Publicado en el diario PÚBLICO, el 5 de Abril de 2009.
Este artículo cuestiona la interpretación presentada en artículos publicados en los medios de información españoles que resumen erróneamente que la izquierda en Europa está naufragando (tal como se titulaba un artículo publicado en EL PAÍS). El artículo señala que el descenso electoral de algunos partidos como el Partido Social Demócrata Alemán, el Partido Democrático Italiano y el Partido Laborista Británico (pertenecientes a la sensibilidad socioliberal) ha ido acompañada por la aparición electoralmente exitosa en Europa de nuevos partidos a su izquierda, y/o la renovación de partidos socialdemócratas caracterizados por su compromiso con los postulados de izquierda, hecho ignorado y/o desapercibidos por los medios de información y persuasión españoles.
Se han publicado varios artículos recientemente en la prensa española que postulan el declive de la izquierda en Europa. En uno de ellos, publicado en El País (“La izquierda hace agua en Europa”, el 23.02.09) se habla incluso de naufragio. Lo que está ocurriendo, sin embargo, no es el naufragio sino unos cambios muy notables que han pasado desapercibidos en la gran mayoría de medios de información españoles. Es muy cierto que hemos visto el declive de algunos partidos como el Partido Socialdemócrata (SPD) alemán y el Partido Demócrata italiano, resultado de su acomodamiento al liberalismo económico. Estos dos partidos son los que centran la atención de aquellos artículos que tratan del supuesto naufragio de la izquierda. Tales partidos, a los cuales podría añadirse, entre otros, el Partido Laborista Británico, fueron los promotores de lo que se ha llamado el socioliberalismo. El Gobierno Schroeder desarrolló un programa claramente liberal, Agenda 2010, causa de un enorme enfado entre sus bases (perdiendo casi la mitad de sus militantes durante el periodo de su gobierno) y de una gran pérdida de su electorado. En Italia el Partido Demócrata se inspiró en el Partido Demócrata de EE.UU., el prototipo de partido socioliberal (hasta hace poco). Y una de las figuras más prominentes en tal partido, el Sr. Romano Prodi, cuando fue Presidente de la Comisión Europea, impactó un carácter liberal a tal Comisión responsable, en parte, de la famosa directiva Bolkestein (aplaudida por el intelectual más influyente del socioliberalismo, Anthony Giddens) que antagonizó a las bases populares de aquellos partidos, contribuyendo al rechazo popular hacia la manera como se está construyendo la Unión Europea. En la misma línea, el gobierno laborista de Tony Blair y de Gordon Brown fue el mayor defensor de la directiva que permitía extender el tiempo de trabajo en Europa, promoviendo acuerdos individuales del trabajador con el empresario, saltándose y debilitando a los sindicatos. No es pues de extrañar que tales partidos perdieran apoyo de su electorado.
El declive del socioliberalismo ha ido acompañado, sin embargo, de la aparición de una nueva izquierda que ha surgido como protesta a las políticas acomodaticias de aquellos partidos. Estas nuevas izquierdas rechazan el socioliberalismo, estando a favor de políticas públicas redistributivas, de la universalización de los derechos sociales y laborales, del desarrollo de políticas fiscales progresistas, de una clara expansión del estado del bienestar, de un rechazo de las privatizaciones sin exclusión de renacionalización de empresas públicas privatizadas, y una oposición a la expansión de la OTAN, junto con un rechazo no a Europa sino al proceso escasamente democrático en el establecimiento de la Unión Europea. El caso más notorio es precisamente en Alemania, donde el partido Die Linke (La Izquierda) que apenas existía hace unos años ha pasado a ser la tercera fuerza política del país, resultado de la escisión del Partido Socialdemócrata (dirigido por Oscar Lafontaine) y su unión con el que fue Partido Comunista del Este de Alemania. Tal partido, además de las políticas públicas citadas anteriormente, pide la renacionalización del gas y de la electricidad, la prohibición de los hedge funds, la introducción del máximo salario y máxima renta, y la oposición al capitalismo anglosajón apoyado por las reformas Schroeder del PSD alemán. Lo que es sorprendente es que según encuestas recientes, el 65% de la población adulta alemana declara estar de acuerdo con la totalidad o con elementos importantes de su programa.
Otro caso de renacimiento de las izquierdas ha sido Holanda, donde el nuevo Partido Socialista triplicó su voto en las elecciones del 2006. Varios analistas políticos han indicado que probablemente sustituirá en las próximas elecciones al Partido Laborista que ha gobernado aquel país por muchos años en coalición con el Partido Cristiano-Demócrata. El nuevo Partido Socialista, cuyo slogan es “dignidad humana, igualdad y solidaridad”, se opuso al liberalismo presente en las instituciones europeas (tales como la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) oponiéndose a la apertura de fronteras a la inmigración y a la entrada de Turquía en la UE.
En Grecia, el partido que está creciendo más rápidamente es el llamado Coalición de la Izquierda Radical que ha criticado al PASOK, el Partido Socialdemócrata tradicional de Grecia, por su adaptación al liberalismo. Es popular entre la gente joven (por debajo de 35 años), alcanzando un porcentaje de apoyo, 33%, mayor que PASOK. En el norte de Europa, una coalición de izquierdas gobierna Noruega desde hace tres años, habiendo mostrado un compromiso claro hacia los valores de la socialdemocracia, interrumpiendo la privatización de las empresas públicas con una extensión muy notable de su estado del bienestar. En Gran Bretaña, a pesar del descrédito de la dirección del Partido Laborista, no aparece un movimiento capaz de ofrecer una alternativa. Y en Francia hay un resurgimiento de una izquierda radical que alcanza alrededor de un 15% del apoyo popular, aun cuando tal fuerza está todavía en sus inicios.
Pero lo que es igualmente importante es el enfado generalizado entre las clases populares hacia las políticas neoliberales (llevadas a cabo también por los partidos socioliberales) y hacia las clases sociales (la clase empresarial y la banca) que se beneficiaron de ellas a costa de los intereses de las clases populares. Ello explica que el Financial Times (28.03.09) les aconsejara a los primeros que, para protegerse del enfado popular, se vistieran y comportaran como los segundos cuando fueran por la calle. El enfado y deseo de cambio a nivel popular es profundo en Europa. Lo cual puede ser la base electoral para las izquierdas auténticamente renovadoras.
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