Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 13 de abril de 2016.
Este artículo es una crítica a las recientes declaraciones de Carlos Jiménez Villarejo contra Podemos. Se señalan los desacuerdos, crítica por crítica, presentando argumentos y evidencias que las cuestionan.
Antes de contestar las críticas a Podemos de Carlos Jiménez Villarejo me siento en la necesidad de hacer tres aclaraciones. Una es que le tengo gran estima, le considero un amigo y un gran catalán y español, que ha hecho muchísimo por Catalunya, mostrando la enorme corrupción del establishment político que ha gobernado Catalunya durante la mayoría de años desde el fin de la dictadura, con la excepción del periodo corto del tripartito.
Habiendo dicho esto, también tengo que subrayar que estoy en desacuerdo, no solo con los argumentos que está utilizando frente a Podemos, sino con la manera y con la forma en la que los expresa, así como en los fórums en donde los presenta. Un intelectual de izquierdas tiene que ser siempre cuidadoso de que sus críticas a las izquierdas no puedan ser utilizadas parar reforzar las derechas, tal como él está haciendo, sin lugar a dudas de una manera inconsciente. Pero lo está haciendo. No es de extrañar que medios claramente hostiles a las izquierdas en general y a Podemos en particular, como El País, le estén publicando entrevistas que refuerzan la sabiduría convencional del establishment político-mediático contra Podemos, el movimiento político al que quieren destruir.
La tercera clarificación que siento la necesidad de hacer es que no soy miembro de ningún partido político. Y aun cuando aconsejo a mis estudiantes a los dos lados del Atlántico Norte que militen en partidos, decidí a la vuelta del exilio, al reintegrarme en la vida académica y política del país, apoyar a todas las fuerzas progresistas que me pidieran ayuda. Y así lo he hecho. Asesoré a muchos gobiernos del PSOE, ayudé a gobiernos municipales de IU, y en Catalunya he asesorado prácticamente a todos los partidos y movimientos progresistas. Y ha sido un placer para mí asesorar al movimiento-partido Podemos que considero una de las mayores esperanzas para el cambio que este país necesita. De ahí que sienta la necesidad de defender a Podemos frente a ataques injustos como los que Villarejo hace en sus frecuentes declaraciones recientes, pues, a pesar de los errores y debilidades de Podemos (que son menos de los que se magnifican en los medios), Podemos es hoy la mayor fuerza transformadora a nivel de España, junto con otros partidos – como En Comú Podem, En Marea, Compromís– con los cuales se ha aliado en un proyecto común, y con otros con los que también debería aliarse, como IU. Ni que decir tiene que las opiniones que expreso son las mías, pues tal partido Podemos tiene mejores portavoces y más elocuentes que yo en su defensa. Paso ahora a analizar los argumentos, tal como Villarejo los ha ido presentando.
Critica nº 1. El hecho de que Podemos no apoye la coalición PSOE-Ciudadanos significa que es responsable de la continuación del gobierno Rajoy
Este argumento ha sido empleado miles de veces por el PSOE, por Ciudadanos y por El País (que sistemáticamente apoya a Ciudadanos), entre muchos otros. Pero tal supuesto asume erróneamente que la coalición PSOE-Ciudadanos es la única posible. Y ello no es cierto. Siempre ha habido otra alternativa que sería mucho más transformadora que la alternativa que todos ellos apoyan, y es que se formara un gobierno de coalición de las izquierdas –PSOE, Podemos, En Comú Podem, En Marea, Compromís e IU– con el apoyo del PNV, y sin el apoyo pero con la abstención de ERC y Convergència (he detallado en otro artículo cómo ello podría ocurrir; ver “En defensa de Podemos: sí hay alternativas”, Público, 08.03.16). Esta alternativa nunca ha sido considerada en serio por el PSOE. La evidencia de que ello ha sido así es abrumadora. No se puede ignorar u ocultar este hecho.
Las razones por las cuales no se ha considerado esta alternativa son varias. Pero la más importante es el hecho de que la dirección del PSOE, y sobre todo de su equipo económico, está estancada en la cultura liberal y en las políticas neoliberales que la mayoría de la socialdemocracia en Europa ha hecho suyas, estancamiento que se debe al maridaje y a la complicidad de la dirección del PSOE con el establishment financiero y económico del país. Y esto no es un mero eslogan izquierdista. Es una realidad ampliamente documentada. Y sus políticas económicas, así como el equipo económico que las configuró, son un ejemplo de ello.
