Article publicat per Vicenç Navarro a la columna “Pensamiento Crítico” al diari PÚBLICO, 8 de novembre de 2017.
L’article fa una anàlisi de l’evolució dels diferents partits d’esquerres, i de com el tema nacional ha posat en un segon pla el tema social, generant divisions dins de les esquerres, en gran part responsables de l’enormitat de la crisi social.
La desunión de las izquierdas es uno de los mayores problemas políticos que tienen Catalunya y España. Y es en parte responsable de la continuación de la enorme crisis social que existe a lo largo del territorio español. En realidad no parece haber plena conciencia en amplios círculos políticos y mediáticos españoles (incluyendo catalanes) de la profundidad de tal crisis que se presenta a los dos lados del Ebro. Indicador tras indicador muestran la enorme gravedad de una situación que está causando un gran deterioro del bienestar de la población y, muy en particular, de sus clases populares. Hoy, en España (incluyendo en Catalunya) casi la tercera parte de la población está en riesgo de pobreza y/o exclusión social; más de la mitad de la población que está en paro lo ha estado por más de un año; la tasa de suicidio ha aumentado considerablemente; el consumo de los antidepresivos se ha disparado; y así un largo etcétera.
Las causas de esta gran crisis son fáciles de ver. Todas ellas son resultado de la aplicación de políticas públicas neoliberales, tales como la reforma laboral (que ha forzado un aumento de la precariedad y del desempleo, y un descenso muy marcado de los salarios y de la protección social). Dichas políticas han incluido también intervenciones del Estado con un elevado incremento de los recortes de gasto público social, lo que ha reducido de una manera muy marcada el gasto en los servicios públicos del Estado del Bienestar, tales como educación, sanidad, servicios sociales, vivienda pública, escuelas de infancia (mal llamadas guarderías) y servicios domiciliarios para las persona con discapacidad. Este descenso del gasto público también ha repercutido negativamente en las transferencias públicas a las familias, en el seguro de desempleo, y en las pensiones de vejez y de viudedad, entre otros. En realidad, el Estado del bienestar se ha ido desmantelando y privatizando de una manera muy marcada, afectando negativamente la calidad de vida de las clases populares.
Quiénes han sido los responsables de esta gran crisis social
Estas políticas públicas han sido impuestas (digo impuestas, pues no estaban en sus programas electorales) por los gobiernos liderados por la derecha catalana ahora independentista, Convergència Democràtica (CDC) -en la actualidad Partit Demòcrata Català (PDeCAT)-, en Catalunya (que ha gobernado esta comunidad autónoma durante la mayor parte del período democrático en alianza con la desaparecida Unió Democrática -UDC- antes, y ahora con Esquerra Republicana -ERC-), y por la derecha nacionalista españolista, el Partido Popular (PP), en alianza con Ciudadanos (un partido incluso más neoliberal y más nacionalista españolista que el PP) en España. Ambos partidos políticos, PDeCAT y PP, adversarios en el tema nacional, han sido aliados en los temas económicos y sociales, aplicando políticas públicas neoliberales que han causado una gran polarización de las rentas, alcanzándose unos niveles de desigualdad en España (incluyendo Catalunya) nunca vistos antes en la época democrática, siendo de los más altos en la Unión Europea. Los datos son claros (ver mi artículo “El nuevo régimen social de España”, Público, 23.06.2017). El maridaje entre poder económico y financiero, por un lado, con poder político y mediático, por el otro (que ha generado también una cultura de corrupción extendida en ambos partidos, CDC y PP), ha generado una victoria del mundo de la gran empresa y de los sectores más pudientes de la población contra el mundo del trabajo, del cual la mayoría de la población deriva sus rentas. El porcentaje de las rentas derivadas del capital sobre la renta total ha aumentado enormemente durante la Gran Crisis Social a costa del gran descenso de las rentas derivadas del trabajo.
El rechazo a tales políticas: el 15M y las nuevas izquierdas
Ni que decir tiene que estas políticas crearon movimientos de rechazo, de los cuales el más importante fue el 15M (inspirado por las primaveras árabes), cuando la población salió a la calle, denunciado al establishment político del país por no representar los intereses de la ciudadanía. Su eslogan “no nos representan” se expandió por todo el territorio español, al hacerlo suyos grandes sectores de las clases populares. Era un movimiento profundamente democrático que denunciaba la falta de representatividad de las instituciones democráticas, a las cuales se las veía instrumentalizadas por entidades económicas y financieras, unidas en un entramado de complicidades y corrupción que dio pie a otro altamente popular eslogan “no hay pan para tanto chorizo” en España.
