Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 28 de octubre de 2011.
Este artículo documenta las semejanzas existentes en las causas que crearon la Gran Depresión a principios del siglo XX y las que causaron ahora la Gran Recesión, así como las respuestas de los gobiernos (a los dos lados del Atlántico Norte) a la Gran Depresión y ahora a la Gran Recesión. El artículo concluye que, a no ser que se cambien las políticas neoliberales que se están aplicando por los gobiernos (tal como hizo el presidente Franklin Roosevelt en frente de la I Gran Depresión), la Gran Recesión se trasformará en la II Gran Depresión.
La situación económica y social que estamos viendo hoy a nivel mundial es muy semejante a la existente en el periodo que precedió a la Gran Depresión, a principios del siglo XX. Como bien dice John Judis en su artículo “Doom” en The New Republic (14.09.11) lo que está ocurriendo ahora en el mundo desarrollado a ambos lados del Atlántico Norte es casi idéntico a lo que ocurrió entonces. En varios países del mundo desarrollado se alcanzó entonces una enorme concentración de las rentas y de la riqueza a costa de un empobrecimiento de las clases populares. Las rentas del capital crecieron desmesuradamente a costa de las rentas del trabajo. Las políticas que varios gobiernos habían estado llevando a cabo a principios del siglo XX habían jugado un papel determinante en esta concentración de las rentas y de la riqueza.
Esta polarización de las rentas y de la propiedad determinó por un lado, el descenso de la demanda, resultado directo de la disminución de la capacidad adquisitiva de las clases populares, es decir, de la mayoría de la ciudadanía. Ello determinó una ralentización del crecimiento económico y escasa rentabilidad de la economía productiva.
Por el otro lado, la concentración de las rentas en los sectores más pudientes de la población y escasa rentabilidad de la economía productiva (donde los bienes y servicios se producen) determinó que tales sectores invirtieran, a través de sus bancos, en actividades especulativas, creando burbuja tras burbuja, hasta que explotaron, creando la Gran Depresión. El sistema financiero se colapsó. La causa de la Gran Depresión fue pues la polarización de las rentas, con un descenso de la demanda por un lado (que creó la crisis económica) y por el otro el aumento de la actividad especulativa, (que creó la crisis financiera). Esta última contribuyó enormemente a la crisis económica, pues la falta de crédito hizo insostenible el crecimiento económico que se había ralentizado más y más, resultado del endeudamiento causado por la disminución de las rentas del trabajo.
Una situación casi idéntica ha estado ocurriendo a los dos lados del Atlántico Norte durante estos últimos treinta años cuando los gobiernos han estado aplicando políticas neoliberales tales como la desregulación de los mercados de trabajo que han facilitado el descenso de los salarios y por lo tanto el descenso de la demanda; los recortes de la protección social y del gasto público, incluyendo el social, que también han contribuido a la reducción de la demanda; y la desregulación de los mercados y de las instituciones financieras que han facilitado el surgimiento de actividades especulativas. Estas políticas neoliberales han conllevado un enorme endeudamiento de las clases populares y de las medianas y pequeñas empresas así como una desmesurada actividad especulativa de la banca que creó el colapso financiero. Estas son las causas de la Gran Recesión que puede abocar en una Gran Depresión.
LAS RESPUESTAS A LA GRAN RECESIÓN A PRINCIPIO DEL SIGLO XX
Las semejanzas entre el periodo anterior a la Gran Depresión, a principios del siglo XX, y el actual aparecen también cuando analizamos la respuesta de los gobiernos a la Gran Recesión que precedió a la Gran Depresión. Cuando la crisis apareció en EEUU, el Presidente Herbert Hoover, al ver que el déficit público estaba aumentando (como resultado de la disminución de la actividad económica consecuencia del descenso de la demanda) intentó reducirlo, recortando el gasto público –como están haciendo ahora la mayoría de países gobernados por partidos o coaliciones conservadoras neoliberales o partidos laboristas o socialdemócratas con equipos económicos de sensibilidad neoliberal- lo cual agravó todavía más la situación económica al acelerar el descenso de la demanda doméstica. Como consecuencia, el desempleo creció espectacularmente, pasando del 3,2% en 1929 al 25% en 1933, el último año de su administración.
Algo semejante ocurrió en aquel periodo en Gran Bretaña. El gobierno Laborista liderado por Ramsay McDonald, que había derrotado en 1929 al gobierno Tory conservador, siguió paradójicamente las mismas políticas económicas que el gobierno anterior –con recortes del gasto público para reducir el déficit-, causando que el desempleo en la Gran Bretaña, en lugar de descender, aumentara dramáticamente, pasando del 10% en 1929 al 22% en 1931.
