Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 30 de septiembre de 2015.
Este artículo analiza la situación política en Catalunya causada por las estrategias escogidas por los partidos independentistas, que han polarizado a la población catalana, debilitando a las izquierdas de una manera muy notable.
El mayor problema que tiene Catalunya hoy
El problema mayor que tienen las clases populares en Catalunya, que constituyen la mayoría de la población catalana, es el enorme deterioro de su bienestar, deterioro que se ha acentuado de una manera muy marcada durante la crisis económica y financiera conocida como la Gran Recesión. Los datos están ahí para aquellos que quieran verlos, por mucho que algunos gurús económicos que aparecen en las principales cadenas de televisión en Catalunya (y muy en particular en la televisión pública catalana TV3) quieran negarlo. El mercado de trabajo, que nunca fue muy boyante, ha empeorado dramáticamente, alcanzando niveles de desempleo y precariedad nunca antes vistos en el periodo democrático. Este empeoramiento de las condiciones de trabajo ha debilitado enormemente al mundo del trabajo, causando un gran declive de los salarios, hoy de los más bajos de España y de la Unión Europea de los Quince, UE-15, el grupo de países de semejante nivel de desarrollo al de Catalunya y el resto de España.
Y complementando el deterioro del mercado de trabajo, hemos visto la reducción y privatización de los servicios públicos del Estado del Bienestar, tales como sanidad, educación, servicios sociales, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, vivienda social y otros, que han creado una gran inseguridad, con un descenso de la calidad de vida de las clases populares. Una consecuencia de este deterioro ha sido la creciente polarización, por clase social, en la utilización de aquellos servicios públicos. Dicho deterioro, causado por los recortes del gasto público social, ha significado un incremento del sector privado de la sanidad y de la educación a base de un descenso del sector público (aun cuando este último ha continuado siendo mayoritario). Hoy el 25%-30% de la población catalana (por regla general de mayores ingresos) utiliza los servicios privados, y el 70-75%, las clases populares, utiliza predominantemente los públicos. Esta polarización se ha acentuado durante la Gran Recesión. Tal realidad, que ha sido ocultada o negada en la mayoría de los grandes medios de comunicación de la Generalitat, empeorará considerablemente como consecuencia del resultado de las elecciones de ayer. ¿Por qué?
¿Por qué el retraso social de Catalunya?
Para responder a esta pegunta tenemos que entender las causas reales de tal retraso social, causas ocultadas en los grandes medios (ver mi artículo “Las causas reales (y ocultadas) del subdesarrollo social de Catalunya”, Público, 14.09.15). En realidad, el tema social ha aparecido muy poco durante la campaña electoral, excepto para atribuir tal deterioro al famoso “expolio de Catalunya por parte de España”, argumento utilizado por la mayoría de los partidos independentistas, y muy en particular por el partido gobernante de la Generalitat de Catalunya, el partido liberal CDC, y su aliado ERC (que controlan los mayores medios de información públicos, TV3 y Catalunya Ràdio, y que gozan también de gran influencia en los medios televisivos privados basados en Catalunya –como, por ejemplo, 8tv-). El tamaño real del déficit fiscal (y no el exagerado utilizado por los partidos independentistas) es importante y no debe desmerecerse. En realidad, incluso el economista Josep Borrell (que ha sido el economista más crítico con las cifras exageradas utilizadas por el Presidente de CDC y de la Generalitat, el Sr. Artur Mas y por el Presidente de ERC, el Sr Oriol Junqueras, así como por los gurús económicos de TV3) reconoce la existencia de un déficit fiscal que es mayor que el que pueda justificarse por meras razones de solidaridad con el resto de España. Pero lo que tales voces ignoran es que el enorme deterioro y retraso social de Catalunya no puede explicarse la existencia de tal déficit fiscal. El retraso y el déficit social (que es la diferencia entre lo que Catalunya se gasta en su Estado del Bienestar y lo que debería gastarse por su nivel de desarrollo económico) es muy superior al supuesto expolio fiscal.
