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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 5 de mayo de 2016.

Este artículo hace una crítica de la doble moral que tiene el Estado español hacia las víctimas del terrorismo. En el artículo se contrasta la gran sensibilidad del Estado hacia las víctimas del terrorismo de ETA, con el comportamiento de olvido y nulo servicio hacia los desaparecidos (y sus familias) de la dictadura fascista y del silencio que la siguió.

En España, cuando los grandes medios hablan de las víctimas del terrorismo, se asume inmediatamente que son las víctimas del terrorismo de ETA, olvidándose (deliberada y maliciosamente) de que el mayor número de víctimas del terrorismo en España fue causado por el terrorismo del Estado, consecuencia del triunfo del golpe fascista del 1936 que estableció una de las dictaduras más sangrientas que se hayan conocido en la historia del siglo XX en Europa. Según uno de los mayores expertos en fascismo en Europa, el profesor Malefakis, de la Universidad de Columbia, en EEUU, por cada asesinato político que cometió el régimen liderado por Mussolini, el régimen liderado por Franco cometió 10.000. Incluso dirigentes de la Gestapo nazi, en visita a España, se sorprendieron del nivel de terror impuesto por aquel régimen sobre la población. Este terror y sus consecuencias son deliberadamente ocultados y silenciados por el Estado español, cuya transición de la dictadura a la democracia se realizó bajo el gran dominio de los herederos de los que realizaron aquel golpe, que controlaban el Estado y la gran mayoría de sus medios de información y persuasión. Aquella transición no se basó en una ruptura con aquel Estado, sino en una reforma, dejando grandes sectores de aquel Estado –como el Ejército y la judicatura- en manos de sectores pertenecientes al Estado anterior. Ello explica no solo el silencio, sino la represión de cualquier intento de recuperar la historia ocultada por los conservadores que han controlado los aparatos del Estado, el cual nunca consideró como su responsabilidad ayudar a las familias de las víctimas de tal terrorismo a encontrarlas, y todavía menos a homenajearlas. Invito al lector a imaginar, aunque fuera solo un momento, que las víctimas del terrorismo de ETA estuvieran desaparecidas y completamente olvidadas. Y que las máximas autoridades del Estado ni siquiera hubieran reconocido la existencia de tales víctimas durante mucho tiempo, y cuando hubieran tenido que admitir que sí que las había, no prestaran ninguna ayuda a los familiares para encontrarlas. Y que para mayor desfachatez y desvergüenza, hubiera monumentos y calles con el nombre de aquellos que asesinaron a tales víctimas. Pues bien, esto ha estado ocurriendo durante el período llamado democrático en España. Saquen el nombre de ETA y pongan régimen fascista, y verán lo que ha estado ocurriendo en este país, donde los derechos humanos han brillado por su ausencia, para amplios sectores de la población, incluyendo las víctimas de aquel terrorismo del Estado dictatorial fascista.

Ignorando el clamor internacional

Esta situación, única entre los países que fueron gobernados por regímenes fascistas o fascistoides en Europa, ha sido constantemente denunciada por las Naciones Unidas. En fechas tan recientes como 2013 y 2014, el relator especial del Consejo de Derechos Humanos de tal Institución internacional, el Sr. Pablo de Greiff, ha acusado al Estado español de la sistemática violación de los derechos humanos de tales víctimas, así como del ocultamiento de lo ocurrido durante la dictadura en España (el país, después de Camboya, con el mayor porcentaje de personas asesinadas por razones políticas durante el régimen dictatorial, cuyos cuerpos han desaparecido), ignorado por el Estado democrático.