Mi área de trabajo son las políticas públicas, que es un área de conocimiento que mezcla macroeconomía, economía política y ciencias políticas, y sé de lo que hablo. La reacción del gobierno Zapatero frente a la crisis de 2008 fue una respuesta neoliberal de libro de texto, lo cual podía predecirse analizando su equipo económico. He escrito extensamente sobre ello. Y el PSOE nunca ha hecho una autocrítica sobre la aplicación de sus políticas neoliberales, tanto de su reforma laboral (que inició el descenso salarial y el debilitamiento de los sindicatos, con el notable deterioro del mercado de trabajo) como de sus recortes de gasto público social, políticas públicas que fueron continuadas y expandidas por el PP. Hoy su equipo económico está dirigido por un economista que en su día estaba en contra de subir los impuestos y el gasto público (ver mi artículo “El fracaso del socialismo liberal”, Público, 23.08.13), en uno de los países que tiene uno de los gastos públicos per cápita más bajos de la UE-15 (el grupo de países de la UE de semejante nivel de desarrollo al español).
Este equipo económico del PSOE es mucho más próximo al equipo económico de Ciudadanos (cuyo dirigente es el economista, también neoliberal, Luis Garicano, uno de los fundadores del blog de Nada es gratis -financiado durante mucho tiempo por el IBEX-35-, y que ha apoyado la reforma laboral sumamente regresiva del Partido Popular) que al equipo económico de Podemos.
La alianza PSOE-Ciudadanos no permitiría el cambio que el país necesita
El hecho de que el equipo económico del PSOE esté estancado en el pensamiento neoliberal explica que desde el principio y después del 20D, el PSOE escogiera la alianza con Ciudadanos en detrimento de Podemos, poniendo a este último partido en una situación subalterna y de apéndice del pacto PSOE-Ciudadanos. Decir ahora que no ha habido una alternativa al gobierno de Rajoy por culpa de Podemos es injusto e insostenible. La alianza del PSOE con Ciudadanos es coherente con la experiencia del PSOE en su respuesta a la crisis. Hoy el tema clave en España y en Europa es si se continúan las políticas de austeridad, de recortes y de bajadas de salarios, o no. Lo peligroso de Rajoy han sido sus políticas, que, en su esencia, se continuarían con la alianza PSOE-Ciudadanos.
Villarejo y el manifiesto Es posible y necesario un gobierno del cambio (promovido primordialmente por círculos afines al PSOE) detallan correctamente la enorme crisis social que España está viviendo, pero por lo visto no son conscientes de que este deterioro se debe precisamente a las políticas neoliberales que el PSOE inició, que el PP expandió con el aplauso de Ciudadanos, y que ahora no variarán con la alianza PSOE-Ciudadanos. Lo que se necesita es un cambio de políticas públicas, revirtiendo las actuales. Pero ello requiere que el PSOE hubiera, desde el principio, explorado una alianza con Podemos, y no con Ciudadanos. Aliarse con este partido, de clara tendencia neoliberal, para luego pedir el apoyo de Podemos (que es lo que ha ocurrido) es incluso ofensivo para este último partido. Y es lógico que Podemos no quiera aceptarlo. El pacto PSOE-Ciudadanos ya limita las posibilidades de cambio, por mucho que Podemos cediera (que, por cierto, ha cedido en áreas muy importantes, como el estímulo económico). La única alternativa es que el PSOE hubiera indicado sus interés sincero por aliarse con Podemos primero, lo cual nunca hizo.
Crítica nº 2. Pablo Iglesias es responsable del no acuerdo con el PSOE por su insulto a Felipe González y Cía.