El gran retraso social se debe primordialmente a otros factores. Uno de ellos es el gran dominio que las fuerzas conservadoras (que a nivel popular se las llama las derechas) han tenido sobre las mayores instituciones financieras, económicas, políticas y mediáticas en Catalunya durante la mayoría del periodo democrático. El instrumento político de este enorme grupo de poder ha sido la coalición de un partido liberal (CDC) y de un partido cristiano-demócrata (UDC) que, bajo el dominio del primero, ha gobernado Catalunya el 80% del tiempo que este país ha tenido democracia (con la excepción de los 7 años del gobierno del tripartito de PSC, ERC e ICV-EUiA). Esta coalición (CDC-UDC) ha sido el centro del establishment catalán, conocido como el pujolismo, que ha controlado la Generalitat de Catalunya, gobernándola como si fuera su propiedad particular, gestionando el país con un clientelismo que dio pie a una enorme corrupción, ocultada por los mayores medios de información, los cuales lo presentaban como el oasis catalán, cuando en realidad era un pozo de enorme podredumbre que todavía no se ha descubierto en su totalidad, debido precisamente al todavía poderoso entramado del pujolismo, del cual el actual partido gobernante CDC es heredero.
Este poder del pujolismo en Catalunya se ejercía con la complicidad del Estado español que, como resultado de la manera inmodélica como se hizo la Transición de la dictadura a la democracia en España, ha estado gobernado por las fuerzas de ultraderecha herederas de aquellos que habían controlado el Estado dictatorial (y que gestionaron tal Estado de manera semejante a como el pujolismo gobernaba Catalunya), y por el PSOE, el cual se adaptó a este Estado. Y, aun cuando tuvieron lugar reformas significativas en España (que beneficiaron a Catalunya) bajo el mandato del PSOE, el Estado central español ha estado controlado mayoritariamente por el PP.
Durante la inmodélica Transición de la dictadura a la democracia, no hubo una ruptura con el Estado anterior, sino una serie de transformaciones dentro de los aparatos de aquel Estado que se han ido abriendo para incorporar y dar cabida primordialmente a este último, al PSOE. Esta incorporación incluyó también a los partidos nacionalistas periféricos como CiU y el PNV. La alianza de los gobiernos CiU con los gobiernos centrales ha sido una constante, especialmente acentuada con los gobiernos de derecha, cuyos partidos pertenecían a las mismas familias políticas que CDC y UDC. Las políticas derivadas de esta alianza explican el retraso social de Catalunya -y de España- y la polarización de la sociedad catalana -y de la española- (ver mi artículo “¿Catalunya es una sociedad cohesionada?”, Público, 23.09.15).
El deterioro social se acentuó durante la Gran Recesión
Las alianzas entre las derechas catalanas y las españolas se dieron con especial intensidad durante la Gran Recesión. Y la evidencia existente muestra que las causas más importantes del deterioro social que ha estado ocurriendo en Catalunya fueron las políticas públicas aprobadas por CDC y por UDC en las Cortes Españolas, en apoyo a las propuestas del PP. El deterioro del mercado de trabajo catalán, por ejemplo, ha sido consecuencia de la reforma laboral aprobada por CDC, UDC y por el PP en las Cortes Españolas. Y los recortes de gasto público social en Catalunya fueron también consecuencia de la Ley de Estabilidad Presupuestaria aprobada también por CDC, UDC y por el PP. Referirse al déficit o “expolio” fiscal de Catalunya por parte de España (como hacen muchos gurús económicos independentistas que aparecen en los mayores medios de información de la Generalitat de Catalunya, TV3 y Catalunya Ràdio) como causa de este deterioro carece de credibilidad, pues CDC, como partido liberal que es, ha estado implementando las mismas políticas neoliberales en Catalunya que el PP ha estado aplicando en España, y que son las mismas políticas que se han estado aplicando por los miembros del establishment conservador-neoliberal que domina la gobernanza de la Eurozona (desde el Consejo Europeo hasta la Comisión Europea y al Banco Central Europeo). Todas estas fuerzas políticas estaban actuando coherentemente con su ideario político, e incluyen todas ellas medidas que favorecen las rentas de capital a costa de las rentas del trabajo (ver mi reciente libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante. Anagrama, 2015).
