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Publicado en la revista SISTEMA DIGITAL, el 4 de Mayo de 2009.

Este artículo analiza las características del estímulo económico español que, aún cuando han tenido un impacto positivo, responsable de que la recesión no haya sido en España tan acentuada en 2008 como en otros países extranjeros, no ha creado tantos empleos como hubiera ocurrido en caso de invertirse más fondos en servicios públicos y en obras públicas, tal como ha hecho el Presidente Obama.

Ha habido una crítica generalizada al gobierno Zapatero de que su equipo económico, dirigido por el Sr. Solbes, no ha respondido durante estos años a la enorme crisis existente en la economía española con la suficiente rapidez. Estoy de acuerdo con esta crítica. Ya en Diciembre de 2007 escribí en estas páginas la gran urgencia y necesidad de estimular la economía española mediante un aumento significativo del gasto público orientado a la creación de empleo.

Ahora bien, me preocupa que gran número de críticos conservadores y liberales del gobierno (comenzando por el mayor partido de la oposición) tampoco están reaccionando a la crisis con la urgencia e intensidad que la resolución de la crisis requiere, y ello como consecuencia de su falta de comprensión de la naturaleza del problema. Creerse que el enorme problema del paro en España se va a resolver a base de flexibilizar el mercado de trabajo (lo cual quiere decir para ellos incrementar la desregulación del mercado laboral, facilitando el despido de los trabajadores) es desconocer las causas del paro en España, que tienen poco que ver con las características del mercado de trabajo El hecho de que éste sea el centro del debate en España sobre el tema de cómo resolver el paro, habla más de la enorme influencia que el mundo financiero (liderado por el Banco de España) y empresarial tienen en la vida política y mediática del país que de la importancia de la erróneamente definida como “excesiva rigidez de tales mercados”, término utilizado por un informe reciente del Banco de España (30.02.09). El Banco de España junto con la Patronal, es el mayor promotor de esta postura. La desregulación de los mercados (y la bajada de impuestos) son, una vez más, las propuestas mayores que están haciendo las voces conservadoras y liberales del país para resolver el crecimiento del desempleo. Y como era de esperar en unos medios de información y persuasión hegemonizados por el pensamiento liberal (la “Brunete liberal”), estamos viendo una avalancha ideológica, con la promoción de artículos y editoriales promoviendo la desregulación de los mercados laborales como la solución a la crisis que estamos sufriendo. La desatención a otros temas y a otros tipos de intervenciones es indicador de que no entienden lo que está pasando en España.

En realidad, la impresión que uno saca leyendo la prensa es que en los centros políticos, económicos, financieros y mediáticos del país no son conscientes de la gravedad del problema, por mucho que se rasguen las vestiduras sobre el crecimiento del desempleo. El problema que tenemos es incluso más grave que el crecimiento del desempleo (que, a no ser que haya un cambio muy significativo de las políticas públicas del gobierno, continuará creciendo). Me estoy refiriendo a lo que se llama en la terminología anglosajona, el estimated GPD Gap, término todavía no introducido en la narrativa económica española, y que define el gap o distancia entre la situación actual del PIB y el que sería en caso de pleno empleo. Es el indicador que señala el potencial de crecimiento que tiene una economía según sus recursos. Tal gap en España es, junto con Irlanda, el mayor que existe en la OECD. En realidad, podemos ver que hay muchas semejanzas entre este país y España. Los dos eran considerados los “grandes milagros de crecimiento” y ahora son los que están viendo unas tasas mayores de crecimiento de su desempleo. Tal tasa de crecimiento de desempleo ha sido durante los dos últimos doce meses un 6,2% en el caso de España y un 5,2% en el caso de Irlanda, los dos países que han visto las tasas más altas seguidas de EE.UU., 3,5%. Las tasas de desempleo son 17,3% en España, 10% en Irlanda y 8,5% en EE.UU.

