuanto que la evidencia existente no la avala. En realidad, Catalunya es uno de los países con más desigualdades y con menos cohesión social, no tan sólo de España, sino también de la Unión Europea de los Quince (UE-15, el grupo de países con un nivel de desarrollo económico parecido al de Catalunya y España). Su coeficiente de Gini -que mide el nivel de desigualdad de un país- es de 32,6, uno de los más elevados de la UE-15.
Pero, además de ser una de las sociedades menos cohesionadas y más desiguales, también es uno de los países de la UE-15 en los que estas desigualdades han crecido más rápidamente durante el periodo de la Gran Recesión. Así, según datos de Idescat y de Eurostat, el grupo de más renta del país (el 20% de renta superior) pasó de tener 4,7 veces la renta de los de menos renta (el 20% de renta inferior) el año del inicio de la Gran Recesión, el 2007, a tener 5,7 veces esta renta en 2013, un incremento de un 21%, uno de los más altos de la UE-15. La media en la UE-15 es de 4,9 veces. Esta falta de cohesión y de igualdad es incluso más grande cuando se comparan los más ricos de Catalunya (el 10% de la población con más renta) con los más pobres (el 10% de la población con menos renta). Al inicio de la crisis, la renta media del primer grupo era 7,65 veces más grande que la del segundo grupo. Ya el 2012 logró la cifra de 15,35 veces.
Las causas de estas enormes desigualdades y de su exorbitante crecimiento son muchas, pero una de gran relevancia es la escasa capacidad redistributiva tanto del estado central español como de la Generalitat de Catalunya. El caso es incluso más grave durante el periodo de la Gran Recesión, en el que la Generalitat estuvo gobernada, la mayor parte del tiempo, por un partido liberal (CDC, que pertenece al grupo liberal europeo) y un partido conservador (UDC, que pertenece al mismo grupo parlamentario que el partido gobernante en España, el PP) que expandieron las políticas iniciadas por el tripartito. Y la respuesta del tripartito a la crisis económica y financiera fue parecida a la de los gobiernos de sensibilidad socioliberal y conservadora-liberal que han gobernado España. Tampoco pueden atribuirse estas desigualdades a elementos externos a Catalunya, como el constantemente referido “expolio” fiscal. El gran número de políticas públicas que han incrementado las desigualdades han sido políticas aprobadas por los partidos liberales y conservadores catalanes en las Cortes Españolas (como las reformas laborales que han causado el descenso de los salarios y de las rentas del trabajo -de los más bajos de la UE-15-) y en el Parlament de Catalunya (como las políticas de recortes de gasto público).
En realidad, CiU ha gobernado Cataluña el 80% del periodo democrático y no puede a alegar que no tiene responsabilidad en el mantenimiento, la reproducción e incluso la expansión de estas desigualdades. Conforme a su sensibilidad liberal, CDC, partido hegemónico de la federación, ha favorecido durante su largo periodo de mandato la reproducción del llamado “modelo catalán” del estado del bienestar, que ha estado históricamente polarizado por la clase social, con el 20%-30% de la población catalana de renta por encima de la media de Catalunya utilizando los servicios privados (tanto la sanidad como la escuela privadas), y el 70%-75% de la población (la mayoría de las clases populares) utilizando predominantemente los servicios sanitarios públicos y las escuelas públicas. Este estado del bienestar polarizado por clase social es un claro indicador de la descohesión social, puesto que el sistema educativo, por ejemplo, forma ciudadanos de primera clase, que van a las escuelas privadas (que reciben subsidios públicos elevados, llamados conciertos), y ciudadanos de segunda clase, que van a la escuela pública. La mayoría de gobernantes (como los consejeros de CDC y UDC, que han gobernado Cataluña durante el 80% del periodo democrático) se han formado en escuelas privadas, mientras que la mayoría de los gobernados se han formado en escuelas públicas. Una cosa similar pasa con la sanidad, donde las diferencias de utilización de los servicios privados versus los públicos por clase social son también muy notables. Se mire el indicador que se mire, las diferencias sociales son enormes. Uno de los más importantes es que, según los datos de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, los barrios acaudalados de la ciudad (como algunos de los de Sarriá-Sant Gervasi) tienen una esperanza de vida (años que la población vivirá) nada más y nada menos que 28 años (para los hombres) y 24 años (para las mujeres) más larga que la de los hombres y mujeres de algunos de los barrios de Sants-Montjuïc, concretamente del barrio de la Marina del Prat Vermell. Por cierto, la mayoría de la ciudadanía en Sarriá-Sant Gervasi habla en catalán, y la mayoría en Sants-Montjuïc habla en castellano y otras lenguas. Según todos estos datos, hablar de la sociedad catalana como cohesionada es poco creíble.