Este movimiento generó nuevos espacios y partidos de izquierdas (Podemos, En Comú, En Marea y otros) que, junto con una renovada Izquierda Unida, establecieron una alianza llamada Unidos Podemos (UP) y sus aliados, que en menos de cuatro años se ha convertido en el segundo partido de la oposición en España, gobernando ya en las mayores ciudades de España, como Barcelona, Madrid, Zaragoza, A Coruña, Santiago y Cádiz, entre otras. El reto de estas fuerzas era aliarse con el partido que dirigía la oposición, el PSOE, para poder generar un proyecto de cambio, lo cual no ha sido posible primordialmente debido a la oposición de la vieja guardia del aparato del PSOE (sus dirigentes y los barones regionales, liderados por Susana Díaz, que preside el gobierno andaluz), que consideró a Unidos Podemos como su mayor adversario político.
El apoyo del PSOE a las derechas
Tal “quinta columna” dentro del PSOE continua ejerciendo un enorme poder, de manera tal que cuando el candidato que venció en las últimas primarias de este partido, Pedro Sánchez (victoria debido a la rebelión de las bases de izquierdas de tal partido), declaró su intento de establecer una relación preferencial con Podemos -en respuesta a un deseo generalizado de tales bases del PSOE-, consiguieron que ello no ocurriera y que parezca improbable que ocurra. La quinta columna en el PSOE prefiere que continúe gobernando el PP a que el PSOE tenga que depender de una coalición con las nuevas izquierdas. Contribuye a esta situación de escasa colaboración el hecho de que el equipo económico del PSOE haya estado compuesto por economistas de clara orientación neoliberal (al menos antes de la reelección de Pedro Sánchez). En realidad, el PSOE fue el que inició las políticas neoliberales (reforma laboral regresiva y políticas de austeridad) durante el gobierno Zapatero.
Y una tercera causa de que no se estableciera la unidad de acción entre el PSOE y Podemos fue la cuestión nacional. El PSOE abandonó su compromiso con la plurinacionalidad de España (que tenía durante la lucha antifascista, en la clandestinidad) debido a las presiones del Ejército y del Monarca durante la transición, convirtiéndose en uno de los pilares del régimen monárquico, que se ha basado en el bipartidismo y la alternancia en el poder en base a unos principios inmutables, incluida la uninacionalidad. Es más, hoy tal partido, junto con el PP y Ciudadanos, se ha convertido en la pieza clave del régimen actual, imposibilitando el cambio tan urgente y necesario para resolver el tema social. El temor de su quinta columna a establecer una alianza con Podemos y su defensa a ultranza de la uninacionalidad implica su apoyo al PP, el cual debe su permanencia en el poder al apoyo del PSOE, habiendo su dirigente Pedro Sánchez abandonado las promesas que realizó en base a las cuales ganó su puesto de Secretario General en las primarias. El comportamiento de dicho partido es uno de los mayores causantes de que no se resuelva el enorme problema social. El tema nacional es hoy la mayor causa de que el PSOE no respete su compromiso adquirido en las primarias de desarrollar conjuntamente con UP un proyecto de cambio. La única esperanza es que las bases del PSOE (que son claramente de izquierdas) se rebelen de nuevo presionando para la aplicación de las promesas del nuevo Secretario General, y que gran parte de las bases y gran parte de los representantes del PSC (que están más a la izquierda que los del PSOE) fuercen cambios también en el PSC.
¿Por qué las izquierdas catalanas no se unen tampoco?
La mayor separación entre las izquierdas en Catalunya es también el tema nacional, dividiéndose entre los independentistas y los no independentistas. Las izquierdas independentistas (ERC y la CUP) han sido influyentes en las políticas públicas del gobierno catalán, el primero como parte de Junts pel Sí y el segundo, la CUP, como elemento esencial y necesario para que la coalición Junts pel Sí contara con mayoría en el Parlament. Ambos han sistemáticamente considerado alcanzar la independencia como su objetivo principal, pues consideran la independencia como condición sine qua non para resolver la Gran Crisis Social. Y para conseguirlo, ambos partidos de izquierdas se han aliado con la derecha catalana, CDC, que ha gobernado Catalunya durante la mayor parte del periodo democrático, y cuyas políticas públicas son, como he dicho en un párrafo anterior, responsables en gran parte de la Gran Crisis Social. En otro artículo he documentado este hecho (ver mi artículo “El mayor problema que tiene hoy Catalunya del cual no se habla: la crisis social”, Público, 30.06.2017).