¿Qué pasará ahora, después de las elecciones?
Hoy, el partido gobernante de la Generalitat de Catalunya, cuyas políticas públicas neoliberales han contribuido al gran deterioro, probablemente continuará gobernando Catalunya, pues este era el acuerdo entre CDC y ERC para establecer la lista independentista Junts pel Sí. Es cierto que la coalición CDC y UDC será sustituida por una coalición de CDC con ERC, pero la formación dominante continuará siendo el partido liberal CDC. Y aunque esta coalición no tiene la mayoría suficiente para nombrar al nuevo presidente del gobierno, es probable que cuente con el apoyo del partido radical independentista, CUP, el cual ha indicado que su principal objetivo político es alcanzar la independencia, habiendo colaborado activamente con CDC para conseguir tal objetivo. Es, pues, fácil de prever que tal partido (por el cual tengo gran simpatía por muchas de sus propuestas económicas y sociales), sometido a la gran presión de las direcciones de los movimientos independentistas, como ANC y Òmnium Cultural, próximos al gobierno Mas, terminará apoyando el nombramiento de Artur Mas como Presidente de la Generalitat, continuando así el gobierno de tal partido en Catalunya con consejeros añadidos de ERC e independientes.
Y lo que es incluso más preocupante es que el equipo económico de CDC será incluso más neoliberal que el actual. El economista independentista de mayor visibilidad mediática en los medios de comunicación de la Generalitat de Catalunya es el Sr. Sala i Martín, uno de los economistas neoliberales más extremos que aparecen en tales medios, y que a partir de octubre estará añadiendo a su programa “Classe d’economia”, de TV3, otro nuevo, en el que continúa promocionando el neoliberalismo. Como he indicado en varias ocasiones, TV3 y Catalunya Ràdio han estado promoviendo, junto al independentismo, el neoliberalismo, sin que ello, sorprendentemente, haya originado una protesta de las izquierdas, y todavía menos de la CUP. Otro economista, hoy en la lista de Artur Mas Junts pel Sí, y que seguramente figurará en el próximo gobierno catalán, será el Sr. Oriol Amat, bien conocido por su liberalismo, y que ha indicado que la nueva Catalunya será muy “business friendly”. No estoy en contra de que un gobierno desarrolle políticas que favorezcan la inversión empresarial. Pero esta expresión utilizada en la narrativa liberal siempre ha significado la promoción de políticas neoliberales Y, confirmando lo dicho, todos los programas de promoción de la nueva Catalunya independiente afines a CDC, han incluido siempre propuestas y contenido de clara sensibilidad neoliberal.
El neoliberalismo de Ciudadanos
Pero lo que enfatizará todavía más el dominio de la cultura neoliberal en Catalunya será la victoria de Ciudadanos, que es un partido liberal (perteneciente a la misma familia y grupo político en el Parlamento Europeo que CDC) y que es el instrumento político del IBEX-35. Su equipo económico, dirigido por el Sr. Luis Garicano, es muy cercano al de la gran patronal española y catalana. En realidad, el blog de referencia de los economistas neoliberales Nada es Gratis fue fundada por el Sr. Garicano y financiado durante mucho tiempo por FEDEA, el think tank de las mayores empresas del IBEX-35. Los dos grandes partidos liberales (CDC y Ciudadanos) competirán, pues, en su neoliberalismo, convirtiéndose este pensamiento incluso en más dominante, pues el primer partido de la oposición enfatizará todavía más las reformas laborales y el equilibrio presupuestario (causa del deterioro del bienestar del pueblo catalán) que ha implementado el gobierno CDC. Este es el panorama que se ofrece a partir de ahora en Catalunya.
¿Cuál es el futuro de las izquierdas en Catalunya?
Muy problemático y difícil. La coalición Junts pel Sí, liderada por el partido liberal CDC, centró su campaña electoral en el tema nacional independentista, presentando las elecciones como plebiscitarias, lo cual, además de ocultar la gestión de la crisis por el gobierno de CDC, desvió exitosamente la centralidad del debate electoral hacia la famosa dicotomía Sí o No a la independencia, tema que previsiblemente aumentó la participación electoral (en ambos sentidos, Sí y No) de una manera muy notable.
