Article publicat per Vicenç Navarro a la columna “Dominio Público” al diari PÚBLICO, 10 de novembre de 2016.
Aquest article assenyala l’enorme problema que tenen les esquerres a Espanya, que és la seva divisió, cosa que facilita l’establiment de governs de dretes (conservadors i neoliberals) tant a Espanya com a Catalunya. L’article també assenyala que aquesta divisió, que va possibilitar el govern Rajoy a Espanya, i els governs Mas i Puigdemont a Catalunya, pot impossibilitar una alternativa d’esquerres durant molts anys.
España tiene un problema grave que explica que los partidos conservadores y neoliberales hayan estado gobernándola durante la mayor parte de los años del siglo XXI (el periodo que antecedió y en el que germinó la Gran Recesión), lo cual ha significado un enorme deterioro del bienestar de las clases populares de los distintos pueblos y naciones que constituyen este país, sometidos a las políticas públicas de clara sensibilidad neoliberal impuestas por tales partidos (y digo impuestas, pues no estaban en sus ofertas electorales). Tales políticas han incluido recortes del escasamente financiado Estado del Bienestar (España tiene uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajos de la UE-15 -el grupo de países de semejante nivel de desarrollo económico al de España-) y reformas laborales que han debilitado al mundo del trabajo, causando un gran descenso salarial y un aumento de la precariedad. Y en Catalunya (donde yo vivo y trabajo) ha ocurrido una situación semejante, donde la Generalitat de Catalunya ha sido gobernada por una coalición de un partido conservador con otro liberal durante la mayoría, no solo del siglo XXI, sino también del periodo democrático, determinando como consecuencia que el gasto público social por habitante sea incluso menor en Catalunya que en el promedio de España en ámbitos como la educación o la sanidad (tal como figura en el informe “Servicios públicos, diferencias territoriales e igualdad de oportunidades”, de la Fundación BBVA).
Y una de las mayores causas de que ello ocurra es la división de las izquierdas, tanto en España como en Catalunya, con las tensiones constantes y la limitada colaboración, a nivel del gobierno central, entre el PSOE, por un lado, y las izquierdas agrupadas antes alrededor de IU y ahora alrededor de Podemos, hasta tal punto que el PSOE ha preferido apoyar la continuidad del gobierno Rajoy sobre la posibilidad de aliarse con Unidos Podemos. En Catalunya, las izquierdas representadas por ERC han estado apoyando desde 2012 a la derecha catalana, Convergència i Unió (CiU), transformada más tarde en Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), y ahora convertida en Partit Demòcrata Europeu Català (PDECat), en lugar de aliarse con las izquierdas representadas por En Comú Podem y el PSC, división que se presenta también en la ciudad de Barcelona, donde ERC está explorando la iniciativa de la derecha catalana de desbancar al gobierno de izquierdas presidido por Ada Colau.
¿Por qué estas divisiones entre las izquierdas?
A nivel de España, esta distancia entre el PSOE y las otras izquierdas se ha intensificado con la aparición de nuevas izquierdas, ya que estas tienen vocación transformadora, tanto en las áreas económicas (iniciando y continuando la políticas de austeridad, en el caso del PSOE, y oponiéndose a ellas en las nuevas izquierdas) y sociales, como en su visión de España (uninacional en el caso del PSOE, plurinacional en las nuevas izquierdas emergentes), unas vocaciones claramente distintas a las sostenidas por el PSOE en este momento. Estas diferencias han dificultado la formación de gobiernos de izquierdas a nivel central. La continuación del gobierno Rajoy después de cuatro años de políticas neoliberales que han dañado intensamente el bienestar de la población se debe precisamente a la imposibilidad de establecer una alianza PSOE-Podemos en las elecciones del 2015, y más tarde con Unidos Podemos en las del 2016. Hay que darse cuenta de que esta situación, en caso de no cambiarse, pronostica un dominio del gobierno y del Estado español por parte de las derechas durante muchos de los años venideros, puesto que es muy difícil en un futuro próximo que las nuevas fuerzas emergentes puedan por sí solas establecer una mayoría que permita gobernar en España, incluso en el caso probable de que Unidos Podemos sobrepase al PSOE en escaños en las próximas elecciones.
¿Puede cambiar esta situación en España?
