Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL y en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 16 de septiembre de 2013
Este artículo expande otro anterior en el que se detallaban las causas del que iba a ser bombardeo de Siria por parte de la Administración Obama («De lo que no se habla sobre Siria»). Este artículo indica que el cambio de una acción militar a un proceso diplomático responde en gran manera a la movilización popular dentro de EEUU, cuestionando aquellas políticas seguidas por la Administración Obama.
En un artículo (“De lo que no se habla sobre Siria”) que escribí hace unos días en Público 10.09.13, intentaba dar una versión diferente de lo que estaba ocurriendo en Siria (referente al ataque casi inminente de las Fuerzas Armadas de EEUU a aquel país). En mi artículo mostraba evidencia de que la explicación que se estaba dando en los mayores medios de información en España para explicar la propuesta realizada por la Administración Obama de bombardear Siria era errónea. Los datos no confirmaban que la motivación principal de dicho bombardeo fuera moral, resultado de la indignación creada por la utilización de armas químicas por el dictador Asad de Siria. Por muy legítima que fuera tal indignación (y lo era), esta no era la motivación real de las propuestas de la Administración Obama. En mi artículo subrayaba y mostraba evidencia de que el deseo de la Administración Obama era debilitar al gobierno Asad en Siria y recuperar la influencia del gobierno federal de EEUU, cuya política exterior tiene poco que ver con la defensa de los derechos humanos en el mundo (como también mostraba en mi artículo) y sí, en cambio, con la defensa de los intereses de los poderes financieros y económicos de lo que en EEUU se llama la Corporate Class, defendidos por el complejo militar-industrial. En el artículo señalaba que tales intereses entraban en conflicto con los de las clases populares de EEUU, que se estaban rebelando de una manera muy notoria en contra de dicha Corporate Class y en contra de las instituciones políticas representativas, cuyas políticas están muy influenciadas por esa clase social.
¿Por qué ahora la vía diplomática y no antes?
Los hechos acaecidos desde entonces prueban la veracidad de este análisis. En cuestión de días, la Administración Obama ha cambiado de estrategia, mostrando mayor receptividad a la solución diplomática y aceptando explorar la posibilidad de eliminar y/o controlar por parte de instituciones internacionales las armas químicas en posesión del gobierno Asad. En contra de lo que han publicado los medios, tal propuesta no es nueva. En realidad, y tal como ha documentado The New York Times “An Unlikely Evolution, From Casual Proposal to Possible Resolution” (11.09.13), dichas negociaciones han estado teniendo lugar desde hace un año entre el gobierno ruso y el estadounidense.
Y el hecho de que ahora aparezcan como posibilidad es primordialmente porque la Administración Obama se ha dado cuenta de la enorme oposición de la gran mayoría de la ciudadanía estadounidense a que ocurriera tal bombardeo de Siria. Ha sido el bombardeo del Congreso y de la Casa Blanca de EEUU con mensajes de la población expresando su clara oposición al bombardeo de Siria lo que ha sido determinante en este giro de la Administración Obama. Es obvio que el Congreso, sometido a tal grado de presión popular, hubiera votado claramente en contra del bombardeo militar, debilitando enormemente a la Administración Obama. De ahí el cambio de esta.
Según la última encuesta del New York Times/CISS, así como otras (citadas en mi artículo “De lo que no se habla sobre Siria”), la gran mayoría de la población está en contra del rol de “policía mundial” que se atribuye el gobierno federal, en contra de su interferencia militar en otros países, en contra del bombardeo a Siria, en contra del considerado excesivo gasto militar y a favor del aumento de los gastos públicos sociales para atender las enormes necesidades humanas existentes en el país (documentado también en mi artículo). También, y por grandes mayorías (según las encuestas de PEW Research Center y Common Cause), la mayoría de la población estadounidense cree que hay una excesiva concentración de poder financiero, económico y político en el país, y también cree que ese poder se traduce en que las ramas ejecutivas y legislativas del Estado están excesivamente influenciadas por intereses fácticos financieros y económicos (solo el 15% de la población expresa confianza en el Congreso de EEUU). Y, nota importante para aquellos que, tanto en las derechas como en las izquierdas en España, niegan que existan clases sociales y que estas estén en conflicto: la mayoría de la población en EEUU cree que hay un conflicto de clases (un 65%), que alcanza un 74% entre los afroamericanos. El incremento del porcentaje de la población que percibe este conflicto ha sido uno de los desarrollos más importantes en EEUU (PEW Survey. Social Trends 12.01.2011) y que tiene a la Corporate Class muy preocupada. Dicho conflicto se percibe como un conflicto entre la mayoría de la población contra la minoría que controla y gobierna el país. Este es el trasfondo del debate que está ocurriendo en EEUU. Y refleja la rebelión de la mayoría frente al rol imperial de la minoría que se ejerce a costa del bienestar de las clases populares.
Dos últimas observaciones. Esta realidad es muy relevante para lo que está ocurriendo en España (y en Catalunya). En realidad, España es uno de los países de la OCDE con mayores desigualdades y mayor concentración de las riquezas, concentración que empobrece la calidad democrática del país como consecuencia de la excesiva influencia de poderes fácticos y económicos en la vida política del país. La crisis de legitimidad del Estado federal en EEUU responde a las mismas pautas que encontramos también en España. Existe en España una necesidad de movilizaciones populares (con bombardeos de mensajes de protesta, siempre no violentos) como está ocurriendo en EEUU para mostrar un “Basta ya”, con el intento de recuperar la democracia.
En España, el Movimiento 15M ha mostrado, como así lo ha mostrado el movimiento Occupy Wall Street en EEUU, el enorme potencial de simpatía, apoyo y movilización popular que tienen sus denuncias de la minoría que gobierna la vida financiera, económica y política del país. De ahí la necesidad de tal movimiento político-social (que no debería convertirse en partido político, pues perdería con ello su capacidad de movilización transversal) que presione y transforme los instrumentos e instituciones llamados democráticos, revolucionando el país.
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