El crecimiento muy destacable del independentismo podría tener un efecto positivo, pues tal movimiento expresa un gran descontento que existe en Catalunya hacia el Estado español, centrado en el establishment político-mediático de la capital del Reino (que no tiene nada que ver con el Madrid popular). Tal descontento, por cierto, es compartido por amplios sectores de las clases populares de los distintos pueblos y naciones de España. Ahora bien, tal descontento se ha expresado en el movimiento independentista de una manera predominantemente identitaria, defendiendo a Catalunya y su cultura frente a España y la suya.
Y este ha sido uno de sus grandes errores, pues dicho enfoque movilizó a las otras identidades en Catalunya que se sintieron amenazadas, lo que fue aprovechado por Ciudadanos y el PP como una manera de activar a ese votante con identidad no independentista. Se movilizaron así las dos Catalunyas (los catalanes y “los otros catalanes”), lo que impidió que los independentistas consiguieran la mayoría de votos que deseaban, pues los no independentistas en Catalunya son numéricamente superiores a los independentistas. Y de ahí que el resultado del supuesto plebiscito fuera negativo. La mayoría del pueblo catalán no aprueba la separación de Catalunya de España. No hay, pues, un mandato para llevar a cabo tal separación. Presentar las elecciones como independencia Sí o No fue, pues, un gran error para los independentistas.
Ahora bien, lo ocurrido como consecuencia de centrar el debate político en el tema nacional, ha transformado completamente el panorama político de Catalunya, y puede que de España, en una dirección muy desfavorable a las izquierdas. El gran triunfo de Ciudadanos fue debido precisamente a ello. La constante negativa de los partidos independentistas a reconocer la existencia de más de una Catalunya (promoviendo el eslogan “Som un sol poble”, “Somos todos parte del mismo pueblo”) ha quedado fácilmente desacreditada con los datos electorales. El voto a Ciudadanos fue el más identitario, señalando su rechazo al independentismo y su afirmación de pertenencia a España. Fue el voto más transversal, consiguiendo, sin embargo, su máximo apoyo en los barrios obreros, donde la mayoría habla castellano. En Hospitalet, Santa Coloma de Gramenet, Sant Adrià o Cornellà alcanzó sus niveles de apoyo más altos, 23 y 24% del voto. Fue en estos municipios de mayoría de clase trabajadora donde Junts pel Sí y la CUP consiguieron menos apoyo electoral. Y fue en estos mismos municipios donde el PSC y Catalunya Sí que es Pot (CSQP) consiguieron mayores porcentajes del voto emitido. Por el contrario, en distritos de un promedio de renta superior, como Gràcia y Sarrià-Sant Gervasi (donde la mayoría de la población habla catalán), Junts pel Sí y la CUP consiguieron sus mejores resultados, y el PSC y Catalunya Sí que es Pot los peores. Centrar el debate electoral en el tema nacional, forzando una elección en términos plebiscitarios, polarizó el electorado, apareciendo dos Catalunyas diferenciadas por clase social y por idioma hablado, cuestionando el supuesto independentista de que “som tots el mateix poble”.
La vía antidemocrática a la independencia
La ley electoral catalana, que es una copia de la ley electoral española, fue una ley diseñada por el gobierno Suárez, al principio de la Transición, con el objetivo de discriminar a los territorios urbanos, donde se concentraba la mayoría de la clase trabajadora. Incluso sus propios diseñadores así lo reconocieron más tarde. Como consecuencia, el voto de un ciudadano de Lleida tiene mucho más valor que el voto de un ciudadano que viva en Barcelona. En realidad, su voto vale el doble. Como consecuencia de esta falta de proporcionalidad del sistema electoral, la lista Junts pel Sí consiguió 62 escaños, que junto con los 10 de la CUP, consiguieron una mayoría que según han indicado los independentistas les permite iniciar el proceso hacia la independencia de Catalunya. Si el sistema electoral fuera auténticamente proporcional, Junts pel Sí tendría 55 en lugar de 62 escaños, y la CUP tendría 12 escaños en lugar de 10, con lo cual la suma de escaños (67) no alcanzaría los 68 necesarios para nombrar al nuevo gobierno catalán, necesitando otro partido para alcanzar la mayoría en el Parlament. Estos datos, raramente presentados en los medios, muestran el carácter antidemocrático del proceso independentista, que quiere conseguir la independencia a base de conseguir una mayoría parlamentaria que no se corresponde con la mayoría de la población. La constante referencia de los partidos independentistas, incluyendo la CUP, hacia su mandato no se corresponde con la realidad.
