Publicado en el diario PÚBLICO, el 30 de Abril de 2009.
El artículo señala que el debate existente en los medios sobre cómo reducir el elevado desempleo en España se centra erróneamente en las “supuestas rigideces” del mercado laboral, en lugar de las insuficiencias en el estímulo económico del gobierno español. El artículo compara el estímulo Zapatero con el estímulo Obama y muestra como el primero enfatiza las reducciones fiscales y transferencias individuales mientras que el segundo se centra más en inversiones públicas que crean empleo.
En una conferencia reciente que dio en Madrid el conocido economista estadounidense John Schmitt, investigador del prestigioso Center for Economic and Policy Research de Washington, y buen conocedor de los mercados de trabajo europeos y estadounidenses (fue por muchos años uno de los autores de los famosos informes bianuales sobre el estado del mercado laboral de EE.UU., conocidos con el título de La situación de la clase trabajadora en EEUU (The state of working America)) señaló críticamente que la respuesta del mundo financiero y empresarial al crecimiento del desempleo en España ha sido siempre la misma: pedir la desregulación del mercado laboral. Su gran influencia en los medios de información del país explica que el debate en España sobre como disminuir el paro se centre en cambios en los mercados de trabajo.
John Schmitt contrastó este énfasis en los mercados laborales con la desatención a políticas macroeconómicas que él consideraba mucho más importante para entender y resolver el enorme desempleo de España. Y entre estas políticas señalaba el excesivo precio del crédito bancario (seis veces más elevado en España que en EE.UU.) y el escaso desarrollo de políticas keynesianas que estimulen tanto el crecimiento económico como la creación de empleo. Concluía que el incremento del desempleo no se revertirá en España sin un intervencionismo público más acentuado en la creación de empleo, no sólo indirectamente (ayudando a las empresas y a la actividad económica), sino también directamente, invirtiendo en las insuficientes infraestructuras físicas, humanas y sociales del país. El gasto público español es uno de los más bajos de la UE-15.
Parecería que por fin el gobierno español está respondiendo en esta dirección. Según el último informe de la OECD (31.03.09) España es uno de los países que está gastando más fondos públicos en estimular la economía. Estos datos, por cierto, no coinciden con los datos de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) a los cuales hice referencia en un artículo anterior (La respuesta insuficiente de la UE – Publico, 16.04.09). La definición de lo que es “estímulo económico” es más amplia y generosa en el informe de la OECD que en la de la OIT. Ahora bien, según la OECD, España se está gastando en estimular la economía un total equivalente al 3,5% del PIB, dato utilizado por el gobierno de Zapatero para mostrar su activismo frente a la crisis. En el mismo informe de la OECD se encuentran, sin embargo, datos que debieran dar pie a un menor optimismo. Uno de ellos es que la mayoría de este estímulo consiste en recortes de impuestos o transferencias públicas, es decir, dinero dado a individuos (como el cheque de 400 Euros) o a empresas para ayudarles a capear la crisis, lo cual es valioso pues incrementa la actividad económica, pero tiene un limitado efecto en la creación de empleo. La población profundamente endeudada, utiliza estos fondos para pagar sus deudas más que para consumir e incrementar la demanda y con ello el crecimiento económico y la producción de empleo. Así y todo, tales medidas han estimulado la economía, y el hecho de que la recesión ha sido menos marcada en España que en otros países de la OECD se debe, en gran parte, a este estímulo económico que se gastó en el año 2008.
Una medida mucho más eficaz para crear empleo que la anterior es la inversión en obras públicas y en servicios públicos, como sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios domiciliarios y otros, que crean empleo. Y es en este nuevo tipo de inversiones donde España se gastará, según la OECD, un 1,1% del PIB en 2009 y un 0,2% en 2010, cantidades que son a todas luces insuficientes. España se gasta poco (y por poco tiempo) en creación de empleo a través del sector público (sólo el 9% de la población adulta trabaja en este sector, el porcentaje más bajo en la UE-15). John Schmitt comparó el estímulo del gobierno Obama (un 5,6% del PIB) con el del presidente Zapatero y mostró como los recortes fiscales y transferencias han representado un porcentaje mucho menor en EE.UU. que en España, invirtiendo, por el contrario, un porcentaje mucho mayor que España en inversiones de creación de empleo sea público o privado a través de inversiones de gasto público, gastando además más en 2010 que en 2008, al revés que en España que se gastó más en 2008 de lo que piensa gastarse en 2010. De ahí que Schmitt dedujera que en EE.UU. habrá una reducción del desempleo más rápida que en España, lo cual se interpretará erróneamente (una vez más por las fuerzas conservadoras y liberales) como consecuencia de la mayor desregulación del mercado de trabajo en EE.UU. que en España, cuando la causa radicará no en el mercado de trabajo sino en la disponibilidad de crédito y en las diferencias en las cantidades del estímulo y prioridades dentro de él. John Schmitt criticó a la Administración Obama (como lo ha hecho Paul Krugman, Joseph Stiglitz, Dean Baker, y muchos otros economistas) al considerar el estímulo de Obama insuficiente, crítica que debería hacerse incluso con mayor intensidad al estímulo Zapatero, que además ha enfatizado poco la inversión directa en creación de empleo.
Una posible corrección de este déficit podría ser la prometida ayuda a las CCAA para resolver sus enormes déficits. Hoy éstas gestionan los servicios públicos del Estado de Bienestar, que tienen un déficit de 38.000 millones de euros (la cantidad de dinero que debiera aumentarse en tales servicios para gastarnos lo que nos corresponde por el nivel de desarrollo económico que tenemos). La propuesta que el gobierno Zapatero ha hecho hasta ahora de 8.000 millones, es claramente insuficiente. El reciente cambio del equipo económico, con mayor sensibilidad hacia el aumento del gasto público, es un paso importante en la buena dirección. Pero se requiere un estímulo en gasto mucho mayor del que el gobierno ha propuesto.