Publicado en la revista digital SISTEMA, 24 de Julio de 2009
Este artículo describe brevemente las mayores diferencias en los cien primeros días de la Administración Obama y de la Administración Roosevelt. Explica los contextos politico-sociales que determinan las diferencias en las políticas públicas de ambas administraciones.
A raíz de la celebración de los cien primeros días de la Administración Obama, se han escrito gran número de artículos en la prensa internacional comparando lo hecho por la Administración Obama con lo que la Administración Roosevelt hizo en sus primeros cien días. Las dos administraciones tuvieron que enfrentarse a las crisis más profundas que la economía haya experimentado desde que existe el capitalismo.
En muchos de estos análisis se ignoran algunos hechos diferenciales que debieran tenerse en cuenta cuando se realiza la comparación de las políticas públicas realizadas por ambas Administraciones. La primera diferencia es que cuando el Presidente Roosevelt inició su mandato, la situación económica estaba mucho peor que cuando el Presidente Obama comenzó su Presidencia. El 38% de la fuerza laboral estaba desempleada desde hacía ya cuatro años. Naturalmente que hubo situaciones en los años treinta también semejantes a las de ahora, tales como la masiva disminución de los salarios y la pérdida de la vivienda por grandes sectores de la población que no podían pagar sus hipotecas (aumentando el número de familias sin techo que deambularon por las calles, como queda constancia en las fotografías en blanco y negro que documentan las consecuencias sociales de la Gran Depresión). La producción industrial y agrícola cayó también en declive y el sistema bancario se colapsó (una cuarta parte de todos los depositarios de fondos en los bancos vieron desaparecer sus ahorros).
Todos estos hechos están también ocurriendo ahora. Pero su manifestación en la realidad social, aunque dramática, es menor de la que se experimentó entonces. Y ello debido a las políticas públicas que la Administración Roosevelt estableció en aquellos años precisamente como respuesta a la crisis, y que se conocen como el New Deal. Estas políticas públicas han aminorado el gran daño a la población que la crisis económica y financiera actual ha estado creando recientemente. Así, Roosevelt estableció la Seguridad Social y el Seguro de Desempleo, así como los programas de ayuda (incluso alimentaria –Food Stamps-) para la población con bajos ingresos. Y facilitó la sindicalización de la clase trabajadora (el cartel del Presidente Roosevelt con el dedo señalando al lector indicando que “el Presidente Roosevelt quiere que te sindicalices” se convirtió en un icono de aquel tiempo) como medida de aumentar los salarios.
También se estableció el sistema de regulación de la banca y del sistema hipotecario, que antagonizó a los grandes grupos bancarios estadounidenses. El New Deal fue el programa de intervenciones más importante que hubo en el siglo XX para mejorar el bienestar de las clases populares de aquel país. Fueron una serie de medidas sumamente populares (todavía hoy el Presidente Roosevelt es el Presidente más valorado por los estadounidenses), todas ellas opuestas por el mundo empresarial y financiero, que fue muy hostil al Presidente Roosevelt, hostilidad que el Presidente señalaba como un buen indicador de que iba por buen camino pues, según él, “aquellos que le odiaban habían sido responsables de la Gran Depresión”.
La situación actual: la respuesta de Obama
La situación actual es distinta, y ello responde a que las relaciones de poder son también distintas. El New Deal (y el carácter universal de sus políticas públicas, es decir, políticas que beneficiaban a la gran mayoría de la población) era el programa que daba poder al mundo del trabajo en su negociación y/o conflicto con el mundo empresarial y financiero (que en EEUU se llama Corporate Class). De ahí que la Corporate Class haya intentado siempre diluir, e incluso eliminar, el New Deal. El liberalismo era (y es) la ideología de tal Corporate Class a fin de debilitar a la clase trabajadora. Y desde la época Reagan (aunque algunas medidas liberales fueron iniciadas por el Presidente Carter) la hostilidad de tal clase hacia las conquistas sociales y económicas del mundo laboral se acentuó, desmantelando muchas de aquellas políticas (desmantelamiento al cual ha contribuido también el Partido Demócrata y la Administración Clinton, responsable de la desregulación de la Banca). Ello ha sido posible por el debilitamiento de las izquierdas y de los sindicatos en aquel país, siendo hoy la izquierda mucho más débil en EE.UU. que entonces en la época Roosevelt. A principios del siglo XX las izquierdas estaban movilizadas y lideraron la protesta social y laboral, presionando a la Administración Roosevelt a que implementara lo que se convirtió en el New Deal. Fue en 1935 cuando Roosevelt, en un viraje claro a la izquierda, estableció los ejes de aquel programa. Este viraje fue consecuencia de que millones de trabajadores a lo largo del territorio de EEUU salieron a la calle. Hubo amplias manifestaciones, bien documentadas en el excelente libro de historia de EEUU de Howard Zinn A People’s History of the United States: 1492-Present, que fueron determinantes en el establecimiento del New Deal. (Por cierto, es una lástima que no haya un libro de Historia de España semejante, que narre la historia desde el punto de vista de las clases populares).
Cuando el Presidente Obama fue elegido, había un enfado generalizado en el país en contra del dominio de la Corporate Class en la vida política del país. Su programa incluyó elementos (como el del estímulo económico), que estaban claramente inspirados en el New Deal. Su punto flaco, sin embargo, ha sido que las cantidades invertidas en tal estímulo (como muy bien han señalado Jeff Faux, Dean Baker, Mark Weisbrot, John Schmitt, Robert Pollin, Joseph Stiglitz, Paul Krugman y otros), son claramente insuficientes. Es más, su programa de regulación de la Banca, escrito con la colaboración de ésta, es enormemente decepcionante y no toca las causas profundas de la crisis financiera. La mayor causa de la moderación de Obama es que no existe hoy una presión fuerte de izquierdas que ayude a expandir el desarrollo de su programa. El enfado generalizado contra la Corporate Class no ha cristalizado en un movimiento socio-político que presione a la Administración Obama para que haga reformas más necesarias de las que está promoviendo.
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