Publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 20 de abril de 2010
Este artículo critica la falta de diversidad ideológica existente en los medios públicos televisivos de la Generalitat de Catalunya (con exclusión sistemática de voces de izquierda), mostrando ejemplos de tal discriminación. El artículo también critica al Parlamento de Cataluña por permitir tal situación, y por no haber hecho los cambios necesarios para introducir nuevas voces a un equipo heredado del gobierno conservador anterior.
Hace unas semanas, la periodista Mònica Terribas (una de las periodistas más conocida en la Televisión Catalana TV3, y directora de tal televisión) entrevistó al Presidente de la Generalitat, José Montilla, y días después, al Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. Y hace unos días entrevistó al dirigente de CIU, Artur Mas. Las entrevistas, y muy en especial la primera, crearon un gran revuelo en Cataluña debido al estilo un tanto hiperactivo (definido en algunos medios como agresivo) de la periodista, interrumpiendo con frecuencia a los entrevistados, no dejándoles responder a las preguntas que la periodista les hacía, haciéndolo con una frecuencia que muchos críticos consideraron excesiva y poniendo a los entrevistados a la defensiva. Este estilo caracteriza las entrevistas de tal profesional.
Como era de esperar, aparecieron gran número de críticas en Cataluña que se centraron en lo que se percibió como falta de respeto hacia las figuras entrevistadas y, muy en especial, hacia el Presidente Montilla. Muchos partidarios del gobierno catalán consideraron ofensivo el tono de la entrevista, pues creyeron que al Presidente de la Generalitat uno debe dirigirse con mayor decoro y respeto del mostrado por Mònica Terribas. Las críticas procedían de varias fuentes. Y una minoría –como siempre ocurre, por desgracia, en la cultura política hispánica- tenía un tono claramente insultante hacia la periodista. La vulgaridad y grosería alcanzó niveles en algunos de tales insultos que reflejan el gran potencial de mezquindad que algunos comentaristas tienen.
También, como era de esperar, estas críticas originaron una respuesta colectiva de tipo corporativista, por parte de muchos periodistas, defendiendo a Mònica Terribas y su estilo periodístico. Y como también era de esperar, tales voces presentaron la crítica como un intento de intimidar políticamente a Mònica Terribas (e indirectamente a la televisión pública catalana). Incluso, el que fue Director General de la Corporación Catalana de Radio y Televisión durante el gobierno Pujol, el periodista nacionalista conservador, Vicenç Villatoro, llegó a escribir (El Periódico, 27.03.10) que voces cercanas al gobierno tripartito estaban intentando, con aquellas críticas, influenciar aquel medio público, denunciando estas prácticas (que él precisamente había protagonizado, por cierto, cuando fue responsable de la televisión pública, definida con razón, como la televisión de Pujol).
Tal respuesta, que considero corporativista, a la crítica que recibió la periodista Mònica Terribas, requiere unos comentarios, unos a favor y otros en contra del tono y contenido de tales entrevistas. A favor es que no considero criticable que la periodista interrumpiera al Presidente de la Generalitat de Cataluña, al Presidente del Gobierno español o al dirigente de CIU. No es justificable que haya un trato diferencial y deferencial hacia el Presidente de un país o hacia sus dirigentes políticos. Mantener una actitud de docilidad hacia la autoridad me parece erróneo. Ahora bien, cuando la interrupción impide una respuesta es de esperar que el entrevistado responda y critique al entrevistador por querer imponer su punto de vista, si éste es el caso (como lo fue en la entrevista de Mónica Terribas). En las mismas fechas que se hizo la entrevista al Presidente Montilla, un periodista de la cadena Fox (próxima al Partido Republicano), de EEUU, entrevistó al Presidente Obama con un tono de gran hiperactividad por parte del periodista (que estaba claramente motivado políticamente). La manera en la que el Presidente Obama respondió replicando al periodista, puso a éste a la defensiva, saliendo escaldado de la entrevista. El Presidente Obama le criticó que estaba usando la entrevista para promover sus puntos de vista. El periodista tuvo que pedir disculpas. Lamento que el Presidente Montilla no hiciera lo mismo. De la misma manera que no hay que tener actitudes deferenciales hacia las autoridades públicas, tampoco hay que ser deferencial con los periodistas, como ocurre constantemente en los medios públicos de comunicación catalanes. Cuando en una ocasión Mónica Terribas me entrevistó (como Rector de la Universidad Progresista d’Estiu de Catalunya) en directo en su programa La nit al día le reproché que nunca tocara temas tabús en su programa, (tales como el papel nefasto de la iglesia catalana durante la represión fascista en Cataluña, el papel de la Monarquía en España, o el hecho de que un burgués en Cataluña viva nada menos que diez años más que un obrero no cualificado) siendo consciente, por cierto, de que mis críticas llevarían a mi exclusión –como así fue- de tal programa público. Pero creí importante que los medios estuvieran sujetos a una crítica que raramente aparece en tales medios.
