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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna «Dominio Público» en el diario PÚBLICO, 14 de marzo de 2013

Este artículo critica el programa «Lecciones de Economía» que aparece semanalmente en la Televisión Pública Catalana, TV3.

Carta al director del programa “Lecciones de Economía” en TV3

Querido Sr. Director,

Desde que hace ya años volví del exilio, he sido primero Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona y, más tarde, Catedrático en la Universidad Pompeu Fabra, de Políticas Públicas,  materia multidisciplinaria que incluye varias áreas de conocimiento, desde Economía Política y Política Económica a Ciencias Políticas y Sociales, áreas en las que he trabajado durante más de cuarenta años en The Johns Hopkins University.

Entenderá, pues, que con esta biografía sintiera gran alegría cuando me informaron de que TV3, la televisión pública catalana, estaba dando un programa, titulado “Clases de Economía”, que intentaba popularizar los conocimientos económicos, muchos de los cuales encajan en las áreas de políticas públicas en las cuales he estado trabajando durante muchos años. Desde entonces he estado viendo el programa y lamento decirle que éste me ha decepcionado, pues ustedes están dando una visión muy sesgada de tales conocimientos. Dichas supuestas “Clases de Economía” las da un economista, el Sr. Sala i Martín, que es bien conocido por intentar promover una visión ultraliberal, representando una corriente de pensamiento económico que está, por cierto, cada vez más desacreditada, debido a los pésimos resultados que las políticas públicas derivadas de tal doctrina están teniendo. La enorme recesión que estamos sufriendo en la Eurozona, en Catalunya y en España es un ejemplo de ello.

Permítame que le muestre los indicadores de tal pensamiento, que atribuye gran número de los problemas de nuestras economías a una supuesta excesiva intervención pública y que, en el caso de “su economista” (tal como el presentador del programa presenta al Sr. Sala i Martín en cada una de las sesiones semanales) alcanza niveles extremos. Así, en una de sus presentaciones, “su economista” indicó que la normativa pública que establece que los conductores de coches deban llevar abrochados sus cinturones de seguridad cuando viajan ha tenido, en realidad, un efecto negativo, pues ha dado a tales conductores una sensación falsa de seguridad que les ha hecho conducir de una manera más temeraria, provocando un mayor número de accidentes, muertes y heridos de tráfico (video de La Vanguardia, 17.09.12). Tal aseveración en contra de la intervención normativa pública, como muchas de las que hace “su economista”, carece de evidencia científica que la avale. En realidad, todas (repito, todas) las referencias científicas existentes sobre este tema indican lo contrario. Si usted quiere, le puedo enviar documentos de los centros de investigación de seguridad vial más reconocidas y respetadas, tanto en España como en EEUU, que documentan que dicha normativa ha prevenido un enorme número de muertes y heridos por accidente. En honor a la verdad, la mayoría de economistas liberales no sostienen tal postura, pero el Sr. Sala i Martín es, como indiqué antes, un ultra en su liberalismo, es decir, un neoliberal. El neoliberalismo es la forma extrema de liberalismo, iniciada por el Sr. Reagan en EEUU y la Sra. Thatcher en Gran Bretaña, y que ahora adquiere su máxima expresión en el Tea Party (que controla el Partido Republicano de EEUU) y en la ultraderecha económica próxima al capital financiero que domina las instituciones financieras de la Eurozona.

El Estado como problema y su reducción como solución

Otro indicador de su postura neoliberal extrema es la aseveración, hecha en su programa televisivo, de que los impuestos tienen siempre un impacto negativo en la economía (asumiendo, por lo tanto, que la economía más eficiente es la que tiene menos impuestos y menos Estado). Y cuando el presentador de su programa, sorprendido por la contundencia de su postura, se lo preguntó de nuevo, recordará que él insistió en que sí que era siempre negativo, lo cual, de nuevo, carece de credibilidad. Hay muchos países, como varios países escandinavos entre otros, donde los impuestos representan un porcentaje elevado del PIB y suponen un componente importante del presupuesto familiar y donde tienen, además de unos servicios y transferencias del Estado del Bienestar muy desarrollados, una elevada calidad de vida y unos indicadores, no sólo de equidad, sino también de eficiencia económica muy elevados. Que los impuestos sean buenos o malos para los contribuyentes y para la economía depende de en qué se gastan y para qué objetivos. La aseveración de que los impuestos son siempre negativos carece de credibilidad científica. Los impuestos, el gasto público y la intervención pública pueden hacer la economía más eficiente y para el ciudadano puede ser mejor pagar servicios colectivos vía impuestos que a través de seguros privados o pago directo, tal como “su economista” afirma.