Creerse que el PSOE quería explorar seriamente la posibilidad de aliarse con Podemos, pero que no lo hizo porque Pablo Iglesias tomó una actitud ofensiva hacia el PSOE, es ignorar no solo lo dicho anteriormente, sino también la enorme avalancha hostil hacia Podemos por parte del PSOE. ¿Qué no se acuerdan de los insultos de Felipe González, entre otros, presentando a Podemos como “un satélite de Venezuela, controlado por un gobierno que es peor que el de Pinochet”? La lista de insultos era y es enorme. El País, en cuyas páginas Villarejo hace las acusaciones, había descrito en un editorial reciente el programa de Podemos como un panfleto utópico e irrelevante, definiendo además a sus aliados, como es el caso de “En Comú Podem”, como partidos independentistas ansiosos por separarse de España, y presentando el “referéndum” como un referéndum separatista. Es difícil encontrar tanto sectarismo.
El referéndum es en realidad el mejor instrumento para resolver el tema secesionista. Miren lo que está pasando en el País Vasco, donde Podemos, que no es secesionista pero defiende el referéndum, (como también ocurre en Catalunya), se ha convertido también allí en el primer partido del país en votos, por encima de los secesionistas. Los que se oponen al derecho a decidir no parecen darse cuenta que el derecho a decidir es, por definición, el derecho a escoger, y una alternativa, entre otras, es la secesión, pero no la única. La negativa a la probabilidad de hacer un referéndum es precisamente lo que está llevando al deseo de independencia. Y en cuanto al programa económico, voces más creíbles y neutrales que El País lo han definido como lo que España necesita (ver mi artículo “El director asociado del ‘Financial Times’ apoya las políticas económicas de Podemos”, Público, 25.11.14). Por cierto, el argumento de que el PSOE no respondió positivamente a Podemos por considerarse ofendido con las referencias de Pablo Iglesias al pasado de Felipe González no es creíble, vista la experiencia de la dirección del PSOE cuando Zapatero gobernaba, que no tuvo ningún inconveniente en sentarse con Rajoy, para nada menos que cambiar la Constitución para garantizar los intereses del capital financiero, y ello a pesar de que el PP había acusado al PSOE de “traicionar a las víctimas del terrorismo”. El PSOE ofrece una sensibilidad muy variable y una capacidad de ser ofendido muy diferente según los intereses que defiende.
¿Por qué Villarejo y otros no consideran posible la alternativa de izquierdas?
Un punto clave para que se establezca una alternativa de izquierdas es desarrollar otra visión de España distinta a la del nacionalismo españolista (utilizo esta expresión sin ningún tono peyorativo, para diferenciarlo, por ejemplo, del nacionalismo catalanista). Ni el PSOE ni Ciudadanos ni Villarejo quieren modificar su visión de España. Villarejo se ha opuesto siempre al derecho a decidir bajo argumentos constitucionalistas. Esta fue la causa de que dejara ICV. Y esta es una de las causas de que deje ahora Podemos. No se distanció de Podemos antes porque la postura de Podemos ha ido evolucionando y es ahora clara y sin ambivalencias a favor del derecho a decidir, lo cual sobrepasa el nivel de tolerancia de los nacionalistas españolistas. Hoy la visión de España de Podemos es claramente la de la España plurinacional (en lugar de una España uninacional), la misma versión, por cierto, que las izquierdas habían tenido durante la lucha en contra de la dictadura. El PSOE se ha olvidado que había pedido el derecho a decidir durante la resistencia en contra de la dictadura. De ahí que yo respete pero no comparta la visión de Villarejo sobre España ni tampoco sobre la Constitución.
Crítica nº 3. La Constitución no permite los cambios sugeridos y propuestos por Podemos
La importancia de este argumento depende de la visión que se tenga de la Transición y del proceso que creó tal documento. No estoy de acuerdo con la versión idealizada de la Transición (ni tampoco de la Constitución), que presenta tal proceso como resultado de un consenso entre los herederos de los vencedores y los herederos de los vencidos de la Guerra Civil, que debería replicarse de nuevo ahora. Se olvida que ese supuesto consenso no era entre iguales, puesto que los herederos de los vencedores lo tenían casi todo (incluyendo el control de los aparatos del Estado y de la mayoría de los medios de información y persuasión), mientras que los herederos de los vencidos salían de la cárcel o de la clandestinidad, o volvían del exilio. No podía haber mayor desequilibrio de fuerzas. Y la Constitución reflejó este desequilibrio.