Este bloque (PDeCAT, ERC y CUP) ha desarrollado el llamado “procés”, basado en unos supuestos que la realidad ha mostrado que son erróneos. En consecuencia Catalunya está viviendo uno de los peores momentos del periodo democrático desde 1978, ha perdido su autonomía y está intervenida por el Gobierno español, dirigido por el PP (que en Catalunya es un partido muy minoritario) desde Madrid. Y sus dirigentes están en el exilio o en prisión. La intervención del Estado central a través del 155 ha disminuido todavía más el gasto en protección social. Una de las primeras medidas del Gobierno Rajoy y de su ministro Montoro ha sido recortar todavía más el gasto público social de la Generalitat de Catalunya, dato que apenas ha salido en los medios de comunicación.
En esta situación, la mayor responsabilidad de la Gran Crisis Social recae en las políticas del Gobierno central (primero el PSOE y después el PP), pero no hay que minusvalorar la gran responsabilidad en el desarrollo de la Gran Crisis Social de CDC (ahora PDeCAT) y del gobierno Junts Pel Sí, liderado por PDeCAT y su presidente, el Sr. Puigdemont, pues podría predecirse (como ya predije) que cada uno de los pasos del “procés” que han ido ocurriendo llevaría a la situación actual. Su ingenuidad o torpeza ha causado la pérdida de libertades y el descenso del bienestar de las clases populares. Y su apoyo a la derecha catalana, que controla los aparatos (incluyendo los medios públicos de información) de la Generalitat, ha debilitado el Estado del bienestar, facilitando la falta de atención al déficit social de Catalunya, déficit que apenas aparece en sus medios. Hoy el tema nacional absorbe toda la atención mediática, a costa del tema social. Y como consecuencia la pobreza, la inseguridad y la polarización social han ido aumentando. Y continuarán aumentando a no ser que la dirección y línea política de tales izquierdas independentistas cambie.
Las izquierdas catalanas no independentistas
En este grupo caben dos grandes espacios. Uno es el socialista, representado por el PSC, que históricamente ha estado más a la izquierda (y por lo tanto ha sido más sensible al tema social) que el PSOE. Ahora bien, como también ocurrió con el PSOE, su dimensión social (responsable del establecimiento del Estado del bienestar en España y en Catalunya) quedó diluida en su respuesta a la crisis económica, cuando adoptó el neoliberalismo a través de su aceptación de la Tercera Vía. Todavía hoy no ha desarrollado una alternativa a las políticas neoliberales. Y su apoyo al PSOE y a sus políticas de alianza en el Estado español está dificultando la solución del problema social. La gran esperanza que se había creado con la elección de Pedro Sánchez, con el apoyo del PSC, para sacar a Rajoy del gobierno, se ha diluido hasta casi desaparecer. La dirección del PSC se ha aliado con la del PSOE, reproduciendo las mismas propuestas que son muy insuficientes para resolver el problema social (y nacional) del país. Dicha situación está creando incomodidad entre amplios sectores del PSC, con tensiones internas cuya resolución tiene claras implicaciones para facilitar o dificultar una alianza con el segundo gran espacio de la izquierda no independentista, las nuevas izquierdas.
Las nuevas izquierdas
El tsunami político creado por las nuevas formaciones de izquierdas en España ocurrió también en Catalunya. Un partido inexistente hace solo 3 años, Barcelona en Comú, gobierna hoy Barcelona, y tal fuerza ha sido un motor, junto con Podemos a nivel del Estado, y de Podem, su sección catalana, para incentivar en Catalunya la alianza de las izquierdas que están situadas a la izquierda del PSC. Esta alianza de En Comu Podem ha incluido también a ICV y EUiA, creando un espacio que representa la única alianza que conjuga dos características que la hacen única en Catalunya. Una es su enfrentamiento de oposición a las políticas neoliberales llevadas a cabo por los gobiernos españoles y catalanes. Su oposición a tales políticas, con la aplicación en el municipio de Barcelona de políticas alternativas al neoliberalismo, sensibles a las necesidades populares, ha caracterizado este nuevo espacio político.