Otra postura, igualmente doctrinal, es su afirmación, hecha en su programa, de que imprimir dinero por parte de los Bancos Centrales siempre lleva a la inflación, ignorando que, desde que se inició la crisis, tanto el Banco Central de EEUU (el Federal Reserve Board) como el Banco Central Europeo han estado imprimiendo mucho dinero sin que ello haya provocado ninguna inflación. En realidad, el peligro es que hubiera una deflación, que es precisamente lo contrario. El que la impresión y distribución de dinero provoque inflación o no depende del contexto en que esta medida de política monetaria ocurra. Decir que imprimir dinero causa siempre inflación  no es una declaración científica. Es una afirmación ideológica.

Los recortes como medidas necesarias para incrementar la eficiencia

Otro indicador es su postura de que los recortes de gasto público, incluido el gasto público social, de nuestro país no tienen un efecto negativo, pues “su economista” asume que hay mucha grasa en nuestros servicios públicos, como en sanidad, que necesita eliminarse para poder adelgazar y tener mayor eficiencia económica. Tal aseveración ignora varios hechos. Uno de ellos es que Catalunya y España ya son los países que tienen un gasto público social y sanitario por habitante de los más bajos de la UE-15. Está ya muy, pero que muy adelgazado. Adelgazarlo más podría matarlo. Lo que “su economista” dice podría aplicarse a un país como EEUU, donde la sanidad está privatizada (el modelo que el Sr. Sala i Martín favorece) y donde se gasta ya un 17% del PIB. No hay duda de que hay muchísima grasa (sobre todo en las compañías de seguros que gestionan la mayoría de la sanidad en el sistema sanitario estadounidense). Pero Catalunya y España se gastan sólo un 6% y un 7,5% del PIB. A pesar de esta pobreza, el Sr. Sala i Martín quiere recortar incluso más, pues considera que este dinero sostiene una estructura sumamente insuficiente, llena de enchufados, que no sirve a los ciudadanos, como escribió recientemente en La Vanguardia (“Al servicio de los ciudadanos”. 17.01.13). Por lo visto, “su economista” conoce muy poco el sistema estadounidense, donde la carga administrativa es más grande, la asfixia burocrática (privada) es abrumadora y la gran mayoría de la población está insatisfecha. Un signo de insensibilidad hacia el usuario es que el 39% de personas que se están muriendo (que tienen una enfermedad terminal) expresan estar preocupados porque no saben como ellos o sus familiares pagarán sus facturas, tal como documenta la revista científica Annals of Internal Medicine 2000; 132:451 – Study of 988 terminally ill patients). Es un sistema cruel, muy poco equitativo y dramáticamente ineficiente. Ahora bien, las compañías de seguros se forran y los beneficios de tales empresas son enormes. Supongo que a esta situación el Sr. Sala i Martín la define como eficiencia económica.

Su desconocimiento de la realidad estadounidense aparece también cuando, repitiendo lo que dice el Tea Party, indicó que el Presidente Obama contribuyó al crecimiento del déficit público a base de una hipertrofia del gasto público. En realidad, el déficit público ha disminuido durante el periodo Obama, pasando de casi el 12% del PIB en 2009 al 8,5% en 2012. Esta manipulación de los datos es una constante, y ello con el objetivo de resaltar su postura. Es frecuente que utilice maliciosamente el término socialismo para definir el régimen dictatorial soviético, mostrando tal régimen como ejemplo del fracaso del socialismo, sin citar que los países que tienen economías más eficientes y con mayor calidad de vida incluyen países que han estado gobernados durante un mayor número de años desde la II Guerra Mundial por partidos socialistas, como muchos países escandinavos. Y así un largo etcétera.

Ni que decir tiene que siempre asume que el sector privado es más eficiente que el público, intentando reducir al máximo este último. Su última propuesta para Catalunya, hecha en su programa hace unos días, es eliminar el Servicio de Correos Público pues, según él, internet hace innecesario tal servicio público, ignorando que hay muchísimos catalanes –sobre todo los ancianos- que no se encuentran cómodos o no tienen acceso a internet y que Correos sirve otras funciones vitales tales como el transporte de paquetes y otro material.