La visión de España en la Constitución es primordialmente la visión de los vencedores de la Guerra Civil. Y ello fue consecuencia de una serie de renuncias de las izquierdas. Y, por si fuera poco, la lectura de tal Constitución la controla el aparato constitucional y jurídico heredado de la dictadura, que ha dado múltiples muestras del sesgo de su lectura de las leyes, entre las cuales está la Constitución. No fue casualidad que el desencanto con el Estado español en Catalunya se acentuara cuando el Tribunal Constitucional vetó elementos importantes que habían sido aprobados por la población catalana en referéndum.
Y aunque mucho se ha hecho para corregir los enormes déficits sociales y democráticos del Estado español, el hecho es que España, tras casi cuarenta años en democracia, tiene una de las democracias más limitadas en la UE-15 y tiene también uno de los gastos públicos sociales per cápita más bajos de la UE-15, síntoma del enorme poder que las derechas han tenido y continúan teniendo sobre el Estado español. En realidad un porcentaje elevado de catalanes votaron a favor de la secesión no porque fueran independentistas (que no lo son), sino porque no se identificaban con el Estado español, situación que es probable que aumente, en la medida que los partidos mayoritarios y gobernantes en España sean partidos que gocen de un apoyo muy minoritario en Catalunya. La única medida preventiva de que tal sentimiento secesionista no continúe extendiéndose es que gobiernen en España fuerzas políticas que gocen de un amplio apoyo en Catalunya (y en lo que definen en la capital del Reino como “la periferia”).
Me parece obvio que España necesita otra transición, resultado de otro contexto político, con una correlación de fuerzas distinta y más equilibrada que la que tuvo lugar en la primera transición. Considerar el pacto PSOE-Ciudadanos como el eje impulsor del cambio, cuando ambos partidos se oponen al cambio social (con una ruptura con las políticas neoliberales) y nacional (con su oposición a la España plurinacional), es un profundo error de proporciones históricas. La única solución habría sido que el PSOE hubiera dado prioridad a desarrollar una alianza con las izquierdas auténticamente transformadoras. Aliarse con Ciudadanos va precisamente en sentido opuesto al que debería haberse tomado en caso de que el PSOE hubiera tenido una vocación transformadora.
Crítica nº 4. En España se necesita un compromiso histórico a la italiana, que quiere decir aliarse con todas las fuerzas democráticas, incluyendo las derechas
Villarejo critica a Podemos por no ser capaz de alianzas transversales, tal como ocurrió en la Transición, y en el Compromiso Histórico Italiano. Ya he indicado que la alianza que nos trajo la Transición fue fruto de un enorme desequilibrio de fuerzas. Decir esto no es proponer que no se hicieran tales alianzas, pues probablemente no había otra alternativa. Pero las fuerzas progresistas tienen que darse cuenta de que pagaron un coste elevado debido a su debilidad, que deberían corregir cuando adquirieran mayor poder.
Por otra parte viví de cerca el Compromiso Histórico en Italia, pues viví la experiencia chilena de primera mano cuando asesoré al gobierno de la Unidad Popular en Chile, que tuvo un impacto enorme en el Partido Comunista Italiano (PCI) y en la dirección de tal partido, en la cual conocí a su Secretario General, Enrico Berlinguer, a través de su hermano Giovanni, que también estuvo en la dirección del PCI y que era (hasta hace unos meses, cuando murió) uno de mis mejores amigos en Europa. Pude, por lo tanto, seguir de cerca las reflexiones de aquel partido en aquel momento histórico, resultado de la concienciación de que una política auténticamente transformadora requiere el apoyo de una gran mayoría, basada en amplias alianzas. Pero de ahí no se deriva que Podemos debería aliarse con Ciudadanos y con el PSOE en las condiciones impuestas por tal dúo, como Villarejo y otros asumen. El contexto italiano era entonces muy diferente al español ahora. La alianza del PCI con la Democracia Cristiana era para defender al Estado democrático frente a sus enemigos internos que querían destruirlo. No así en España (por mucho que las derechas así intenten presentarlo). En España la dicotomía no es tener un Estado democrático o tener una dictadura, sino la continuación o no de las políticas neoliberales que están dañando enormemente a las clases populares, bajo la excusa de defender la “unidad de España”, que es, ni más ni menos, que la defensa de la España radial y uninacional, que niega su plurinacionalidad. Aliarse con aquellos que son responsables de la continuación de tales políticas es perpetuar una situación que cierra por muchas generaciones la posibilidad del cambio. Y hacerlo cuando además hay una posible alternativa auténticamente reformadora es también un error de proporciones históricas. Es el PSOE el que, al escoger a Ciudadanos, condenó al país a continuar este desastre, facilitando a la vez la ruptura de España. Si no se lo creen, esperen y lo verán.
