Publicat al diari digital ELPLURAL.COM, 3 de Juliol de 2009
Aquest article denuncia l’oportunisme demostrat per part de les dretes espanyoles i catalanes al voler apropiar-se de la imatge del President Obama, oposant-se a la vegada al desenvolupament a Espanya de polítiques promogudes pel President dels Estats Units en aquell país, com l’augment molt notable de la despesa pública, l’augment dels impostos a les rendes superiors, l’increment dels serveis públics i el reforçament dels sindicats.
La popularidad del Presidente Obama explica que varios partidos políticos en España hayan intentado apropiarse de su figura, asignándole una pertenencia a su familia política. Incluso el Partido Popular intentó en su momento presentarse como la versión española del Obamismo. El intento más reciente es el de CIU, a través de un artículo que su diputado en el Parlamento, el Sr. Francesc Homs i Molist, escribió hace unos días en la revista semanal El Siglo (por cierto, una de las revistas semanales más interesantes que se publican hoy en España). Criticaba el autor al Presidente Zapatero por intentar adueñarse de la figura de Obama, recordándole que, en realidad, “Obama forma parte de la familia demócrata, que en el parlamento Europeo está representada por el ALDE (Alliance of Liberals and Democrats for Europe), precisamente el grupo donde residen los eurodiputados de CIU y del PNV.”.
El Partido Demócrata de EEUU, sin embargo, no pertenece a ninguna Internacional, ni tampoco a la Liberal. Y lo sé de primera mano. En el año 1988, siendo yo consejero del candidato a la Presidencia de EEUU por parte del Partido Demócrata, el Reverendo Jesse Jackson Sr., tuve la oportunidad de conocer por casualidad la relación que el Partido Demócrata tenía con la Internacional Liberal. Fue durante la Convención del Partido Demócrata en Atlanta (al final del proceso de las primarias del Partido Demócrata para elegir el candidato de tal Partido a la Presidencia de EEUU), cuando Jesse Jackson y sus asesores (entre los cuales me encontraba yo) y el Gobernador Dukakis y sus asesores nos reunimos para pactar las bases sobre las cuales Jackson (que había conseguido el 40% de los delegados elegidos en las primarias) apoyaría a Dukakis (que consiguió el 60%). En un descanso de las negociaciones, Jackson me pidió que le representara en una fiesta que se daba a invitados de otros países, y cuál sería mi agradable sorpresa cuando vi a Trias Fargas, al cual conocía de Barcelona por el apoyo que había dado, a pesar de ser liberal y banquero, a las izquierdas catalanas en la lucha clandestina de la cual yo había formado parte. Cuando le pregunté a qué se debía su visita al Congreso Demócrata, me indicó que estaba allí en representación de la Internacional Liberal, que tenía una relación privilegiada con el Partido Demócrata. Tenía yo gran estima y aprecio a Trías Fargas, pero esta estima no se extendía al Partido Liberal. De manera que, cuando volví a la reunión de trabajo, se lo comuniqué a Jesse Jackson (un socialdemócrata convencido), que hizo suya la causa de distanciar al Partido Demócrata de la Internacional Liberal. Y así se lo pidió a Dukakis, añadiendo este distanciamiento como una condición más del apoyo de Jackson a Dukakis, condición que éste aceptó. A partir de entonces, el Partido Demócrata no tiene un trato preferencial hacia la Internacional Liberal, pues también ha extendido su relación a la Internacional Socialista y a la Internacional Democrática Centrista. Su contrapunto europeo incluye partidos pertenecientes a todas estas sensibilidades políticas habiendo aclarado que es su deseo tener una relación con un amplio espectro político y no sólo el liberal (véase la web del National Democratic Institute). Me alegra haber contribuido a este hecho.
En realidad, el Partido Demócrata es un enorme paraguas en el que hay una gran variedad de sensibilidades políticas. Grandes sectores de las bases (lo que se llama grassroots) como sindicatos, movimientos sociales, movimientos de derechos civiles, movimiento feminista (Now) y movimientos ecológicos, son de orientación socialdemócrata, orientación que se diluye en la medida que se sube en el aparato del Partido (algo semejante a lo que ocurre con la socialdemocracia española). La cúspide del Partido Demócrata adopta frecuentemente posturas de centro y centroderecha, en parte debido a la influencia de los grandes grupos empresariales y financieros que pagan las campañas electorales del Partido Demócrata. A ello se debe que en su grupo parlamentario haya políticos (los Blue Dog Democrats) que están claramente a la derecha (predominantemente aquellos que proceden del Sur).
De ahí que exista una distancia muy elevada entre las bases del partido y su dirección, lo que explica el gran enfado de las bases, su abstención y su gran deseo de cambio, deseo que el candidato Obama supo muy bien capitalizar. Como he indicado en varios artículos, no fue Obama el que creó un movimiento, sino que fue el movimiento de desapego y hastío con la situación política, resultado de la enorme influencia de los grupos económicos en la vida política de Washington, lo que hizo un Obama posible.
Las políticas de Obama reflejan esta polivalencia que existe en el Partido Demócrata, lo que explica que sea fácil que personas de distintas sensibilidades políticas puedan identificarse con él. En la política de recuperación de la Banca, por ejemplo, ha seguido muy de cerca las políticas promovidas por la propia Banca, políticas muy poco populares. Ahora bien, en el plan de estímulo económico (que ha sido la mayor causa de la gran popularidad que tiene) ha seguido políticas keynesianas de clara orientación socialdemócrata, opuestas, por cierto, a las propuestas que han hecho los partidos conservadores y liberales españoles, PP, y catalanes, CIU. Obama ha incrementado sustancialmente el gasto público (un 5% del PIB), financiándolo a base de aumentar el déficit del Estado (hasta un 13% del PIB) y aumentando los impuestos de las rentas superiores, eliminando a la vez gran número de agujeros fiscales que beneficiaban precisamente a estas rentas. CIU y PP están precisamente en contra de cada una de estas intervenciones en España.
Apoyé la elección del candidato Obama, y deseo que su Administración cumpla con las promesas que hizo como candidato. Este apoyo no está carente, sin embargo, de críticas, que creo necesarias, sobre todo en Europa, donde se ha idealizado bastante la figura de Obama. Ahora bien, me parece de un excesivo oportunismo político que las derechas, que se han opuesto a que se realice en España cada uno de los pasos que ha dado Obama en EEUU, ahora se presenten como su colega y hermano político.
Una última observación. La cultura política estadounidense es muy distinta a la europea y española. Incluso la terminología política es distinta. En EEUU un liberal es un político como, Jesse Jackson, o un economista, como Paul Krugman, que están a favor de políticas públicas redistributivas, de un aumento del gasto público, de un incremento de los impuestos de carácter progresista, de un mayor protagonismo del sector público y de una mayor presencia de los sindicatos (políticas identificadas con la tradición socialdemócrata), precisamente al revés de lo que significa ser un liberal en Europa y en España. El hecho de que los medios de información raramente hagan tal aclaración refiriéndose, por ejemplo, al economista Krugman como “un liberal”, crea una gran confusión, sobre la cual aparecen todo tipo de malentendidos.
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