Y la otra característica ha sido su rechazo al uninacionalismo del Estado español y la demanda de reconocimiento y construcción de un Estado plurinacional que permita el desarrollo del derecho decidir en Catalunya y otras partes de España, consecuencia de un deseo de cambio y profundización democrática en Catalunya y en España. No hay ninguna fuerza política en Catalunya que una su anti-neoliberalismo con un compromiso con la plurinacionalidad, plurinacionalidad deseada tanto en España como en Catalunya, en un espacio catalán y español, aliado con formaciones hermanas a lo largo de todo el territorio español. Un supuesto de tal espacio político es que el necesario cambio en Catalunya será enormemente facilitado por un cambio, igualmente profundo, en el Estado español.
La necesidad de cambio en Podem
Este espacio político, En Comú Podem, ha ganado las elecciones legislativas dos veces en Catalunya. Ahora bien, aparecieron tensiones fuertes en la sección catalana de Podemos, bajo la dirección de Albano Dante, el cual, aun cuando había firmado un acuerdo con En Comú para integrarse en el nuevo espacio de Catalunya en Comú (que incluía también a ICV, EUiA y BenC), decidió junto a su dirección no aplicar dicho acuerdo y separarse, acercándose (en la práctica cada vez más) a la izquierda independentista en su política de alianzas. Aunque esta alianza fue negada por la dirección, en realidad existía, y una prueba de ello es que los medios de información controlados por el Gobierno independentista catalán ofrecieron a la dirección de Podem todo tipo de fórums y plataformas para atacar y criticar a las otras izquierdas no independentistas, y muy en especial a Catalunya en Comú. Las tribunas ofrecidas a Podem (que últimamente incluso criticó con malicia a Podemos y a su Secretario General, Pablo Iglesias) por la derecha fueron ampliamente utilizadas por la dirección de Podem.
Ello ha creado una rebelión de amplios sectores de Podem que no estaban de acuerdo ni con la línea política de Albano Dante ni con su estilo de gestión, la cual originó, por un lado, un éxodo considerable de militantes a otras opciones políticas y, por el otro, la presión para que se hiciera un referéndum sobre el tipo de alianzas. El resultado abrumador (72% a favor) con una cifra de participación récord (17.000 inscritos) ha mostrado que en las bases de tal partido en Catalunya hay un deseo claro y contundente de recuperar el proyecto inicial de alianza con En Comú y su relación con Podemos, pasos necesarios para poder establecer de nuevo En Comú Podem, cosa que abra toda una serie de oportunidades, incluyendo el poner el olvidado tema social en el centro de la próxima campaña electoral del 21 de diciembre.
Una última observación: error de la mal llamada vía revolucionaria
La justificación de la línea política de la dirección de Podem era el de favorecer el desarrollo de una situación prerrevolucionaria, postura también sostenida por la corriente política conocida como los anticapitalistas y por la CUP. En esta estrategia, la línea a seguir era alcanzar una insurrección que pudiera expandirse a lo largo del territorio catalán que forzara al Estado español a la aceptación de la independencia de Catalunya. Es más, se asumía que esta insurrección podría expandirse a España, generando un cambio también en aquel país que pudiera conducir a un cambio revolucionario.
Esta estrategia, sin embargo, está basada en una serie de supuestos que son altamente cuestionables, siendo el mayor el asumir que la correlación de fuerzas es favorable a los insurrectos. Tal supuesto implica una enorme ingenuidad o irrealismo, producto de desconocer el enorme poder del Estado. En realidad, lo ocurrido en estas semanas ha mostrado el enorme fracaso de dicha estrategia. Hoy Catalunya ha perdido toda su autonomía, la crisis social ha continuado profundizándose, las derechas reaccionarias están enormemente movilizadas, y más fuertes que nunca en el periodo democrático. Intentar generar un proceso revolucionario en la situación actual es un error enorme, que como ha ocurrido en otros momentos históricos en nuestro país y en otros países ha conducido a auténticos desastres, tal como ha pasado ahora en Catalunya y en España.
Nunca antes durante el periodo democrático habíamos visto a las derechas tan envalentonadas. Esta estrategia ha creado una situación tal que la bandera borbónica ha pasado a ser la española, incluso a nivel popular. En el resto de España, una vez más se ha confirmado que no es revolucionario el que se define a sí mismo como tal, sino aquel que crea las condiciones para realizar un cambio profundo. Y lo ocurrido es precisamente lo opuesto. Hoy, las clases populares de Catalunya y del resto de España están sufriendo, y ello en parte debido al gran reforzamiento de las derechas resultado de las políticas del “procés” y de la división de las izquierdas. Hoy, el tema nacional ha ganado al tema social, las derechas han ganado a las izquierdas y la gran crisis social continua profundizándose. ¿Que no se dan cuenta?