La alternativa soberanista al independentismo
El énfasis en el independentismo, en lugar del soberanismo, ha tenido consecuencias negativas, incluso, por cierto, para el propio independentismo. Las encuestas muestran que la mayoría de catalanes (alrededor de un 80%) se consideran soberanistas, es decir, que desean tener el derecho a decidir, esto es, que sea el pueblo catalán el que decida su relación con el Estado español. Esta confusión o manipulación, identificando independentismo con soberanismo, oculta lo que es verdaderamente novedoso en Catalunya, que es la aceptación generalizada entre el pueblo catalán del derecho a decidir o soberanismo. Derecho a decidir quiere decir derecho a escoger. Y una alternativa, naturalmente, es la independencia, pero no la única.
Sin desmerecer el mérito de los partidos independentistas que han visto crecer el apoyo del electorado de una manera muy notable, cuatro situaciones explican que no hayan alcanzado una mayoría. Una ha sido que el movimiento independentista ha estado liderado por un partido de derechas, que muy hábilmente ha utilizado a dicho movimiento para perpetuarse en el poder. Ahora bien, es difícil que un partido que es percibido como responsable de las políticas neoliberales, alcance la mayoría de apoyos entre las clases populares. En realidad, tanto CDC como ERC (que apoyó los presupuestos de austeridad del gobierno CiU) han visto descender su apoyo electoral. Solo la CUP, que ha sido crítico del gobierno CiU, ha visto crecer su apoyo significativamente. La captación de la dirección del movimiento independentista por parte del partido liberal CDC (con el apoyo de ERC) generó un silencio ensordecedor de la ANC y de Òmnium Cultural hacia el enorme deterioro del bienestar de la población (consecuencia de las políticas aplicadas por el partido gobernante) que afectó predominantemente a las clases populares, de donde procedió la mayoría del voto no independentista. De ahí que la mayoría de las clases populares no lo apoyaron. La paradoja es que gran parte de estas clases populares votaron a otro partido liberal, Ciudadanos, que implementaría políticas semejantes a las impuestas por CDC en caso de gobernar. Pero la mayoría de sus votantes no eran ni siquiera conscientes del carácter liberal de tal partido. Le votaron por su españolismo, en contraposición al independentismo de CDC, ERC y CUP.
La segunda situación, que ha dificultado el objetivo del movimiento independentista, ha sido la apuesta del movimiento independentista en convertir las elecciones en plebiscitarias, lo cual ha dividido a la población catalana entre la mayoría que no quiere la independencia y la minoría (muy elevada, pero minoría) que si la quiere. Las dos Catalunyas se han expresado con toda intensidad en el día de las elecciones, y la que no quiere la independencia es mayor que la que la quiere. Hacer estas elecciones plebiscitarias ha acentuado la polarización de la población catalana.
Esta situación se ha complicado todavía más cuando tal polarización de la población se entrelaza con otras relacionadas con la estructuración social del país. Como he indicado antes, los sectores que no son independentistas pertenecen más a la clase trabajadora que los independentistas. Y ahí es donde el independentismo ha perjudicado la causa soberanista, haciéndola incluso más difícil. Si la elección hubiera sido sobre soberanía Sí o No, hubiera ganado el Sí con una gran mayoría, incluyendo grandes sectores de las clases populares. Quererse saltar el soberanismo para llegar directamente al independentismo ha llevado predeciblemente a esta situación insostenible para el independentismo.