En sus entrevistas, Mónica Terribas, adoptó el tono claramente neoliberal que mejor refleja su ideario político. El otro componente identitario –es persona de simpatías independistas- apareció en su entrevista al dirigente de CIU, Artur Mas, forzándole a que se identificara en su postura referente a la independencia de Cataluña. Un ejemplo de tal sensibilidad neoliberal apareció en el inicio de la discusión, en el punto en el que preguntaba cómo salir de la crisis, en el que la primera crítica que le hizo al Presidente Zapatero era que el gobierno no bajara los salarios, tal como –según ella- el Fondo Monetario Internacional había propuesto. El FMI no es santo de mi devoción pues es el mayor promotor de políticas neoliberales en la comunidad internacional (y mis escritos lo muestran), pero tengo que aclarar que ni siquiera el FMI ha propuesto tal medida para resolver la crisis económica. Terribas confundió FMI con la patronal española, que sí que ha pedido el descenso de los salarios.
Me parece muy bien que la periodista Terribas plantee el punto de vista de la patronal, pero me parece muy mal que no presente también el punto de vista sindical, refiriéndose a las propuestas de los sindicatos para salir de la crisis. Parafraseando su pegunta, podría haberle dicho al Presidente Zapatero “Ustedes han renunciado a aumentar el gasto publico para crear empleo, financiando tal aumento del gasto público con impuestos a la banca y a las entidades empresariales así como a las rentas superiores (que se beneficiaron de las políticas llevadas a cabo durante los últimos treinta años), medidas recomendadas por los sindicatos. Si no han aprobado esto, ¿qué piensan hacer entonces?”
No hizo esta pregunta. En lugar de decir “subir impuestos a la banca y a las entidades empresariales y rentas superiores” dijo “bajar los salarios”. Y donde dice sindicatos, dijo FMI (aunque, en realidad, fuera el mundo empresarial el que lo propusiera).Y todo ello lo dijo con toda naturalidad, como si fuera neutra y muy profesional. No dudo de su profesionalidad, pero sí de su neutralidad.
En realidad, esta postura es la dominante en los equipos de dirección de TV3, que están controlados en su mayoría por los profesionales heredados del gobierno Pujol. Existe una falta de pluralidad en sus programas, con escasa presencia de opiniones de izquierda (o como dijo Mònica Terribas en su entrevista de forma despectiva, “postcomunistas”) en sus canales. El último ejemplo de esta escasa sensibilidad democrática es el veto al documental “¿Monarquía o República?”, en el que se presentaban voces favorables a la República, junto con voces a favor de la Monarquía, censura que se presentó paradójicamente como defensa de la libertad, protegiendo al ciudadano de programas sesgados. Tal argumento es insostenible, vista la receptividad de TV3 a mostrar un documental (mostrado como ficción) claramente pro Monárquico, “23-F: El día más difícil del Rey”. Ante una protesta generalizada en Cataluña por la supresión de tal documental, TV3 ha negado que hubiera habido un veto político, refiriéndose al Comité Profesional de la propia TV3, que ha negado que fuera una decisión política la de suspender tal emisión, señalando que la no presentación del documental se debía a que el documental no reflejaba las expectativas dictadas por la dirección de TV3. Otras voces más objetivas y desligadas de TV3, que han exigido ver el documental para poder juzgarlo y evaluarlo -tal como la respetada Comisión de la Dignidad- han concluido que la suspensión estaba injustificada y se debía al temor a tocar tabúes todavía existentes en la limitada cultura democrática del país. Tal comisión denuncio la suspensión. Tal como indicó la Comisión de la Dignidad, tal veto político es una ofensa a una sociedad democrática. Me permito citar parte del documento distribuido por la Comisión de la Dignidad (la comisión que jugó un papel muy importante en la recuperación de los archivos de la Generalitat de Cataluña situados en Salamanca y restituidos a Cataluña) “la no emisión del documental demuestra la situación de anormalidad que vive nuestro país… la no presentación del documental es una muestra del tabú que existe en nuestro país y que pesa como una losa en aquella decisión.