Un análisis objetivo de lo que ha estado ocurriendo en las dos últimas elecciones a las Cortes Españolas permite concluir que, admitiendo responsabilidades por ambos lados, lo cierto es que ha sido el PSOE el que ha sido más reticente a establecer una alianza de izquierdas (ver mi artículo “Hablando claro: ¿Quién es responsable de que Rajoy continúe gobernando España?”, Público, 31.10.16). Y está ampliamente documentado que los responsables de ello han sido la mayoría de barones y la mayoría del grupo parlamentario del PSOE, así como sus figuras históricas, con la inestimable ayuda del grupo mediático PRISA (propietario de El País y de la SER), y bajo la presión del IBEX-35. La dirección de este partido se opuso (en contra del parecer y deseo de su militancia) a la formación de tal alianza de izquierdas, incluso llegando a dar un “golpe de Estado civil” dentro del partido para echar al entonces Secretario General del PSOE, el Sr. Pedro Sánchez, cuando percibieron intentos por su parte de explorar el establecimiento de dicha alianza. Y, tras su destitución, se ha sabido que uno de los elementos que indignó más a aquellos que se oponían a tal alianza dentro del PSOE fue el deseo de Pedro Sánchez (expresado en su entrevista con Jordi Évole en Salvados) de tratar a Unidos Podemos como un igual, “de tú a tú”. Otro elemento de la posición mantenida por Pedro Sánchez que provocó igual indignación fue su apuesta por establecer un diálogo con los independentistas y aceptar que el Estado español debería reconocer la plurinacionalidad de España (en la frase de que “España es una nación de naciones”), afirmación que creó una gran hostilidad en muchos de los barones del PSOE.
En vista de esta situación, es fácilmente predecible que, a no ser que el PSOE cambie, no habrá posibilidades de que España pueda tener un gobierno basado en una alianza de izquierdas en un futuro próximo, condenando al país a la continuidad de unas políticas que están dañando la calidad de vida de las clases populares y, paradójicamente, la “unidad de España”, que las derechas dicen, retóricamente, defender. En realidad, el crecimiento del movimiento secesionista en Catalunya está directamente relacionado con la rigidez expresada por los gobiernos españoles, y muy en particular por los gobiernos liderados por el PP. Esta rigidez llevará a un incremento del deseo de secesión que generará, como respuesta, políticas altamente represivas (que ya se están implantando), sin excluir una ocupación de Catalunya en un futuro no lejano de carácter policial-militar.
¿Por qué el PSOE se resiste a la alianza con Podemos?
Las respuestas a esta pregunta son varias. Una de ellas es que el PSOE se ha convertido en parte del establishment político del país y su aparato está integrado en las estructuras del poder financiero y económico, lo cual ha adquirido mayor visibilidad con su desarrollo de las políticas económicas claramente de sensibilidad neoliberal (recortes y reformas laborales encaminados a debilitar al mundo del trabajo) y promovidas por la Troika (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) en la Eurozona. Tales políticas, como se ha visto, han sido un desastre (no hay otra manera de decirlo) para el bienestar de las poblaciones de los países de tal región monetaria (incluyendo, sobre todo, a los países del sur de Europa), lo cual explica el descenso electoral de dicho partido, cuyos apoyos proceden más por lo que hizo en el pasado (de ahí que su apoyo se limite a personas de mayor edad) que no en el presente (desde que se inició la Gran Recesión). Es un gran error, sin embargo, creer que el PSOE va a desaparecer o incluso desear su desaparición, pues hay varias generaciones y regiones españolas que identifican correctamente haber obtenido claros beneficios gracias a los gobiernos del PSOE, lo cual quiere decir que hay PSOE para bastantes años, aun cuando es probable que pase a ser una fuerza minoritaria en muchas partes de España, convirtiéndose en un partido de carácter regional.
El nacionalismo españolista
Pero otra causa muy importante de la oposición del PSOE al establecimiento de una alianza con Unidos Podemos es su miedo a que sea la derecha española la que monopolice el altamente movilizador nacionalismo españolista, presentándose como la defensora de la unidad de España (utilizo el término “españolista” sin ninguna intención peyorativa, de la misma manera que se utiliza el término “nacionalismo catalanista”). El PSOE, confundiendo “patriotismo” con “uninacionalidad”, tiene miedo de que el PP monopolice el sentimiento patriótico, por lo que se presenta como tan o más patriótico (es decir, según su versión, tan o más uninacionalista) que las derechas, olvidando que durante su época antifascista en la resistencia contra el régimen dictatorial defendió una visión plurinacional, proponiendo que la unidad de España se basara en un deseo expresado por los distintos pueblos y naciones, aceptando su derecho a la autodeterminación (que es lo que se llama hoy “derecho a decidir” en Catalunya). Hoy el nacionalismo españolista es lo que une al PP, a Ciudadanos y al PSOE, justificando su oposición a una alternativa de izquierdas aludiendo a una necesaria defensa de la “unidad de España”, ignorando u ocultando que las nuevas fuerzas emergentes de izquierdas no están cuestionando la unidad de España, sino que proponen su redefinición como una entidad plurinacional (aunque la historia nunca se repite, hay que notar que la sublevación militar contra un Estado democrático en el año 1936 también se realizó bajo el lema de defender “la unidad de España” cuando, en realidad, el gobierno de la Generalitat de Catalunya, presidido por el Sr. Lluís Companys, no estaba pidiendo la secesión, sino la redefinición de España).