España e Irlanda también tienen en común el fenómeno de grandes variaciones en la creación y destrucción del desempleo, pasando de un extremo (en sus tasas de crecimiento) a otro (en su destrucción de empleo). Y los dos estados se caracterizan también por su gasto y su empleo público muy bajo. Pero antes de relacionar estos dos hechos, analicemos la naturaleza del estimulo de la economía del gobierno Zapatero comparándolo con el del gobierno Obama.

Como analizar el estímulo económico
Para analizar el estímulo económico y su impacto, hay que ver no sólo el gasto que el estado dedica a estimular la economía (como porcentaje del PIB) sino la composición de este gasto y de este estímulo, evaluándolo según su capacidad de estímulo de la economía y su producción de empleo. Y, por último, debemos también mirar la cantidad del gasto que se utiliza en cada uno de los tres años de la crisis, es decir, 2008, 2009 y 2010. En realidad es más que pro bable que la crisis se extienda más de lo que indican tales años, pero la mayoría de análisis que se han hecho sobre el impacto de los estímulos se han centrado en estos tres años. Uno de tales estudios es el de la OECD, que acaba de publicar un informe analizando los estímulos económicos de sus países miembros. Utiliza una definición de estímulo mucho más amplia y generosa que la que utiliza la OIT (la Organización Internacional del Trabajo). Según los datos de la OECD, España se ha gastado y piensa gastarse un total equivalente a un 3,5% del PIB en los tres años 2008, 2009 y 2010, uno de los porcentajes mayores en la OECD, dato que comprensiblemente ha utilizado el gobierno Zapatero para responder a sus críticos que le acusaban de pasividad frente a la crisis.

Pero los datos que también provee el informe de la OECD permiten una lectura menos optimista del estímulo. Varios factores muestran la insuficiencia de este estímulo. La cantidad que se requeriría para cubrir el estimated GDP gap para el periodo 2008-2010 es cuatro veces esta cantidad. Para darnos una idea comparativa de tal insuficiencia vale la pena leer la información sobre el estímulo económico de la Administración Obama, el cual significa un 5,6% del PIB, con un gap mucho menor que el español. El gap estadounidense es sólo la quinta parte del gap español. Lo que quiere decir que Estados Unidos se gasta mucho más que España para resolver un problema menos grave que el español. En otras palabras, España tiene un problema mucho mayor que EE.UU. y en cambio su estímulo económico es mucho menor.

La segunda observación es el diferente tipo de estímulo, dato de una enorme importancia. Tal estímulo puede conseguirse a base de dos tipos de intervenciones. Una es el gasto público en infraestructura física, humana y social, y en ayuda a las empresas y a las autoridades locales (capítulo I). Estos tipos de inversión son los que tienen un impacto estimulante mayor y producen más empleo. Tal gasto en el estímulo Zapatero en España es un 1,9% del PIB, comparado con un 2,4% del PIB en EE.UU.
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El otro tipo de estímulos es la reducción de impuestos y las transferencias a las personas (capítulo II), que tiene un limitado impacto en estimular la economía y crear empleo, y ello se debe a que la población, y muy en especial las clases populares, están tan endeudadas que al recibir fondos los utilizan más para pagar sus deudas que para consumir. Aun así, algo se consume y este algo estimula la economía. España se gastó en el año 2008 un 0,5% del PIB en este tipo de estímulo (siendo el caso más conocido el pago de 400 euros), lo cual tuvo un impacto estimulante explicando que el declive económico en España haya sido algo menor que en otros países europeos. El hecho de que la recesión (medida por el descenso del PIB) fuera menor en España que en otros países europeos se debe precisamente a este estímulo. Tal estímulo, sin embargo, hubiera sido mucho mayor, y lo que es más importante, hubiera creado mucho más empleo si tal estímulo se hubiera invertido en el primer capítulo, es decir en la inversión Capítulo I.