De la misma manera que TV3 emitió un programa de elogio al Rey, El día más difícil del Rey, y nadie cuestionó esta presentación, ahora y por la misma razón, debería poder presentarse este documental que tiene una visión más crítica de la monarquía y del monarca”.
Una última observación: TV3 es de todos los catalanes y no debe aceptarse que esté, hoy, claramente sesgada, excluyendo puntos de vista ampliamente aceptados entre importantes sectores de las clases populares. Tal comportamiento merece ser denunciado. Y el Parlamento catalán que, en teoría, supervisa los medios públicos audiovisuales de la Generalitat, es también merecedor de tal denuncia. Es de difícil comprensión que en un Parlamento (y en un Gobierno) donde las izquierdas tienen mayoría se permita esta situación. Fue el parlamento el que aprobó el nombramiento de Mònica Terribas como Directora del canal público de la Televisión, con el objetivo de que fuera un instrumento que sirviera a la población que vive en Cataluña, garantizando su pluralidad, objetivo que no se está cumpliendo. En realidad, continúa siendo controlada por los mismos profesionales que fueron nombrados en su mayoría por el gobierno Pujol, uno de los gobiernos más intervencionistas en los medios públicos que han existido en Cataluña durante el periodo democrático. El gobierno de izquierdas catalán quiso establecer una televisión pública independiente, objetivo loable y necesario. Pero al mantener en puestos de dirección a los mismos equipos que habían sido nombrados por el gobierno Pujol, perpetuaron la televisión nacionalista con un sesgo liberal, siendo Cataluña la única Comunidad Autonómica cuyos medios públicos televisivos parecen controlados por la oposición.
Ejemplos de este sesgo liberal son constantes. Estoy escribiendo estas notas la mañana del viernes 16 de abril. TV3 comenzó con el programa Els Matins, de Josep Cuní (un profesional de derechas de sensibilidad liberal, también heredado de la época Pujol), en el que este periodista promovió el último libro de un economista ultraliberal –Xavier Sala i Martín-, entrevistándole. Es la entrevista del día. Un indicador del extremismo de este economista (muy promocionado en TV3) es su propuesta de privatizar todo, incluyendo las pensiones públicas tal y como hizo el Dictador Pinochet en Chile, propuesta que en Cataluña sólo un 14% de la población (la mayoría empresarios y personas de renta alta) está a favor. TV3 nunca ha entrevistado a un economista del otro extremo, que quisiera nacionalizarlo todo, incluyendo la tienda de comestibles del barrio. En TV3 algunos extremos son más aceptados que otros.
Tal sección fue seguida de otra, una tertulia en la que no hubo ninguna persona de izquierdas. La mayoría eran de derechas y el máximo a que se llegó fue al centro. Uno de los tertulianos, el notario López Burniol, tertuliano habitual, criticó a los “extremismos” de las protestas contra el Tribunal Supremo por el caso Garzón; otro, siempre presente en estos medios, el Sr. Joan Culla (que en su día criticó al Presidente Montilla por haber sido miembro de un Partido Comunista), criticó el egocentrismo del Sr. Garzón; otra, la Sra. Maria de la Pau Janer (que había sido considerada para el cargo de consejera de cultura en el gobierno balear del Sr. Matas), acusó a Garzón de querer que lo condenen para poder ser un “mártir”; y el Sr. Jordi Mercader (que indicó que el Sr. Sala i Martín es un genio que dice grandes verdades), también acentuó sus críticas al Sr. Garzón. Y así, día tras día. Y todo pagado por la población que vive en Cataluña.
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