Lo mismo ocurrió en Alemania durante la misma época. El gobierno de coalición del partido socialdemócrata con el gobierno conservador respondió al descenso de la actividad económica y consiguiente aumento del déficit público, con una reducción del gasto público, lo cual contribuyó, en gran manera, al crecimiento del desempleo, que alcanzó el 33%.
Tales políticas de austeridad de entonces contribuyeron en gran manera a convertir a la Gran Recesión en la Gran Depresión. La evidencia histórica de este hecho es robusta y convincente (excepto para los dogmáticos neoliberales, cuya fe les hace impermeables a los datos). Y lo mismo está ocurriendo ahora en una situación casi idéntica.
LA HISTORIA SE REPITE: LA RESPUESTA DE LOS GOBIERNOS A LA ACTUAL GRAN RECESIÓN
En la Gran Bretaña, la coalición conservadora-liberal liderada por David Cameron ha convertido también en elemento central de su programa económico y fiscal la reducción del déficit público, y a fin de conseguirlo, se están haciendo reducciones del gasto y del empleo público que incluyen la eliminación de 300.000 puestos de trabajo en el sector público. Como era predecible, el crecimiento económico ha descendido dramáticamente. Como consecuencia, la economía británica está estancada, y el desempleo se ha disparado, alcanzado niveles no vistos desde 1992 (ver Henrik Petterson “How Plan A is failing” New Statesman, 17.10.11).
Un tanto semejante ha ocurrido en la mayoría de países de la Unión Europea. Incluso en Alemania, Francia y España se ha intentado (exitosamente en el caso alemán y español) introducir en sus Constituciones cláusulas que fuercen el equilibrio presupuestario en las cuentas del Estado (señalando erróneamente que un Estado debe comportarse como las familias -Rajoy dixit- ignorando que la gran mayoría de familias basan su economía en la existencia de crédito y endeudamiento. De hecho, en España el endeudamiento de las familias es mayor que el endeudamiento del Estado).
Todas estas políticas de austeridad han prácticamente estancado a sus economías, con un enorme aumento del desempleo (excepto en Alemania, donde la gran regulación del mercado de trabajo y la cogestión en las empresas han sido responsables de que la disminución de la actividad económica no se traduzca en el aumento del desempleo. Ver mi artículo “¿Es el modelo alemán el futuro a seguir en la Eurozona?”, Revista Sistema, 30.09.11).
¿CÓMO SE EVITARÍA LA GRAN DEPRESIÓN Y CÓMO SE RECUPERARÍAN LAS ECONOMÍAS ACTUALMENTE EN RECESIÓN?
La respuesta a esta pregunta es fácil de ver, mirando cómo se resolvió la Gran Depresión. En Estados Unidos, el presidente Roosevelt y su Administración introdujeron cambios de 180º en sus políticas públicas. En lugar de recortar el gasto público, lo expandió enormemente como manera de crear empleo y estimular el crecimiento. La creación de empleo se convirtió en el objetivo principal de su política económica, lo cual consiguió a través de una gran inversión física y social, estableciendo las bases del Estado del Bienestar y de las redes de comunicaciones federales hoy existentes en aquel país. El New Deal fue el establecimiento del Estado del Bienestar en EEUU. Se creó la Seguridad Social y la Protección Social. Su sistema de carreteras federales que unen a todo el país fue creado a partir del programa de Obras Públicas del gobierno federal durante el New Deal. Incluso el mundo de las Artes y de la Cultura fue revolucionado con intervenciones federales. Facilitó también la sindicalización de la fuerza laboral a fin de aumentar los salarios y la capacidad adquisitiva de las clases populares, con el objetivo de aumentar la demanda doméstica.
Estableció como objetivo del Banco Central de EEUU (el Federal Reserve Board) la creación de empleo, además del control de la inflación y dificultó el desarrollo de comportamientos especulativos por parte de la Banca, separando claramente la banca comercial y de ahorro de la banca de inversión. Facilitó también el establecimiento de bancas públicas, no sólo a nivel federal sino también estatal, que garantizaran el crédito a medianas y pequeñas empresas. Y aumentó la progresividad fiscal, forzando el pago de impuestos a las grandes fortunas, exigiéndoles un nivel tributario del 91% de su renta y patrimonio. Fue el presidente más odiado por las élites financieras y empresariales que le consideraron correctamente como un “traidor a su clase”. Roosevelt procedía de una de las familias más ricas de EEUU y como subrayó en más de una ocasión “tal odio me muestra que voy por un buen camino”, convirtiéndose en el presidente más popular que haya tenido jamás EEUU. Incluso hoy, el presidente Franklin Roosevelt es el presidente más popular de los presidentes que hayan existido en aquel país.
