Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 8 de octubre de 2013
Este artículo está basado en el discurso dado por el profesor Navarro en el acto de entrega del galardón Pozu Fortuna de Asturias, a raíz de su apoyo a la causa de las víctimas del franquismo. El profesor Navarro acentuó que, resultado de una transición inmodélica en la que las fuerzas de la dictadura a la democracia, realizada bajo el dominio de las fuerzas ultraconservadoras, se ha continuado una profunda injusticia contra aquellos que lucharon por la democracia y la justicia social en este país, hecho reconocido internacionalmente y que debería ser una vergüenza y oprobio para el Estado español, responsable de este olvido.
Gracias por el honor que me otorgáis. He recibido, a lo largo de mi vida, en muchos países, después de exiliarme de España por razones políticas, muchos honores. Pero éste es el que más aprecio. Es un galardón especial para mí. Viene de vosotros, gentes de la cuenca minera de Asturias, que siempre se ha distinguido en la historia de España por su compromiso con la lucha por la justicia social, en contra de las estructuras de poder oprimentes que imposibilitan el desarrollo de esta justicia y de la solidaridad que conlleva. Sois gentes que continuáis con la lucha de los mineros heroicos que siempre lucharon para conseguir la plena libertad y el pleno desarrollo de la democracia que todavía no tenemos. Tenéis que saber que vuestra historia, aunque desconocida en este país, es bien conocida y admirada internacionalmente. La cuenca minera de Asturias es aplaudida por su lucha continua a favor de la justicia y de la libertad, bien mostrada en vuestra resistencia frente al golpe fascista de 1936 y en contra de la dictadura. Esta lucha heroica es una de las páginas de la historia más brillantes y más conocidas en el mundo, en la continuada rebelión del mundo del trabajo en contra de la opresión y de la explotación. Añado mi voz a este merecido homenaje a vuestro compromiso, gentes de la cuenca minera de Asturias, a favor de la justicia, de la libertad y de la democracia.
Este compromiso, que ha caracterizado vuestra historia, ha significado un enorme sacrificio, con una represión brutal, como refleja lo que ocurrió aquí, en este pozo, donde la brutalidad del fascismo se mostró con toda su crudeza. Aquí, en este pozo, en la mina, decenas y decenas de personas fueron echadas vivas al pozo, un pozo de treinta metros, para que murieran en el fondo. Hemos oído el testimonio de una persona presente en uno de estos momentos. Niños, mujeres embarazadas y ancianos, eran echados al pozo junto con adultos que habían luchado oponiéndose al golpe militar. Vosotros, familiares de aquellos asesinados, sois la prueba viva del enorme dolor causado por una enorme brutalidad. Quien vea este museo, que habéis hecho con escasos medios, puede ver la brutalidad de la que fue capaz el fascismo. Este museo debería conocerse ampliamente en este país, pues muestra claramente el nivel de brutalidad que alcanzó una de las dictaduras más sangrientas que ha habido en Europa. Nunca deberíamos olvidar que por cada asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000, hecho que continúa ocultándose por la mayoría de medios de información en este país.
Se estableció, así, un régimen de terror. Un terror que era necesario para sostener un régimen de una minoría frente a la gran mayoría de la población. Terror que creó un miedo que todavía existe. Hablando con familiares de víctimas y represaliados, se ve que todavía hay miedo, que todavía hay resistencia a hablar. Después de treinta y cinco años de lo que se llama democracia, todavía hay miedo en los pueblos y ciudades de España de hablar de aquella brutalidad.
Y el hecho de que haya silencio y miedo se debe a que la Guerra Civil no ha terminado. Los hijos de los vencedores continúan gobernando y ellos no quieren que se sepa lo que hicieron sus padres y abuelos. Y aquí, en Asturias, encontramos un claro ejemplo. Las grandes familias que estimularon aquel golpe en contra de un gobierno democrático y que se beneficiaron de la dictadura que estableció, continúan en el poder en Asturias, donde más de 7.000 personas fueron asesinadas. Aquellas grandes familias participaron en aquella represión. Y hoy, no lejos de aquí, en Oviedo, todavía hay un monumento al mayor asesino que ha tenido España, el general Franco, el hombre responsable de lo que pasó aquí en el Pozu y en muchísimos pozos de la cuenca minera.