La alternativa que las izquierdas deberían haber propuesto
Si el rechazo al Estado central se hubiera basado más en el tema social que en el tema identitario, las posibilidades de unir en lugar de dividir las dos Catalunyas hubieran sido mayores, puesto que el rechazo a las políticas neoliberales impuestas por la alianza de las derechas catalanas con las españolas es un rechazo generalizado, transversal y mayoritario, ya que la mayoría de la población catalana ha sido afectada negativamente por tales políticas. Ello hubiera requerido enfatizar el tema social en lugar del nacional, aliándose a la vez con las fuerzas políticas y movimientos sociales de otras partes de España para cambiar el Estado central y el Estado catalán o Generalitat, con el objetivo de democratizarlos. Y es en este contexto que la demanda de soberanía y derecho a decidir, ampliamente aprobada por el pueblo catalán, hubiera sido más exitosa y hubiera contado además con el amplio apoyo de los movimientos sociales y políticos que están redefiniendo España, apoyo que hubiera ayudado enormemente a las fuerzas soberanistas en Catalunya.
La estrategia del independentismo (independencia Sí o No, promovida por la casi totalidad de los medios en Catalunya) ha hecho que esta estrategia alternativa no fuera posible. Ha dominado la visión estratégica del independentismo, que se ha basado en promocionar una visión de España muy opresiva, incapaz de cambiar, confundiendo el establishment político-mediático borbónico, centrado en la capital del Reino (que tiene poco que ver con el Madrid popular), con España. Cualquier voz que ofreciera la posibilidad de establecer otra España y otro Estado fue objeto de gran hostilidad por parte de los independentistas. En realidad, durante la campaña electoral y en los debates políticos, la mayor agresividad de Artur Mas fue hacia Pablo Iglesias, que había indicado que Podemos aceptaba el derecho a decidir del pueblo catalán, indicando repetidamente, tanto en Catalunya como en Madrid, que Podemos consideraba a Catalunya como una nación, con el derecho a la autodeterminación. Se refirió muchas veces a la necesidad de que hubiera un referéndum vinculante en el que la población de Catalunya pudiera decidir sobre permanecer o salirse de España. Una agresividad semejante hacia Pablo Iglesias presentó el Sr. Antonio Baños, el nuevo dirigente de la CUP, cuyo primer adversario en el debate de candidatos de TV3 parecía ser Catalunya Sí que es Pot más que Junts pel Sí. En realidad, esta opción política (CSQP) fue la más discriminada en los medios públicos de la Generalitat (por no ser independentista) y en los medios privados en Catalunya (por representar una amenaza a los intereses económicos de aquellos que los poseen).
Es sorprendente que las izquierdas españolas, como Podemos e IU, que han indicado su apoyo a la autodeterminación de Catalunya, sean recibidas con tanta hostilidad, no solo por las derechas, sino por amplios sectores de las izquierdas independentistas catalanas. Solo la polarización creada por el independentismo explica tal situación, que beneficia a las derechas a los dos lados del Ebro.
Ni que decir tiene que la primera responsable de esta polarización ha sido la enorme agresividad del establishment central borbónico, controlado por los dos partidos mayoritarios, que han sido la mayor causa del crecimiento del independentismo (ver mi artículo “¿Por qué crece el independentismo en Catalunya?”, Público, 21.09.15). Y aun cuando la mayor hostilidad ha procedido del PP (el heredero del franquismo), también ha aparecido en el PSOE (incluyendo las declaraciones de Felipe González) y en todos los rotativos basados en Madrid, desde La Razón a El País y El Mundo. De ahí lo enormemente positivo que las nuevas fuerzas que están apareciendo en España (y en Catalunya) se alíen y colaboren para cambiar Catalunya y también para cambiar España. Sin lo segundo, lo primero será mucho más difícil. Las izquierdas independentistas deberían ser conscientes de ello. Me da la impresión de que no lo son. Y de ahí que estas divisiones, como siempre acompañadas de grandes dosis de sectarismo, estén causando un enorme daño a las clases populares tanto de Catalunya como de España, debilitando así sus defensas e instrumentos necesarios para defender sus intereses. Estas son las consecuencias de anteponer los temas nacionales sobre los sociales. Hoy Catalunya está polarizada y nunca antes las izquierdas han estado tan débiles como ahora.