El aumento del gasto público se acentuó todavía más con los preparativos de la II Guerra Mundial. Ello se consiguió a base de aumentar el déficit público e incrementar considerablemente la progresividad fiscal (reforma fiscal que tenía como objetivo no solo aumentar los ingresos al Estado sino también redistribuir las rentas y las riquezas, rompiendo con la abusiva polarización de las rentas que habían sido el origen de la Recesión primero y de la Gran Depresión después).
Una situación semejante ocurrió en Europa, donde los preparativos para la II Guerra Mundial significaron un gran aumento del gasto público. El elevado desempleo a los dos lados del conflicto (tanto en los países aliados como en Alemania e Italia) se redujo debido al incremento del gasto y del empleo público. La elevada deuda pública fue pagándose en varias décadas y la mitad de la deuda de los vencidos (Alemania, en específico) fue perdonada por los vencedores, hecho, por lo visto, olvidado por las autoridades alemanas que no quieren perdonar ningún elemento de la deuda griega, y ello a pesar de que la banca alemana fue la que generó gran parte de tal deuda.
¿OCURRIRÁ ESTO AHORA?
La Gran Recesión está alcanzando en muchos países niveles semejantes a los de la Gran Depresión. Ni que decir tiene que los efectos negativos de tal fenómeno no son idénticos a los que ocurrieron durante la I Gran Depresión. El Estado del Bienestar que se creó en respuesta a la Gran Depresión (y que ahora los conservadores y neoliberales quieren reducir e incluso eliminar) ha paliado los daños. Pero, a pesar de ello, el impacto negativo en el bienestar y calidad de vida de las poblaciones es enorme.
Creerse que esta Gran Depresión puede resolverse a base de políticas de austeridad es un indicador de la victoria de lo irracional sobre la razón y evidencia empírica. Ésta muestra claramente que la única manera de salir de la II Gran Depresión es siguiendo políticas públicas semejantes a las que sacaron a las economías deprimidas de la I Gran Depresión, es decir, un enorme crecimiento del gasto y del empleo público, en niveles semejantes a los que experimentaron aquellos países en aquel periodo. Pero, para que ello ocurra es necesario un movimiento de agitación social que lo fuerce. El motor de cambio en los años treinta fue la gran presión popular, originada por el enorme descontento de la población con las políticas que se habían estado siguiendo por los Estados. El propio presidente Roosevelt llamó a esta movilización para vencer las resistencias de aquellos que, habiéndose beneficiado de las políticas de austeridad, se oponían a tales cambios. Entre ellos estaban en lugar prominente la banca, la gran patronal, los Trusts y las clases pudientes que dominaban los medios de información que estaban a su servicio.
De ahí la enorme importancia de las movilizaciones que están ocurriendo en la mayoría de estos países, pues representan la génesis del muy necesario cambio. Es una lucha que en caso de perderse aumentará todavía más la barbarie que estamos viendo en nuestras sociedades con el enorme descenso del bienestar y calidad de vida de la mayoría de la población. La alternativa a esta barbarie es un cambio muy sustancial, donde las ciudadanías de tales pueblos sean los que decidan sobre su destino y no como ahora donde los intereses financieros y económicos controlan a los Estados. La Gran Depresión no es irreversible, pero ello requiere grandes movilizaciones.
En España, la probable victoria del PP acentuará todavía más la aplicación de políticas de austeridad con grandes recortes de gasto públicos, acompañada con bajadas de impuestos. Estas políticas llevarán al país a una situación próxima la II Gran Depresión. Y aunque tal partido niega que vaya a hacer tales recortes, no cabe ninguna duda de que cuando tomen el gobierno anunciarán que han encontrado un déficit presupuestario mucho mayor de lo que esperaban, lo cual les forzará –según ellos- a recortar más y más. Lo único que puede parar esta situación son movilizaciones masivas que impidan que estas políticas de recortes tomen lugar. Celebro el surgimiento del 15-M y también animo a mis amigos sindicalistas a que se preparen para responder a esta agresión que acentuará todavía más el deterioro económico y social de España. La historia, nos enseña cómo actuar de manera que impidamos el enorme daño que se avecina.
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