Entrevista realitzada al professor Navarro per l’Associació d’Estudiants Progressistes de Catalunya en motiu de l’aniversari del frustrat cop d’Estat del 23 de Febrer de 1981.
El golpe militar fallido se está presentando como un acto que ha reforzado, al ser derrotado, la democracia española ¿comparte usted esta opinión?
– El hecho de que el golpe no triunfara es naturalmente una victoria para las fuerzas democráticas. Ahora bien, del hecho de que el golpe militar fuera derrotado no se puede concluir –como se está interpretando estos días- que la democracia estuviera más solidificada y más fuerte después que antes del golpe. El golpe militar en sí fue derrotado, pero su impacto en las instituciones democráticas fue enorme y en muchas ocasiones negativo.
¿Por qué?
– Porque además de mostrar las enormes insuficiencias de las instituciones democráticas reforzó a las fuerzas conservadoras en España. Contribuyó a atemorizar a la población y a que no se atreviera a criticar a las fuerzas armadas todavía muy imbuidas de la cultura heredada del régimen dictatorial anterior. Se tomaron también decisiones que supusieron un refuerzo del nacionalismo español y del centralismo del estado español. Es significativo, por ejemplo que a la reunión del Monarca con las fuerzas políticas con representación parlamentaria no todas fueron invitadas excluyendo a los partidos nacionalistas catalán y vasco y que el PSC, por ejemplo, dejara de tener representación propia.
¿Qué debilidades de las instituciones democráticas quedaron visibles en el golpe?
– Muchas, pero puede que la más flagrante es la del comportamiento del Monarca, que durante la última etapa del gobierno democráticamente elegido del Presidente Suárez criticó repetida e intensamente al gobierno, expresando abiertamente su desagrado con las políticas seguidas por el Presidente Suárez, lo cual fue comunicado extensamente a un abanico amplio de personajes desde generales a embajadores extranjeros, incluido el de EEUU. Este comportamiento, que contribuyó en gran manera a crear un clima golpista, era profundamente antidemocrático en una monarquía constitucional. Presentar este comportamiento -como hace Javier Cercas- como una mera indiscreción del Rey, es trivializar un elemento clave en una democracia.
¿Qué le parece la idea de que se hablara del establecimiento de una Junta Militar apoyada por los mayores partidos políticos?
– Otro indicador de la enorme inmadurez de la democracia española. Si en realidad este plan existió, me parece un plan que hubiera significado el fin o un deterioro muy marcado de la incipiente democracia española.
¿Ha leído el libro de Javier Cercas sobre el golpe militar?
– Sí.
¿Qué le ha parecido?
– Cercas suele articular la sabiduría convencional del establishment liberal del país. Su tesis es la tesis sostenida también por la Monarquía. Es decir, que ya se conoce todo de lo que ocurrió y que, por lo tanto, no hay más por conocer. Esta postura me parece no sólo cuestionable, sino también un error, pues significa menospreciar la inteligencia del ciudadano normal y corriente. Me parece obvio que hay muchos elementos todavía desconocidos desde la dimensión real de la trama golpista, a lo que hizo y dijo el Rey. Es, por cierto, otro indicador de la debilidad de la democracia española que no se nombrara una Comisión Parlamentaria para analizar que es lo que ocurrió y los entramados del golpe.
Parece como si hubiera un deseo de pasar página.
– Exacto. Continúa habiéndolo y los medios de mayor difusión han jugado un papel muy importante en idealizar el comportamiento del Rey, presentándolo como el salvador de la democracia.
Sí, la interpretación que se ha dado a aquel hecho es que el Rey salvó la democracia.
– Una de las cosas que más me impresionó, desfavorablemente, de la situación política de nuestro país cuando volví del exilio fue la actitud acrítica hacia la monarquía y el vasallaje de los medios de mayor difusión hacia el Rey. Se veía que querían ensalzar al Rey presentándolo como el elemento estabilizador de la democracia española. Detrás de tal comportamiento había un intento de apaciguar a las fuerzas conservadoras y, muy en especial, al ejército y a las fuerzas armadas.
Se acentúa en este aniversario la salvación de la democracia como un hecho de una persona, el Monarca.
– Es una característica de la historiografía conservadora que siempre ensalza a los grandes hombres (y muy de vez en cuando a las grandes mujeres) como si ellos dirigieran el destino de los pueblos. Se ha dicho con excesiva frecuencia que, de la misma manera que Franco murió en la cama, la población estuvo en casa cuando el Tejerazo. Se quiere así dar la imagen de una población pasiva, resignada o satisfecha (dependiendo de si el que hace esta observación es de izquierdas o de derechas), incapaz de reaccionar. Se olvida que de 1974 a 1976 España tuvo el número de huelgas políticas más elevado (por 1.000 trabajadores) que haya existido en Europa. Franco murió en la cama pero la dictadura murió en la calle.
El mismo comentario puede hacerse en cuanto a la supuesta pasividad del pueblo español frente al golpe militar. Durante el golpe, la población no sabía nada de lo que estaba ocurriendo. Pero, los sindicatos sí llamaron a la movilización que ocurrió tan pronto se pudo convocar tal reunión. Se está dando gran protagonismo a las fuerzas políticas y ningún protagonismo a los que se pusieron más pronto, más rápido y más eficazmente a la cabeza de la protesta y defensa de la democracia. Como bien han subrayado UGT y CCOO, los primeros que se pusieron a disposición del que entonces era el que gobernaba España, Francisco Laina, Director de Seguridad del Estado y a cargo del gobierno, fueron los sindicatos de clase. Esto es conocido, pero el inefable y profundamente conservador Sr. Bono, Presidente del Parlamento, tuvo la insensibilidad de incluso no reconocerlo, no invitando a los sindicatos al acto conmemorativo del fracaso del golpe.
Pero los sindicatos no salieron a la calle el mismo día del golpe.
– Hubo una llamada generalizada por parte de todos los aparatos del Estado, tanto a nivel central como autonómico, a que la población no saliera a la calle. Soy consciente y sé de buena fuente que López Bulla, una de las mentes más claras del sindicalismo catalán y español, entonces secretario general de CCOO en Catalunya, estaba dispuesto a hacer una llamada a la movilización a los sindicatos el mismo día del golpe, pero recibió muchas llamadas, incluyendo una del Presidente Pujol insistiendo que no salieran a la calle, por temor a que el ejército lo viera como una provocación.
¿Este Sr. Bono al que usted critica fue el mismo que dijo, hace años, que su libro Bienestar insuficiente, Democracia incompleta de lo que no se habla en nuestro país le había inspirado en gran manera?
– Sí, hace ya años, pero me temo que ha cambiado mucho o que la influencia de mi libro fuera mucho menor de lo que indicaba. En realidad, es un hombre hoy claramente de derechas.
Qué es lo que usted le diría a la juventud hoy en recuerdo de aquel día.
– Les diría que nunca se olviden de los enormes sacrificios que millones de españoles han hecho para que hoy tengan la democracia que tienen. Y que se movilicen para expandir esta democracia todavía tan incompleta que nos ha producido un bienestar tan insuficiente.
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