En realidad, hay en Asturias más de 3.000 desaparecidos por causas políticas, sin que el Estado ayude a los familiares a encontrar a sus seres queridos. Y estos mismos días, las Naciones Unidas, en nombre de la comunidad internacional, han visitado España, denunciando lo que aquí pasa y señalando que es una vergüenza. La Marca España es la marca de una democracia que no se merece tal nombre. Una democracia producto de una transición inmodélica de una dictadura a una democracia, transición realizada bajo el dominio de las fuerzas herederas del Estado fascista que dominaban el Estado y todos sus aparatos, así como la mayoría de medios de información. Las izquierdas, que habían liderado a las fuerzas democráticas, apenas salían de la clandestinidad durante la transición. Hablar de un proceso supuestamente consensuado entre la ultraderecha española, que tenía un control absoluto de las instituciones del Estado, y unas izquierdas y otras fuerzas democráticas que no tenían ningún control, es absurdo. El desequilibrio de fuerzas no podía ser mayor. Y el resultado del dominio de aquella transición por los herederos de la dictadura mostró lo inmodélico y desequilibrado de aquella transición. Durante 35 años hemos tenido una democracia enormemente incompleta, bajo el dominio de los vencedores de la guerra, lo cual explica el olvido histórico, el silencio y el temor, así como la pobreza del Estado del Bienestar y la carencia del reconocimiento de que España es una suma de pueblos y naciones dentro de un Estado plurinacional.
Pero, amigos y familiares de las víctimas, hoy están pasando muchas cosas en nuestro país, este país que es una amalgama de pueblos y naciones oprimidas por un Estado central que está perdiendo su legitimidad, por estar llevando a cabo unas políticas que carecen de ella, pues no estaban en las propuestas electorales de los partidos cuando salieron elegidos. Existe hoy una gran agitación social pacífica y no violenta contra este Estado, resultado de aquella Transición inmodélica. Y nuevas generaciones están apareciendo, generaciones que, perdiendo el temor y el miedo, están preguntando dónde están sus seres queridos y, lo que es también muy importante, dónde están sus asesinos y sus herederos, aquellos que causaron vuestro dolor, nuestro dolor, porque vuestros muertos son los muertos de la República, de la España real.
Y veréis como su muerte fue la semilla de esta nueva España, democrática y justa, solidaria y libre. Esta España por la que ellos lucharon y cuyos inicios se detectan ya en nuestro entorno, en las multitudes que salen a las calles diciendo “esta no es nuestra España”, “este Estado no es nuestro Estado”. Y nuestra España es aquella por la cual vuestros seres queridos murieron. Y podéis verlo en el número creciente de banderas republicanas en las manifestaciones. Me contaba, esta mañana, uno de los testigos –un buen ciudadano de estas tierras- que cuando una mujer iba a ser empujada hacia el pozo, le dijo al fascista que la empujaba que estaba encinta. Y el último comentario del fascista antes de echarla fue “mejor que te matemos, así eliminamos la semilla”. Familiares de aquella ciudadana, sabed que ellos no mataron la semilla. Hoy, la bandera republicana va ondeando, cada día más alta, mostrando que su lucha por otra España mejor está hoy apareciendo en todas partes en este país. Y este es el mejor homenaje a vuestros muertos, que son los nuestros. Su semilla fructificó. Y no sé si yo lo veré, debido a mi edad, pero estoy seguro de que, antes de que pase mucho tiempo, veréis como este Estado español dejará paso a aquel nuevo Estado que se considere heredero y continuador de la España de los vencidos, que era y será la España de aquellos que murieron y vivieron por una España republicana, libre, justa y auténticamente democrática.
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