La tercera observación que debe hacerse es la excesiva disminución del estímulo a lo largo del periodo 2008-2010. Así, en EE.UU. el estímulo consiste en un gasto público equivalente a un 1,2% del PIB en 2008, un 2,1% en 2009 y un 2,3% en 2010, de manera que el estímulo crece con los años. No así en España, donde el primer año, el 2008, empleó un 1,1% del PIB, el 2009 dedicará un 1,8% y el 2010 un 0,8% (en el capítulo I, 0,6%, 1,1% y 0,2%). En España el estímulo disminuye de una manera muy acentuada en el periodo 2009-2010, al revés que en EE.UU. (que aumenta). Y tal estímulo disminuye todavía más en aquel gasto que crea empleo (Capítulo I). Esto es un gran error que retrasará la disminución del desempleo.

Vemos pues que el estímulo económico está diseñado de manera tal que, aun cuando la cantidad del estímulo parece ser elevada, un análisis más detallado (que no ha aparecido en ningún medio de información español) muestra que el estímulo Zapatero se ha centrado más en reducir impuestos y transferir fondos a personas que en aumentar el gasto público en inversiones públicas (centrales o locales) con el objetivo de crear empleo. Estas prioridades traducen la filosofía económica del equipo económico del gobierno que siempre ha priorizado lo primero sobre lo segundo. Sólo hace falta recordar la famosa pregunta que se hacía Jordi Sevilla, el economista de la Nueva Vía en un libro sobre el futuro del socialismo prologado por el Sr. Zapatero “¿Alguien puede defender a estas alturas del siglo (año 2002) que un programa socialdemócrata debe estar a favor de más impuesto y más gasto público?”, dicho y escrito en el país que tenía en el año 2002 (cuando se escribieron esas líneas) el gasto público más bajo de la UE-15. Tal filosofía también determinó aquella famosa frase de que “bajar impuestos es de izquierdas”. Hoy, España continúa con el gasto público más bajo de la UE-15.

Es precisamente la pobreza del sector público y la falta de estabilidad laboral que conlleva (que también ocurre en Irlanda, cuyo mercado de trabajo está incluso más desregulado que el español) el que determina los enormes vaivenes en la situación de empleo y el retraso en la recuperación de la economía española. El muy necesario incremento del intervencionismo del estado requiere un mayor gasto público, y una mayor carga fiscal progresiva, con corrección del escandalosamente alto fraude fiscal, del cual el mundo financiero y empresarial es, en gran parte, responsable. Existe en este momento la clara coincidencia de que la recuperación económica española pasa por aumentar significativamente el gasto público, reduciendo tanto el gap económico como el enorme déficit social de España. Nada muestra mejor lo que estoy diciendo que la propuesta que está haciendo el gobierno central para corregir los enormes déficits de gasto autonómico. La cantidad de 8.000 millones que Solbes propuso es claramente insuficiente. El déficit real de los servicios y transferencias del estado del bienestar español, gestionados por las CC.AA. es de 38.000 millones de euros, la cantidad que España debiera gastarse más para alcanzar el nivel de gasto público social que nos corresponde por el nivel de desarrollo económico que tenemos. El hecho de que exista y persista tal déficit de gasto público social (que sufren ahora las CC.AA.) se debe a esta mentalidad de los equipos económicos de los gobiernos conservadores (Rato) y socialistas (Solbes). Es positivo que haya habido un cambio en la dirección del equipo económico, pero es urgente e importante que ello se traduzca en la naturaleza del estímulo económico.

Una última observación. Reflejando la muy limitada diversidad ideológica existente en el país, no ha habido ningún diario (de los cinco más importantes del país) que haya publicado una editorial o un artículo de opinión a favor de una expansión notable del gasto público como estímulo económico, en las líneas seguidas en este artículo. El dominio liberal en los medios es abrumador y asfixiante. Ruego al lector que distribuya este texto ampliamente. Sólo con una movilización general –como ha ocurrido y ocurre en EE.UU.- podrán darse tales cambios. Sería de desear que los sindicatos que siempre han sido los agentes más importantes en la promoción del bienestar en España se movilizaran ahora para presionar al gobierno a ”girar a la izquierda” no sólo en su discurso sino en su práctica.

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