Lecciones de economía o de ultraliberalismo

Ni que decir tiene que “su economista” se presenta como “el economista” portador de la ciencia económica. Esto se hace constantemente en su programa, en su programa y fuera de él. Se atribuye hablar en nombre de las ciencias económicas. Así, en el artículo ya citado “Al servicio de los ciudadanos”, el Sr. Sala i Martín, a fin de defender su tesis ultraliberal de que los recortes del gasto público sanitario son, en realidad, buenos para tal sector, pues son recortes de servicios innecesarios (la grasa existente en el cuerpo público obeso), indica que: “Hace décadas que los economistas decimos que la mejor manera de financiar servicios públicos con problemas de congestión como las carreteras no son los impuestos ordinarios sino el cobro directo a los usuarios”. Esta frase es o bien un indicador de una enorme ignorancia (hay cientos de economistas que no creen que la solución al problema sea aumentar el cobro directo) o de una flagrante manipulación (intentando presentar una mera postura ideológica como científica). Seguro que es lo último y no lo primero. Y podría ir citando más y más indicadores del carácter ideológico de la doctrina que este señor promueve.

Ahora bien, créame cuando digo que soy profundamente demócrata y no le pido que deje de invitar a tal señor a sus “Clases de Economía”. Pero, por respeto a la verdad, le pido que cambie el título y le ponga “clases de ultraliberalismo”. Pero le tengo que recordar que su salario lo paga el pueblo catalán y, como servidor público, usted debe informar y no promover una ideología como lo está haciendo. Cuando el moderador lo presenta como “su economista” usted tiene que ser consciente de que la casa de TV3 no es propiedad suya, sino del pueblo catalán. De ahí que, en el caso de que quiera mantener el título de “Clases de Economía”, tenga entonces que abrir el abanico de sensibilidades. Invite, dándole el mismo protagonismo, a economistas de distintas sensibilidades. Catalunya tiene excelentes economistas, que son más parecidos al pensamiento de Joseph Stiglitz, Paul Krugman, Gunnar Myrdal (del cual fui discípulo), o Joan Robinson, que al de Robert Barro, ultraliberal, que es el guía mentor del Sr. Sala i Martín. ¿O es que tales economistas que cito no son economistas? Si usted quiere, le puedo enviar una lista enorme de otras voces y economistas a los cuales ahora tienen olvidados. Y, por favor, no me inviten a mí a hacerme una entrevista para equilibrar las presentaciones semanales de su economista. Si quieren ser equilibrados y demócratas, inviten a economistas alternativos cada  vez que aparezca su economista ultraliberal. Y en nuestro país los hay de muy buenos.

TV3 es de todos

Permítame, en este contexto, hacer otra observación, como catalan que ha luchado, como miles y miles de catalanes, por tener democracia auténtica en este país, democracia que, como su programa muestra, todavía no tenemos.

Seguro que usted ama a Catalunya. Pero tiene que ser consciente de que las políticas públicas afectan para bien o para mal el bienestar de la población, dependiendo de qué políticas se aplican. Pues bien, la aplicación de las políticas ultraliberales ha tenido un enorme coste humano. De ahí que esta carta mía no se dirija al Sr. Sala i Martín que, si responde, será previsiblemente con los insultos que caracterizan su discurso, a los cuales, por cierto, no se puede contestar porque los forums donde escribe le protegen, teniendo una gran inmunidad.

Esta carta va dirigida a usted y a sus superiores. Están promoviendo unas políticas, ignorando sus consecuencias. Privatizar la Seguridad Social, tal como “su economista” ha propuesto (y tal como el General Pinochet hizo en Chile) ha causado un enorme daño a las clases populares chilenas. Francamente, sólo el pensamiento de que tal señor fuera el futuro Ministro de Economía de la futura Catalunya independiente, me hace perder cualquier entusiasmo que pudiera haber tenido respecto a que nuestro país pudiera alcanzar la independencia. La evidencia acumulada del impacto desastroso de las políticas neoliberales es abrumadora.

Las enormes cajas de resonancia que el Sr. Sala i Martín tiene no se deben a la potencia de sus argumentos, sino al poder de los intereses financieros y empresariales que lo promueven. Pero usted no está al servicio de tales intereses sino al servicio de todo el pueblo catalán. Nos ha costado mucho, muchísimo –más de lo que usted se imagina- poder alcanzar la democracia que tenemos. No la viole usted. Le ruego que nunca lo olvide.

Atentamente,

Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra

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