Artículo publicado por Vicenç Navarro, 7 de agosto de 2012
Este artículo compara las políticas del Banco Central Estadounidense (que tienen como objetivo estimular la economía así como controlar la inflación) con las políticas del Banco Central Europeo que se centran exclusivamente en controlar la inflación.
Cuando una familia quiere comprar una casa, o una empresa quiere expandir su negocio, o el Estado (sea éste central, autonómico o municipal) quiere invertir en el futuro favoreciendo la educación de la juventud, por ejemplo, tienen que pedir prestado dinero para poder hacerlo, y lo que todos ellos desean es que este préstamo de dinero sea a unos intereses lo más bajos posibles.
Por otro lado, los que prestan –por lo general los bancos- desean que los intereses del préstamo sean lo más altos posibles. Existe, pues, un conflicto entre prestamistas y prestatarios. De ahí que en todas las sociedades se hayan creado unas entidades públicas que garantizan la existencia del crédito (el poder conseguir dinero prestado) para responder a las necesidades de la ciudadanía y de la economía. A estas entidades se les llama Bancos Centrales.
Como en el establecimiento de muchas entidades públicas, el establecimiento de los Banco Centrales ha ido precedido por grandes movimientos de agitación social que exigieron que se establecieran tales bancos. Uno de ellos fue el movimiento de campesinos, pequeños empresarios y cooperativas de trabajadores –llamado el Movimiento Populista- que en EEUU demandó que se estableciera tal Banco Central que garantiza la disponibilidad y acceso fácil al crédito. Así fue como en 1913 se estableció el Banco Central Estadounidense –llamado el Federal Reserve Board (FRB)- con el objetivo de garantizar la existencia de crédito.
Ahora bien, desde el principio, tal Banco Central Estadounidense estuvo sujeto al conflicto entre los intereses de los bancos, que siempre querían minimizar la circulación de dinero para disminuir las probabilidades de inflación (el enemigo número 1 de la banca), encareciendo así el precio del dinero, y los intereses de los usuarios que querían tener acceso al dinero y a bajo coste (es decir, con intereses bajos). Al principio, los primeros tenían mucha más influencia que los segundos, consecuencia de que la mayoría del Consejo Ejecutivo de tal Banco Central (The Board of Governors) eran –y todavía hoy son- mayoritariamente banqueros.
Ahora bien, el presidente Roosevelt (el presidente más popular que aquel país haya tenido) con el establecimiento del New Deal y el programa de reformas más profundo que aquel país haya realizado, cambio la composición y, sobre todo, las prioridades de tal Banco Central, y antepuso la necesidad de facilitar la disponibilidad de crédito sobre el control de la inflación, estableciendo las bases para el enorme crecimiento económico que permitió a aquel país salir de la Gran Depresión. A partir de entonces, el Federal Reserve Board ha tenido como mandato, no sólo controlar la inflación, sino también estimular el crecimiento económico, un doble mandato que el Partido Republicano –la derecha estadounidense- ha intentado cambiar para eliminar el segundo y mantener sólo el primero, sin haberlo conseguido. Por ley, el Federal Reserve Board tiene que realizar ambas funciones.
Crecimiento económico y creación de empleo como objetivo del Banco Central Estadounidense
La gran expansión económica creó una situación de pleno empleo, reforzando la posición del mundo del trabajo en sus negociaciones con el mundo empresarial. De ahí que este último utilizara su gran influencia sobre el presidente Carter, el presidente más conservador que el Partido Demócrata (el partido del centro político de EEUU, que se ha ido derechizando durante estos últimos treinta años) haya tenido para, a través del Federal Reserve Board, crear una Gran Recesión (aumentando los intereses de los préstamos bancarios, regulados por tal institución, a finales de la década de los años setenta). Paul Volcker, nombrado presidente del Federal Reserve Board lo dijo textualmente: “El propósito de nuestras medidas era destruir empleo para debilitar al mundo del trabajo” (“A Brief History of the Federal Reserve Board” Chapter 6. Economists for the 99%. Center for Popular Economic’s. 2012). Tal política fue continuada por Alan Greenspan (el gurú del pensamiento neoliberal), que sucedió a Volcker como presidente del Federal Reserve Board, y que consideró que la política del Banco Central Estadounidense debía centrarse en controlar la inflación. Lideró también el proceso de liberalización y desregulación financiera responsable de la burbuja inmobiliaria y de su posterior explosión. Tanto los presidentes Bush, sénior y júnior, como el presidente Clinton, apoyaron tales políticas, que tuvieron un impacto negativo en el nivel de vida y bienestar de las clases populares, siendo responsables (y muy en especial, la Administración Bush junior) de la Gran Recesión, que fue interrumpida por las medidas expansionistas de estímulo económico, llevadas a cabo por el presidente Obama (medidas que deberían haber sido, incluso, mayores) con la ayuda del Federal Reserve Board, que bajo la dirección del nuevo presidente, el Sr. Ben S. Bernanke, dio prioridad al mandato de estimular la economía mediante la reducción de los intereses bancarios y la impresión masiva y distribución de moneda, con amplia compra de los bonos públicos del Estado, medidas todas ellas que explican que EEUU haya salido de la recesión más rápidamente que la Eurozona, cuyo mandato se ha centrado siempre en controlar la inflación a costa del estímulo económico.
El Banco Central Europeo, sin embargo, tiene como misión principal controlar la inflación, y no estimular la economía y facilitar la producción de empleo. Y ello se debe al enorme dominio del Banco Central Alemán (el Bundesbank) sobre tal Banco Central Europeo. El Bundesbank es conocido por su obsesión en controlar la inflación, sin tener especial interés en producir empleo, mediante el estímulo de la economía.
Este objetivo de controlar la inflación es también compartido por el Pacto de Estabilidad y ahora por el Pacto Fiscal que fuerza a los Estados a que tengan un déficit público menor del 3% del PIB y menor del 0,5% del PIB respectivamente. Es cierto que el Pacto de Estabilidad tiene también el nombre de Crecimiento al final (el pacto se llama de Estabilidad y Crecimiento). Pero este añadido (resultado de la presión del gobierno socialista francés presidido por el Sr. Jospin) es retórico pues no se ha dotado al Pacto ni los fondos ni los medios para estimular la economía y crear empleo, habiéndose repetido esta situación de nuevo con el Pacto Fiscal que, también a instancias del gobierno socialista francés (ahora presidido por el Sr. Hollande) cuyo nombre oficial es “Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Europea” sin dotarle de los medios necesarios. El enorme poder de la banca, mayor en la Eurozona que en EEUU, explica esta situación.
Es improbable que pueda recuperarse de nuevo la economía de la Eurozona (y muy en particular de los países de la periferia) sin un cambio profundo del BCE, semejándose más el Federal Reserve Board de EEUU. Ni que decir tiene que este último banco tiene también problemas que deberían resolverse (y que la izquierda estadounidense ha señalado correctamente). Pero comparado con el Banco Central Europeo, aquel Banco está en este momento sirviendo mejor a la sociedad de EEUU que lo que el Banco Central Europeo está haciendo en la Unión Europea.
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