¿Puede haber cambio en Catalunya?
Naturalmente que la situación en Catalunya es muy distinta a la del resto de España. Su cultura política es muy diferente, y la derecha española en Catalunya, el PP, ha sido siempre un partido minoritario en camino de convertirse en un partido residual. El PSC, en cambio, que fue la principal fuerza de las izquierdas, y que fue por lo tanto un partido fuerte y mayoritario en Catalunya, ha perdido gran parte de su apoyo electoral, en parte como resultado de la identificación del PSC con las respuestas a la crisis iniciadas por el gobierno del PSOE. La derecha políticamente fuerte y hegemónica en Catalunya ha sido Convergència i Unió, alianza de dos partidos cuyas raíces históricas, al contrario que el PP, no están basadas en el aparato que sustentó la dictadura. En áreas económicas y sociales, sin embargo, Convergència, ahora Partit Demòcrata Europeu Català (Unió Democràtica ha prácticamente desaparecido), propone políticas muy semejantes a las del PP, lo cual explica el subdesarrollo del Estado del Bienestar en Catalunya, habiendo votado con el PP las leyes propuestas por el gobierno de este partido en aquellas áreas que han tenido mayor impacto en el deterioro del Estado del Bienestar y del mercado de trabajo en Catalunya. Señalar el “expolio fiscal” en Catalunya (es decir, el déficit fiscal de Catalunya versus el Estado español) como la causa principal del retraso social del Estado del Bienestar (argumento que es utilizado extensamente por los secesionistas) no es sostenible en base a la evidencia empírica, pues tal argumento ignora la evidencia científica existente que muestra que a lo largo de toda la Unión Europea hay una relación clara y directa entre el número de años que un país ha estado gobernado por las derechas y su escaso desarrollo social y elevada desigualdad. Cuanto más largo es el periodo de gobierno de derechas, menor es su gasto público social per cápita y mayores son las desigualdades de renta existentes en el país. Catalunya ha sido gobernada por las derechas durante la mayor parte del periodo democrático (y por cuarenta años de gobiernos de ultraderecha, durante la dictadura). Lo dicho no diluye la importancia del llamado déficit fiscal en dificultar la autonomía del gasto de la Generalitat, como he escrito extensamente, pero no puede atribuirse el retraso del gasto público social única o predominantemente a este factor. Los gobiernos de Convergència fueron coherentes con su ideario y aplicaron políticas liberales, incluyendo sus recortes. El partido hegemónico en la Generalitat de Catalunya, CDC, es un partido perteneciente a la familia política liberal, y siempre ha actuado en coherencia con su ideario. Y los datos así lo muestran.
¿Por qué España y Catalunya han retrocedido en la financiación del Estado del Bienestar?
El déficit de gasto público en protección social por habitante (la diferencia entre lo que se gastaba la UE-15 y lo que se gastaba Catalunya) aumentó durante los años de gobierno CiU un 22,9%, pasando este déficit de ser 2.767 euros a 3.399 euros (datos de Eurostat y del Idescat), y ello como resultado primordialmente de los recortes de gasto social (que cubre todos los gastos del Estado del Bienestar). Este gran aumento del déficit del gasto público en protección social contrasta con la gran reducción de tal déficit durante la época de gobierno tripartito (PSC, ERC e ICV-EUiA), con un descenso de un 10% desde el inicio del periodo en 2003, pasando de ser dicho déficit de 3.075 euros a 2.767 euros en 2010, una reducción que incluso fue más acentuada (16,5%) antes de que apareciera la crisis, en 2009.
Esta relación entre años de gobierno de derechas y menor gasto público en protección social se presenta también en España. Durante el primer gobierno del PP (1996-2004) el déficit de gasto público en protección social por habitante (diferencia de tal gasto entre la UE-15 y España) aumentó un 23%, pasando de 2.603 a 3.202 euros. Durante el periodo del gobierno PSOE (2004-2011), sin embargo, el déficit en protección social se redujo un 5,2%, pasando de 3.202 a 3.035 euros, una reducción que fue incluso mucho más acentuada en el periodo 2004-2009, cuando alcanzó un 15%, antes de que el gobierno Zapatero adoptara las medidas neoliberales en el año 2010. De nuevo, el déficit social dejó de disminuir y paso a aumentar nada menos que un 13% solo en el periodo 2011-2012, de nuevo con el PP en el poder. Esta relación entre orientación política del gobierno y tamaño del Estado del Bienestar es clara. Y el retraso del Estado del Bienestar, tanto en España como en Catalunya, se debe al enorme dominio que las derechas han tenido sobre el Estado, lo cual, al ser más acentuado en Catalunya, explica que el Estado Social esté menos desarrollado en esta comunidad autónoma.