Crítica nº 5. Podemos está demostrando que le interesa más el poder que las necesidades de los ciudadanos
Encuentro esta acusación no solo injusta, sino de “bajo fondo”. De nuevo, esto es de lo que el establishment político-mediático está acusando a Podemos con el fin de desacreditarlo, atribuyendo sus demandas de participar en el gobierno a un deseo de poder personal para ocupar sillones y privilegios. Es comprensible que el establishment político conservador y liberal tenga esta percepción de Podemos, pues, como dice el refranero popular, “cree el ladrón que todos son de su condición”. Pero la petición de la dirección de Podemos era para subrayar que su objetivo era desarrollar un gobierno de coalición, un gobierno entre casi iguales, señalando las áreas de responsabilidad dentro del gobierno para cada partido. No lo veo como un acto de interés personal en busca de privilegios, sino como un compromiso para asegurarse que lo que el PSOE prometiera se realizara. La falta de credibilidad del PSOE es bien notoria. Léanse los programas electorales del PSOE y verán los grandes vacíos e incumplimientos. Desde hace ya muchas elecciones el programa del PSOE se comprometió en gravar las rentas del capital de la misma manera que las del trabajo, lo cual nunca ha ocurrido. Y así otras muchas medidas.
No veo, repito, en el equipo de dirección de Podemos un deseo de adquirir privilegios en el mando. En realidad, su atractivo ha sido precisamente el de mostrar la función política como un servicio al público, sin privilegios. Pero lo que veo más sorprendente es que esta acusación la haga Villarejo, la persona que conoce al equipo de dirección de Podemos desde casi el principio. Si, en realidad, cree que tales personajes están ahí para conseguir beneficios personales, ¿cómo es que no lo notó y denunció antes? El oportunismo político es algo que puede detectarse fácilmente. ¿Por qué no lo detectó antes? Es extraño que lo haga ahora, lo cual hace dudar de que se lo crea. Yo, por mi parte, creo conocer bien al equipo de dirección de Podemos y no coincido con esta visión. En realidad, aplaudo el enorme sacrificio de la mayoría de sus dirigentes, ya que han recibido la mayor hostilidad que cualquier fuerza política haya recibido en España. He vivido en muchos países y en ninguno he visto tanta hostilidad hacia un partido político como contra Podemos en España. Es ahí donde Villarejo pierde credibilidad. Como también ocurre cuando condena a Pablo Iglesias por dar su bienvenida a Otegui, declarando que para él (Villarejo) su libertad no fue motivo de “orgullo”, asumiendo erróneamente que sí lo fue para Pablo Iglesias. Este, sin embargo, nunca dijo nada semejante. Lo que dijo, y yo aplaudo, fue que era bueno para la solución del problema vasco tener libre a una voz que está en contra de la continuación de la vía armada.
Una última observación
Esta defensa de Podemos no quiere decir que no haya críticas que puedan y deban hacerse. Y una de ellas es su relación con IU, que es francamente mejorable. Podemos no puede permitir que un millón de votos progresistas se transforme en solo dos votos en el Parlamento. Esto debilita al proyecto transformador, y debe resolverse. Debe establecerse una alianza respetando la identidad institucional de IU, como ha ocurrido en Catalunya con Esquerra Unida i Alternativa. Pero esta resolución depende no solo de Podemos, sino también de IU. Y ahí también soy optimista, y creo que ocurrirá. Y así termino. Espero que estas notas críticas con mi amigo Villarejo no afecten a nuestra amistad. Por mi parte no hay peligro, pues mi estima es enorme e impermeable a los desacuerdos. Pero estos deben expresarse abiertamente con la estima y el respeto que se debe a los amigos y compañeros de luchas y proyectos. Espero que así lo haya yo hecho.