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Publicat a la revista digital SISTEMA, 26 de febrer 2010

Aquest article assenyala com l’excessiva influència de la banca a la vida política de la majoria de països de la Unió Europea explica la independència dels Bancs Centrals, incloent del Banc Central Europeu. Aquesta independència determina que la Unió Europea està seguint polítiques d’austeritat de la despesa pública (incloent despesa pública social) que danyen a les classes populars.

Existe casi consenso en la sabiduría convencional del país y de la UE (dominada por el pensamiento liberal), de que los Bancos Centrales deben ser independientes, no sujetos a las influencias políticas. El argumento de que es bueno que los bancos centrales sean independientes, está basado en el supuesto de que los temas sobre los cuales tales bancos deciden –los intereses bancarios y la cantidad de dinero existente en circulación en un país- son muy complejos y fuera del alcance de los políticos y de sus representados, es decir, de la población. De ahí la conclusión de que se dejen tales decisiones en manos de aquellos que entienden de estos temas.  Dejarlos en manos de la población y de sus representantes es demasiado arriesgado.

Este argumento, además de ser claramente elitista y antidemocrático, es poco convincente, pues hay otros temas, tan o más importantes que la política monetaria (de la cual se encargan los Bancos Centrales), como son las políticas fiscales y económicas, igualmente complejas e importantes, que se desarrollan según los dictados políticos de los representantes de la población. Los temas presupuestarios y de carga fiscal son tan importantes y relevantes (con impactos sobre la economía iguales o incluso mayores que la tasa de los intereses bancarios) como las políticas monetarias, y nadie en su sano juicio ha propuesto que la Agencia Tributaria o que las Agencias presupuestarias del gobierno sean independientes de las autoridades políticas.

¿Por qué, pues, los Bancos Centrales son independientes? La respuesta es fácil de ver. Se debe al enorme poder de la banca, de la que el Banco Central depende. El Banco Central Europeo, por ejemplo, es independiente porque el Banco Central Alemán así lo decidió e impuso al gobierno alemán, pues era también el deseo de la banca alemana. Incluso la sede está en el mismo lugar que la sede del capital financiero alemán: Fránkfort del Meno.

Y, como era de esperar, las políticas del Banco Central Europeo son las políticas que favorecen al capital financiero, que pueden o no coincidir con los intereses del capital productivo (es decir, del mundo empresarial que produce bienes o servicios) o de la población. En realidad, raramente coinciden. Un ejemplo es la situación actual. En este momento de gran recesión, consecuencia del comportamiento especulativo de la banca y de la falta de supervisión de ésta por los Bancos Centrales de cada país, el Banco Central Europeo (y el Banco de España), en lugar de favorecer políticas de estímulo económico y de creación de empleo, están exigiendo una reducción de los déficits y de la deuda pública a base de reducir muy sustancialmente el gasto público, y con ello el crecimiento económico y la creación de empleo. Tales políticas de austeridad del gasto público social son suicidas para los países de la UE. Y, en cambio, los gobiernos las están siguiendo, resultado del excesivo poder del capital financiero. No hay duda de que si el Banco Central Europeo y/o los Bancos Centrales de cada país dependieran de los políticos serían mucho más sensibles, de lo que lo son ahora, a la creación de empleo, aunque ello fuera a costa de una mayor inflación.

Aquí, de nuevo, el BCE ha puesto como objetivo el mantener una inflación excesivamente baja en momentos de recesión. Es importante señalar que, incluso el Director económico del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Sr. Olivier Blanchard, ha reconocido que el objetivo de mantener un nivel de inflación de un 2% (propuesto por la mayoría de Bancos Centrales) puede que sea demasiado bajo y debiera permitirse un nivel mayor. Este señor también ha reconocido, en un artículo, con el significativo título de “Rethinking Macro Economic Policy”, que debiera haber un mayor control de los flujos financieros, terminando su excesiva  movilidad especulativa. Cuando hace años algunos de nosotros sugerimos lo mismo, se nos llamó “trotskistas”, mostrando una vez más que ser radical no quiere decir más que avanzarse diez años al pensamiento de los demás.

Una última observación. Los países emergentes, cuyo crecimiento ha sido muy notable en los últimos años (China e India), no han tenido Bancos Centrales independientes. ¿Hasta cuándo continuaremos aceptando el excesivo dominio de la banca en nuestras vidas? Hoy, una de las mayores causas de la crisis económica es la escasez de crédito, debido a la crisis financiera, resultado de la especulación y escasa regulación del sistema bancario. La evidencia de ello es contundente. De ahí que las medidas que se están proponiendo sean tan insuficientes. Lo que se requiere es una banca pública y un Banco Central Europeo dependiente del poder público. En España, el Instituto de Crédito Oficial (ICO) es insuficiente. Debiera multiplicarse por cuatro, convirtiéndose en una entidad pública de crédito que hiciera lo que la banca ha dejado de hacer. Seguro que los liberales llamarán a la propuesta “trostkista”. Esperemos que no tengamos que esperar diez años más para que se vea lo lógico y razonable que es tal propuesta.

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