¿Por qué no hay un gobierno de izquierdas en Catalunya?
Como ocurre en España, y como también he indicado anteriormente, las izquierdas catalanas están también divididas. ERC, y también ahora la CUP, están apoyando y/o sosteniendo al partido de derechas hegemónico en Catalunya (CDC). No le faltaba razón al dirigente de IU, Alberto Garzón, cuando señaló la incoherencia del Sr. Gabriel Rufián, de ERC, que a la vez que denunciaba el comportamiento de un partido (el PSOE) que se define de izquierdas y que, en cambio, facilitó que el partido de derechas gobernante en España continuara en el gobierno, no mencionaba que ERC está haciendo lo mismo en Catalunya. ERC ha sido el máximo apoyo del gobierno de la Generalitat, hegemonizado por el partido heredero del pujolismo (por mucho que cambie su nombre), claramente de derechas y perteneciente a la familia política liberal en Europa.
El mayor obstáculo para la colaboración y alianza de las izquierdas en Catalunya es, como también ocurre en España, el tema nacional, que es antepuesto al tema social (que es el que afecta más inmediatamente al bienestar de las clases populares) por parte de sectores de las izquierdas catalanas (ERC y la CUP), asumiendo (erróneamente) que el gran retraso social de Catalunya se debe a su pertenencia a España, ignorando que una Catalunya independiente bajo el dominio del partido de las derechas (como ha ocurrido en la mayoría del periodo democrático) mostraría incluso menor sensibilidad social que la que hay actualmente. Es difícil de imaginar que una Catalunya independiente con un Ministro de Finanzas como el economista Sala i Martín, el economista independentista más citado por Convergència (y también, por cierto, por algunos sectores de ERC), tuviera un Estado del Bienestar más desarrollado que el actual.
Vemos así que, de la misma manera que la izquierda española representada por el PSOE prefiere favorecer la continuidad del PP a aliarse con Unidos Podemos, a fin de preservar la “unidad de España”, en Catalunya ERC y la CUP prefirieren aliarse con la derecha catalana a fin de conseguir la independencia, asumiendo (erróneamente) que el tema nacional determinará el tema social.
Lo que es paradójico (y muestra una limitada visión histórica) es la visión del independentismo de que tiene posibilidades de ser exitoso sin contar con un amplio apoyo de la clase trabajadora. El caso escocés muestra claramente que, a no ser que el independentismo sea identificado con el compromiso social (no futuro, sino presente), mostrando que es lo social lo que configurará el tema nacional, tal movimiento no podrá alcanzar su objetivo. Decir, retóricamente, que los dos –el tema social y el tema nacional- van juntos es asumir que las clases populares no perciben y reconocen claramente (por la aplicación de sus políticas públicas) la sensibilidad de los partidos hacia sus necesidades cotidianas. El análisis del apoyo electoral de los partidos secesionistas muestra claramente el fallo de sus estrategias. Tales partidos secesionistas tienen un apoyo limitado en los barrios obreros. El independentismo en Escocia es muy diferente al catalán, pues quien lidera el independentismo allí es la izquierda, no como aquí, en Catalunya, que es la derecha, es decir, CDC (ahora PDECat). De ahí que lo más razonable y que implicaría mayor certeza en su estrategia sería favorecer, por mera coherencia democrática, el derecho a decidir en todos los niveles (dejando abierta la posibilidad de que la población escoja la secesión si así lo desea), pero enfatizando la necesidad de priorizar lo social, pues es lo que movilizará predominantemente a las clases más afectadas por la políticas neoliberales aplicadas por el partido hegemónico dentro del secesionismo.
No hay plena conciencia en los establishments políticos y mediáticos en Catalunya de que la situación social en Catalunya está muy deteriorada, deterioro que alcanza su mayor expresión entre las clases populares y sus sectores más vulnerables. De ahí que la máxima atención por parte de tales grupos poblacionales sea el compromiso inmediato y no futuro de resolver tal drama social, que debería ser el mayor objetivo de los partidos progresistas tanto en Catalunya como en España. Para alcanzar este objetivo, el mayor problema político que tienen tales fuerzas progresistas es su división, cuyo coste lo están pagando precisamente las clases populares.