El Estado español no tiene autoridad moral hoy en el mundo para presentarse como defensor de los derechos humanos, al ser uno de los mayores violadores de tales derechos, habiendo expresado una insensibilidad que refleja su nivel de crueldad y mezquindad hacia los familiares de los asesinados republicanos desaparecidos, que todavía hoy no tienen ayuda para encontrarlos, enterrarlos y homenajearlos. Y, complementando esta insensibilidad, existe una enorme tolerancia hacia los perpetradores de aquel terror, incluso, por cierto, por parte de sectores de las izquierdas. Personajes que fueron los máximos defensores del terror fascista en las distintas dimensiones de la sociedad española, no solo defendiendo los asesinatos del régimen, sino que incluso exigieron que se extendieran tales asesinatos, hoy todavía tienen calles que llevan su nombre, al ser artistas conocidos, como es el caso del Sr. Salvador Dalí (ver mi artículo “Dalí, arte y política”, Público, 13.02.16). Este personaje, que promovió la imagen de sí mismo como un individuo excéntrico, jugó un papel importante en la defensa del régimen fascista, y de su terror en círculos artísticos internacionales en los que tenía cabida por su habilidad pictórica. Con el típico oportunismo y egocentrismo que caracterizó gran parte de su vida profesional, defendió activamente la utilización del terror por parte de la dictadura cuya crueldad horrorizó a grandes sectores de la comunidad artística internacional, defensa que hizo hasta el último día de la vida del dictador. Su máxima expresión en tal defensa del terror fue a raíz del asesinato político que ocurrió el 27 de septiembre de 1975, de cinco prisioneros políticos en las cárceles del régimen. La protesta internacional fue masiva, con la denuncia de muchos colectivos, incluido el de artistas famosos, que Dalí intentó rebatir, escribiendo que, frente a esta protesta, “dos millones de españoles salieron a la calle aplaudiendo al mayor héroe existente en España, el general Franco, mostrando que todo el pueblo español está con él… Es una persona maravillosa. Y su acto garantiza que la monarquía que le suceda sea un éxito. En realidad, se necesitan tres veces más ejecuciones de las que han ocurrido”. Tales declaraciones a la Agencia France Press, crearon un enorme rechazo a tal personaje, generándose un gran desprecio a su figura, pasando de ser un genio a un ser humano despreciable. No así en España y en Catalunya, donde las fuerzas conservadoras, herederas del franquismo, continúan ejerciendo un gran dominio de la vida política y cultural del país. Y Ayuntamientos, incluidos de izquierdas, justifican el homenaje que se hace a tal figura, disociando su arte de su persona, que, en sí, es un subterfugio para justificar la tolerancia hacia los asesinos de las víctimas del terrorismo. En EEUU, Ezra Pound, uno de los escritores estadounidenses que apoyó al fascismo italiano y a la dictadura de Mussolini, fue borrado de cualquier expresión de reconocimiento de las letras en aquel país. En España, en cambio, el país está lleno de artistas y escritores que aplaudieron y celebraron el terror, y continúan siendo incluso homenajeados por ayuntamientos de izquierdas, al permitir que sus nombres identifiquen las calles de sus ciudades. La escasa cultura democrática en España se traduce también en la existencia de estos hechos.

¿Qué hubiera pasado en el futuro? ¿Qué es lo que proponía el famoso pacto PSOE-C’s sobre las víctimas del terrorismo fascista?

He escrito críticamente sobre el pacto PSOE-C’s desde el punto de vista económico, mostrando que el imprimátur neoliberal de Ciudadanos domina el pacto entre los dos partidos políticos, que se pidió a Podemos que apoyara. Pero hay otras dimensiones igualmente preocupantes. Y una de ellas es el dominio que Ciudadanos tuvo en el redactado de otro elemento clave, el de recuperar la memoria histórica y restablecer con ello los derechos humanos de sus víctimas. Ciudadanos fue muy reacio a condenar la dictadura fascista. En realidad, en un debate televisivo en la televisión pública catalana, TV3, en el que participé y en el que estaba también el que hoy es el portavoz de Ciudadanos en el Congreso, el Sr. Juan Carlos Girauta (que fue durante muchos años el tertuliano representante de la derecha española), tal personaje llegó casi a justificar el golpe fascista militar, debido a lo que él definió como los desmanes de los rojos y separatistas.

En el texto de tal pacto se indica que se recuperarán los fondos que habían sido sustraídos de los presupuestos del Estado para ayudar a encontrar a los desaparecidos, lo cual es un paso adelante sobre lo que hizo el PP, que anuló tales fondos. Ahora bien, desde el punto de vista de lo que reclama la comunidad internacional y las Naciones Unidas, es escandalosamente insuficiente. Como bien dice una de las personas que incansablemente continúa clamando justicia para las víctimas del terrorismo fascista, el Sr. Emilio Silva, mucho más merecedor del Premio Nobel de la Paz que muchos de los recientes premiados (el Presidente Obama incluido), estas medidas se quedan muy, pero que muy cortas, pues ni siquiera entienden que el problema va mucho más allá del hecho de querer asumir una responsabilidad económica, pues de lo que se trata es de eliminar las injusticias y violaciones de los derechos humanos de tales víctimas, tal como exigen las Naciones Unidas.

La responsabilidad mayor del Estado español por la falta de reconocimiento de las víctimas del terrorismo fascista

El Estado español, comenzando por el Monarca, debe una explicación a tales víctimas y a sus familiares, por el olvido en el que las ha tenido durante estos años del periodo democrático. Es más que decepcionante el comportamiento del PSOE en este capítulo de los derechos humanos de tales víctimas. En Andalucía, el pacto PSOE-C’s que ocurrió en aquella comunidad autonómica, diluyó el limitado compromiso con la recuperación de la memoria histórica que tenía el PSOE andaluz al pactar con Ciudadanos que con la recuperación de la memoria histórica previamente existente, pasaría de ser responsabilidad de la Consejería de Justicia a serlo de la de Cultura.

Las nuevas izquierdas que están surgiendo a lo largo del territorio español deberían tomarse este temas de las víctimas del fascismo como un tema de gran importancia, pues el urgente proyecto democrático con el cual están comprometidas exige la recuperación de los derechos humanos de tanta gente que los perdió en su lucha para hacer posible que todos los pueblos y naciones de España hoy los tengan. No se podrán alcanzar tales derechos sin recuperar a los que se perdieron. Así de claro.

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