Artículo publicado por Vicenç Navarro, 23 de junio de 2011.
Este artículo señala las insuficiencias existentes en las declaraciones del Presidente Zapatero en su respuesta a los portavoces del movimiento 15-M que indicaron, con razón, que existe hoy una transferencia de fondos de la clase trabajadora y clases populares a los bancos. El Presidente Zapatero negaba que hubiera tales transferencias. La realidad de los datos, sin embargo, muestra que sí que existe y además a unos niveles sin precedentes durante la época democrática.
Según han comunicado los medios (ver El País, 21.06.11), el Presidente Zapatero, en su respuesta al movimiento 15-M ha indicado que tal movimiento está equivocado cuando denuncia que el gobierno quita dinero a los trabajadores y se lo regala a la banca. Y como prueba de que ello no es cierto, cita que la ayuda a la banca –necesaria, según él, para salvar el sistema financiero- no ha costado ni un centavo al Estado porque los bancos han devuelto el dinero prestado al Estado, ganando, además, 3.300 millones de euros, por los intereses recibidos por tal préstamo.
Pero tal explicación es muy limitada e insuficiente. Veamos los datos. La mayor transferencia de fondos públicos no es de la banca al Estado (cuando le paga los intereses de los préstamos recibidos por el Estado), tal como el Sr. Zapatero señala, sino al revés (como muy bien dice el movimiento 15-M) del Estado a la banca, es decir, cuando el estado paga a la banca los intereses exuberantes de sus bonos públicos que la banca compra.
La banca se ha beneficiado enormemente de la crisis como bien dijo recientemente el Sr. Botín, Presidente del Banco de Santander, el banco que obtuvo mayores beneficios del mundo (sí, ha leído usted bien, ¡del mundo!) después de dos bancos chinos. Y gran parte de estos beneficios derivan de la compra y especulación con la deuda pública. Es más, la banca española, junto con la banca extranjera, posee acciones en las agencias de evaluación de los bonos (Moody’s, Standard & Poor’s, entre otras), que deliberadamente crean una percepción de alto riesgo, con lo cual, los bancos (que eufemísticamente les llaman los mercados financieros) exigen unos intereses de esta deuda pública que ha alcanzado niveles a todas luces exagerados y que, por cierto, poco tienen que ver con los mercados. Es realmente sorprendente que la Ministra de Economía del gobierno Zapatero, la Sra. Elena Salgado, haya hablado repetidamente en términos favorables de tales agencias, oponiéndose además, a que se establezcan agencias de evaluación públicas en la Eurozona. En realidad, el establecimiento de tales agencias es un elemento de gran importancia para romper el claro conflicto de intereses que existe entre tales agencias privadas de evaluación de bonos y la banca, pues las primeras sirven claramente a la segunda.
Consecuencia de esta situación, es que el Estado está transfiriendo a los bancos, en pago por la deuda pública, cantidades que son mucho más elevadas que el pago al Estado de los intereses a los préstamos públicos a la banca. En realidad, estamos viendo la mayor transferencia que haya existido en España de fondos públicos a la banca, incluyendo a la banca española, que posee la mayoría de bonos del estado. Es más, la banca española recibe prestado dinero del Banco Central Europeo a unos intereses bajísimos, un 1%, y con este mismo dinero compra los bonos del estado español y de otros estados, que les ofrecen una enorme rentabilidad del 6% al 12% de interés. Es difícil diseñar un modelo más provechoso para la banca a costa del erario público, un erario público que lo soporta, en su mayor parte, la clase trabajadora (es decir, la mayoría de las personas que están en nómina). Es bien conocido que los ricos (que depositan su dinero en los bancos que, a su vez, lo transfieren con gran frecuencia a los paraísos fiscales) no pagan impuestos o pagan mucho menos que sus homólogos en la Unión Europea. Un trabajador de la SEAT en España paga en impuestos el 78% de lo que paga un trabajador de VOLVO en Suecia. El 1% de las personas de mayor renta (los súper-ricos) pagan sólo el 20% de lo que pagan los súper-ricos de Suecia. En realidad, si España tuviera el sistema fiscal que tiene Suecia, el estado español ingresaría 200.000 millones de euros más de los que recibe, con lo cual el estado español no tendría que endeudarse en la medida que lo está haciendo.
Pero en lugar de realizar una reforma fiscal profunda (incluyendo, por cierto, bastantes de las propuestas que hace el movimiento 15-M y que han hecho antes los sindicatos) que resolviera el problema de la deuda pública, lo que el Presidente Zapatero y la derecha española están haciendo es recortar los servicios públicos del estado del bienestar que son utilizados en su mayoría por las clases populares, de las cuales, la clase trabajadora es la mayoría. Estos recortes, totalmente innecesarios y contraproducentes (pues reducen la demanda y, con ello, el estímulo del crecimiento económico) se hacen, en gran parte, para pagarle a la banca, como muchos economistas críticos hemos señalado (ver, por ejemplo, los trabajos de Attac, Juan Torres, Ganas de Escribir, y míos, www.vnavarro.org)
Toda esta evidencia muestra que en este punto, los portavoces del movimiento 15-M llevaban más la razón que el Presidente Zapatero: la crisis financiera está suponiendo una enorme transferencia de fondos públicos (procedentes en su mayoría de las rentas del trabajo) al capital financiero.
MUCHAS DE LAS PROPUESTAS DEL MOVIMIENTO 15-M SON MEJORES QUE LAS DEL GOBIERNO ZAPATERO
Pero hace falta añadir otra observación. El Presidente Zapatero justifica los préstamos a la banca bajo el argumento de que hacía falta salvar el capital financiero, eje del sistema de crédito de la economía española. Pero no hay nada escrito ni en la Biblia religiosa ni en la Biblia económica (salvo para los dogmáticos neoliberales) que diga que esta garantía del crédito debería estar en manos privadas. En realidad, en la época “dorada” del capitalismo, del 1945 (fin de la II Guerra Mundial) al 1980, cuando la eficiencia económica fue mayor en el mundo occidental, el crédito estaba en manos del Estado, bien en sistema de propiedad, bien en sistema altamente regulado. Tal como ha dicho el Premio Nóbel de Economía, Joseph Stiglitz, si toda la ayuda a la banca se hubiera dedicado a establecer bancos públicos, hoy estaríamos ya fuera de la crisis. El estado español podría establecer bancos públicos, nacionalizando, por ejemplo, las cajas (no para venderlas más tarde, como proponen la Sra. Elena Salgado y las derechas), sino como entidades que garanticen el crédito, tal como ocurre en Alemania y en muchos estados de EEUU. Y esto es, precisamente, lo que propone el movimiento 15-M, muchas de cuyas propuestas fiscales y económicas serían mejores para el país que las que sigue el gobierno Zapatero, cuyos asesores económicos están imbuidos en un dogma que está creando enorme dolor a la población para el beneficio de intereses muy particulares que tienen nombre y apellidos, para los cuales, probablemente, trabajen cuando dejen el gobierno Zapatero.