jul 31

Publicado en el diario digital EL PLURAL, 31 de Julio de 2009

Este artículo critica la utilización del término «los nacionales» para definir a los golpistas del 1936. Tales golpistas dañaron enormemente a España y a los distintos pueblos y naciones que componen la población española. Llamarles nacionales (como ellos mismos se definieron) es asumir erróneamente que defendían España. En realidad la dañaron enormemente.

Se está mostrando una exposición en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) sobre las obras de dos grandes fotógrafos, Robert Capa y Gerda Taro, que, en la práctica, es un excelente reportaje fotográfico de distintos momentos de la resistencia popular frente al golpe fascista, que tuvo lugar en España el 18 de julio de 1936. También cubre los trabajos de Robert Capa en otros frentes (desde China a Vietnam), pero el frente español adquiere una gran prominencia en la exposición. Robert Capa y Gerda Taro eran dos intelectuales claramente comprometidos con las clases populares españolas en su lucha contra el fascismo, y tal compromiso aparece en su arte de una manera clara y convincente. Los rostros de las personas normales y corrientes, que protagonizaron aquella lucha en contra de los golpistas, son mostrados en sus fotografías con gran estima y respeto. Sería de desear que tal exposición fuera motivo de visitas por parte de los escolares de toda España.

 La exposición sobre el trabajo de Robert Capa y Gerda Taro en el MNAC está muy bien organizada y diseñada. Pero hay un problema que aparece en la narrativa que explica las fotografías. Tal narrativa se refiere a los golpistas como los nacionales (utilizando así el término con el que los golpistas fascistas se definieron a ellos mismos) y que, incomprensiblemente, las izquierdas también utilizan para identificarlos. La utilización de tal término es una incoherencia en la narrativa, la cual define correctamente al lado republicano como antifascistas, sin nunca utilizar el término de fascistas, definiéndolos, en cambio, como nacionales. Por mera coherencia en el lenguaje, si a los fascistas se les llama nacionales, a los republicanos se les debiera llamar antinacionales. Pero si se les llama a las clases populares antifascistas, entonces a los que luchaban en contra de las clases populares debiera llamárseles fascistas.

 El problema, sin embargo, es mucho mayor que la mera incoherencia narrativa. Es la confusión (o temor y moderación) de las izquierdas,, que aceptan frecuentemente la narrativa y los términos de las derechas para definir la historia de nuestro país. Es un halago, profundamente inmerecido, aceptar que las fuerzas golpistas fueran las nacionales, es decir, las que defendían a la nación española o a España. Los datos empíricos muestran fácilmente el error de tal suposición. Los golpistas fascistas impusieron un enorme retraso económico, político, cultural y social en España. La evidencia de ello es abrumadora. En el año 1936, España tenía el mismo PIB per capita que Italia. Cuando el dictador murió en 1975, el PIB per capita español era sólo el 60% del italiano. Y cuando el dictador murió, el gasto público social era el 14% del PIB, el más bajo en Europa. Podríamos analizar, componente por componente, las enormes consecuencias negativas que la dictadura surgida de aquel golpe tuvo para Cataluña y para España. Llamarlos nacionales, es decir, los defensores de la nación española, es una enorme falsedad, difícil de sostener en base a los datos que tenemos. Es más, llamarles nacionales implica que los republicanos que lucharon por la democracia y la libertad de la población española eran anti-nacionales, lo cual es profundamente erróneo,. Eran los republicanos antifascistas los que defendían los intereses de la mayoría de la población española.

 El otro dato que niega el carácter nacional de tal golpe es que la mayoría de sus tropas, en los inicios del golpe, no eran españolas. Eran marroquíes, alemanas e italianas, apoyadas por Hitler y Mussolini. Las tropas de choque eran las fuerzas marroquíes lideradas por el general Franco, conocidas por su gran brutalidad. Era política implícita de los golpistas sembrar el terror entre las clases populares, pues sabían que la mayoría de la población estaba en contra del golpe. Lo que se llama Guerra Civil en España fue un golpe militar llevado a cabo por las clases dominantes en contra de la mayoría de la población que, con muy escasa ayuda internacional, resistió aquel golpe durante tres años. Definir como nacionales a aquellas clases, es asumir –como he dicho antes- que ellas representaban el interés de España, cuando, en realidad, hicieron un enorme daño a la gran mayoría de la población española.

De lo dicho se explica que cuando fui a ver la exposición el día 18 de julio, me ofendió ver definidos a los fascistas como los nacionales. De ahí que corrigiera a la persona joven que, como guía,  estaba informando al grupo de visitantes del Museo, indicándole que ni ella ni la exposición debieran referirse a los fascistas como los nacionales. Y expliqué por qué. Aceptó mis críticas, y durante el resto de la visita se refirió a ellos como los fascistas en lugar de los nacionales. Ignoro si continuará haciéndolo. Pero pido al lector que cada vez que vea definidos a los fascistas como nacionales, proteste. Dígale que, inconscientemente, están haciendo una apología del golpe fascista.

Una última observación. Los fascistas eran nacionalistas españolistas, que tenían una visión de España que negaba su carácter plurinacional y lo amalgamaban todo bajo el concepto de nación española. Esta visión asfixiaba a la mayoría de la población española, que pertenece a los distintos pueblos y naciones de España. De ahí que el término nacionales sea también erróneo para definir a los nacionalistas españolistas, promotores de una visión de España que negaba su gran diversidad y riqueza (ver “Franquismo o Fascismo”. Público, 28.05.09). Es importante que las fuerzas democráticas no acepten los términos utilizados en la narrativa ultraderechista que define a grandes sectores de las derechas españolas. El lenguaje es profundamente político y las izquierdas tienen que redefinirlo.

Ver artículo en PDF

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies