Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 8 de octubre de 2015.
Este artículo critica y denuncia la manipulación que está ocurriendo de las noticias sobre el conflicto de Ucrania, encaminadas a demonizar al gobierno ruso, presentándolo como el agresor responsable de las tensiones. El artículo señala que esta campaña de demonización responde a intereses del complejo militar-industrial que todavía ejerce una gran influencia sobre el gobierno federal de EEUU.
Cuando se inició la crisis en Ucrania escribí varios artículos en los que criticaba el renacer de la Guerra Fría en Europa y las crónicas realizadas sobre lo que ocurría en aquel país por parte de los mayores medios de comunicación españoles un tanto contaminados por remanentes de aquella guerra («Ucrania y la Guerra Fría», Público, 03.04.15; «La nueva Guerra Fría que puede convertirse en Guerra Caliente entre EEUU y la UE contra Rusia», Público, 04.09.14; y «La complicidad de los medios en el establecimiento de la nueva Guerra Fría», El Plural, 02.06.14). Por regla general, el conflicto se presentaba como resultado de los “deseos imperialistas” del Presidente Putin en Rusia, que intentaba reconstruir el antiguo imperio soviético, presentando la invasión de Crimea como prueba de ello.
En mis artículos indiqué que, en este reportaje sesgado de lo que ocurría en Ucrania, se ignoraban o desconocían las intervenciones de lo que el Presidente Eisenhower había llamado en su día el complejo industrial militar, que había provocado la intervención rusa en Ucrania, en su intento de reavivar la Guerra Fría. La desaparición de la Unión Soviética, considerada como el mayor enemigo de EEUU, y la aparición del terrorismo islamista , su mayor adversario ahora, han representado un gravísimo problema para la industria militar en EEUU. Es difícil justificar el enorme gasto público militar cuando el mayor enemigo ha desaparecido, y el nuevo, el terrorismo islamista, se presenta como inmune a las armas, incluidas las nucleares, que el complejo militar-industrial produce.
La única solución para que tal complejo industrial-militar continúe existiendo es recuperar al enemigo, presentando ahora a Rusia como el sustituto de la Unión Soviética, y a Putin como el nuevo Presidente imperial que quiere expandir su área de influencia, invadiendo partes de lo que había sido su imperio, como lo era Crimea (la cual, por cierto, había sido parte de Rusia hasta el año 1954).
Aclaraciones personales
Como ya indiqué en aquellos artículos, y a fin de que no se me encasille de pro-soviético, siento la necesidad de decir que en su día fui muy crítico con la Unión Soviética, hasta tal punto que mis libros sobre aquel país fueron prohibidos allí, pasando yo a engrosar la lista de “personas non gratas” por el gobierno soviético. Y también indiqué que Putin no era santo de mi devoción. Antes al contrario, he escrito muy críticamente sobre la oligarquía rusa que tal personaje representa.
Ahora bien, lo que deseo ahora expandir no es mi crítica sobre Putin, sino mi crítica sobre EEUU, de su complejo militar-industrial y de su enorme influencia en el Departamento de Estado (equivalente al Ministerio de Asuntos Exteriores) de EEUU, país que conozco bien por haber vivido allí medio siglo. Fue el Departamento de Estado de EEUU, y no el gobierno de Putin, el que inició la crisis. Se han ido conociendo más y más documentos que corroboran los que ya había escrito en aquellos artículos (ver Robert H. Wade, “Reinterpreting the Ukraine Conflict: The Drive for Ethnic Subordination and Existential Enemies”, Challenge, July-August 2015). Fue el gobierno de EEUU (concretamente la oficina europea del Departamento de Estado del gobierno federal de EEUU) el que planeó y ejecutó el golpe de Estado que destituyó al democráticamente elegido Presidente Yanukovich, el cual había rechazado pedir un préstamo al Fondo Monetario Internacional, pidiéndoselo, en cambio, al gobierno ruso. Putin había puesto como condición para otorgar tal préstamo que Ucrania no se aliara y pasara a incorporarse a la OTAN. Esta petición era casi idéntica a la que se había aplicado durante el siglo XX en Latinoamérica, por parte del gobierno de EEUU. Se llamaba la doctrina Monroe, que explícitamente imponía el Estado Federal de EEUU, en el que se indicaba que ningún Estado de aquel continente podría pertenecer a cualquier alianza que fuera hostil a los intereses de EEUU. En realidad, el gobierno federal de EEUU intervino frecuentemente en partes de Latinoamérica, derrocando gobiernos que consideró poco receptivos a sus intereses (incluso hoy el gobierno de EEUU no toleraría que México, por ejemplo, formara una alianza militar con Rusia o China).
¿Por qué Putin intervino en Crimea?
Rusia se alarmó cuando tuvo lugar el golpe en contra del Presidente Yanukovich, al que había considerado su aliado. Ahora bien, lo que ya consideró como una provocación, fue que el nuevo gobierno dejara de considerar el idioma ruso como segunda lengua oficial del país, discriminando de esta manera a la minoría rusa (que representaba la mayoría de la parte este de Ucrania). Mírese como se mire, no dejó de ser un acto provocador, que se acentuó todavía más con la presencia activa de oficiales del gobierno federal de EEUU en el territorio de Ucrania, ofreciendo ayuda a los golpistas, hablándose incluso de la integración de Ucrania en la OTAN. Era imposible y poco razonable esperar que Rusia y su gobierno aceptaran esta situación. Y de ahí su intervención preventiva en Crimea (a petición del gobierno regional de Crimea, donde la mayoría de la población es rusa), para evitar que su salida al Mar Negro (la única salida al mar en el sur de Rusia) fuera bloqueada como consecuencia de las medidas tomadas por el nuevo gobierno.
Es a partir de entonces cuando se intentó crear esta imagen de que Rusia estaba recuperando su vocación imperialista, armando, además, a los pro-rusos de la parte Este de Ucrania. Fue así como la Guerra Fría comenzó de nuevo, presentando a Rusia, de nuevo, como “el enemigo de Occidente”. Pero varios de los ex dirigentes del Servicio de Inteligencia de EEUU han hecho un gran favor a la población estadounidense (que está más que harta de tantas guerras), al denunciar que la información que la oficina europea del Departamento de Estado (lleno de profesionales heredados de los gobiernos republicanos anteriores) estaban proveyendo información errónea y manipulada a los gobiernos europeos occidentales, documentando las falsedades contenidas en tales informes. Incluso algún periódico europeo, como Der Spiegel en Alemania, ha señalado que “datos exagerados y falsos se han presentado al gobierno alemán sobre la situación en Ucrania, procedentes de la agencias de inteligencia estadounidenses y de la OTAN, que están haciendo perder su credibilidad”. Uno de ellos es el supuesto apoyo militar a los pro rusos del este de Ucrania, claramente exagerando el tamaño y naturaleza de tal ayuda.
Mientras, el nuevo gobierno, presidido por el pro-estadounidense Petro Poroshenko, ha establecido una Comisión para redactar una nueva Constitución en la que se excluya el idioma ruso como idioma también oficial del país. También, el mismo gobierno está imponiendo las políticas de austeridad como prólogo para alcanzar la rectitud oficial que le permita pedir prestado dinero al FMI.