Artículo de Vicenç Navarro, 1 de junio de 2011
Este artículo critica la “ayuda” de la Unión Europea a Grecia y señala alternativas que beneficiarían, en lugar de perjudicar, a las clases populares de aquel país.
En el discurso hegemónico promocionado por el establishment europeo, impregnado de valores conservadores y liberales (en realidad neoliberales) que alimentan las políticas públicas del Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, se presenta la transferencia de fondos europeos a Grecia como ayuda de la UE a este país (así como a Portugal e Irlanda, con la posibilidad de añadir más tarde a España) al que se considera que tiene dificultades como consecuencia de no haber gobernado bien sus finanzas. La condición para que Grecia reciba tal “ayuda” es que imponga a su población toda una serie de políticas durísimas, que exigen recortes muy sustanciales de gasto y empleo público, así como dilución e incluso eliminación de derechos sociales y laborales que este país había conseguido a lo largo de su período democrático (Grecia, como España y Portugal, tiene un pasado dictatorial).
Estas medidas, junto al descenso de los salarios (que está implicando un descenso muy marcado del nivel de vida de sus clases populares), hacen que esta “ayuda” se perciba más como un castigo (por su supuesta indisciplina) que no como una “ayuda”. En cualquier caso, bien sean percibidas como un castigo o como una ayuda, el hecho es que estas políticas se presentan como inevitables y necesarias, negando la posibilidad de cualquier otra alternativa.
Es urgente y necesario que se conozca que toda esta narrativa se basa en una serie de supuestos claramente erróneos y/o falsos. En primer lugar tal supuesta “ayuda” es más una ayuda al sistema financiero europeo (tal como está establecido en este momento) que no una ayuda a las clases populares de estos países, cuyo bienestar y calidad de vida se verán negativamente afectadas por tales políticas por muchos años. La deuda total de Grecia corresponde en un 50% del PIB a deuda pública y un 50 % del PIB a deuda de los bancos griegos. De la deuda pública, los bancos griegos poseen un 15%, otras instituciones griegas poseen un 4% y el resto los bancos alemanes y franceses (los bancos de otros países tienen un porcentaje muy bajo). De estos datos se deduce que el colapso del estado griego, es decir, su bancarrota crearía un problema grandísimo a los bancos alemanes que poseen la mayoría de los bonos públicos del Estado griego. En realidad, y tal como ha señalado Mark Weisbrot en su debate con Paul Krugman en las páginas del The Guardian (13.05.11); sólo la bancarrota de Grecia significaría la posibilidad de que mayores bancas alemanas colapsaran creando un problema mayor en el sistema financiero europeo.
Grecia, por lo tanto también tiene poder en sus manos, pues en su renegociación de la deuda (lo cual es inevitable), podría amenazar con ir a la bancarrota, lo cual forzaría concesiones de la banca alemana. La bancarrota preocupa enormemente a los bancos y ello le da un gran poder de negociación. La amenaza de salir del euro pues, es una amenaza que debe considerarse, pues tiene enormes implicaciones para los propietarios de la deuda, pues la revaloración de la deuda puede significar grandes pérdidas para las bancas alemanas.
En realidad, si la UE quisiera, podría ayudar a Grecia. Y una manera es que el Banco Central ayudara a Grecia en la misma manera en que está ayudando a los bancos, a los cuales les presta dinero al interés de un 1% para que puedan comprar deuda pública de Grecia al 9%. El BCE también podría crear eurobonos en lugar de dar ayuda a los bancos. El que no lo haga es porque pone como primera prioridad el salvar a los bancos y no a los países. Pero estos países tienen más poder del que parecen ser conscientes. El amenazar a salirse del euro es uno de ellos.
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