Article publicat per Vicenç Navarro al diari digital EL PLURAL, 15 d’octubre de 2012
Aquest article assenyala les dimensions desapercebudes o ocultades pels mitjans de major difusió espanyols de la biografia del fundador del moviment ambientalista mundial, el sr. Barry Commoner. Tal investigador va analitzar científicament la realitat que l’envoltava, per tal de canviar-la, combinant el rigor de la seva recerca amb un compromís polític ignorat en les notes biogràfiques escrites arran de la seva mort. Va ser també crític d’alguns moviments i partits verds als Estats Units i a Europa per tenir escassa vocació transformadora, al centrar més en temes de consum que en les relacions de producció que configuren el poder en les nostres societats.
Ha muerto Barry Commoner, que entre las muchas contribuciones que hizo al bienestar de la población mundial, está la fundación del movimiento ecologista. Sus trabajos, como científico, tuvieron un enorme impacto en concienciar a millones de personas (tanto en EEUU, como en el mundo) de la importancia que el ser humano tenía en configurar el ambiente. Es por ello que se le considera, con razón, como el fundador del movimiento ambientalista en el mundo. Su muerte ha sido una enorme pérdida, y para mí ha supuesto la pérdida de un gran amigo. Barry era un hombre extraordinario.
Las notas necrológicas aparecidas en los mayores medios de información españoles detallaron las distintas contribuciones que Barry Commoner hizo y que afectaron positivamente a millones y millones de personas. Pero como suele ocurrir en estas notas, se resaltan sus contribuciones científicas sin tocar, o tocar muy por encima, su compromiso político. Está ocurriendo con Barry Commoner, por cierto, lo mismo que ocurrió con Albert Einstein, otro gran científico del que constantemente se ignoró su compromiso político. Estas necrológicas me recuerdan a los análisis artísticos del cuadro Guernica, de Picasso, que en sus análisis pictóricos nunca citan el contexto político que explica tal cuadro. Los dos –Barry Commoner y Albert Einstein- fueron figuras imponentes en el conocimiento científico. Ahora bien, los dos intentaban conocer el mundo para cambiarlo. Los dos estaban fuertemente comprometidos con el principio de que el objetivo del conocimiento científico era mejorar la vida de la población, participando en la aplicación de su conocimiento en cambiar la sociedad.
Conocí a Barry muy bien, pues nos unió una gran amistad. Y sé que no le hubiera gustado que en su necrológica comentara sólo su impresionante trabajo científico, pues se consideraba como un científico comprometido, activamente involucrado en el proceso de transformación de EEUU. Fue un hombre de izquierdas, lo que le llevó a enfrentarse con la estructura de poder económico y político estadounidense, apoyando y participando (y en muchas ocasiones, liderando) los movimientos de protesta.
Entre ellos hay varios especialmente relevantes para España. Apoyó activamente a las fuerzas democráticas republicanas españolas que lucharon contra el fascismo en España y en Europa dando, no sólo su firma, sino su persona a esta causa. Profundamente antifascista, apoyó muy activamente la resistencia contra la dictadura en España, habiendo sido uno de los intelectuales de EEUU más activos en este apoyo. La historia del apoyo de las fuerzas democráticas estadounidenses a la resistencia antifascista española todavía no se ha escrito, pero cuando se escriba, Barry Commoner tendrá un lugar prominente en ella.
Barry amaba a España y a Catalunya. Siempre que podía, él y su esposa venían a pasar unos días con nosotros (mi esposa y yo) en la Costa Brava. Y aplaudía que, por fin, había democracia en nuestro país, aunque era plenamente consciente de sus enormes limitaciones. Las derechas en España –decía él- continúan siendo las mismas de siempre, y enormemente poderosas. Lamento que ni el gobierno de España ni la Generalitat de Catalunya nunca le dieran gracias en nombre de la democracia española y catalana a las que él ayudó tanto. Supongo que le consideraban demasiado de izquierdas.
Barry Commoner fundó un movimiento que inmediatamente fue definido como radical y peligroso por la estructura de poder en EEUU. Los análisis científicos de su trabajo llevaban claramente a la conclusión de que las raíces de los problemas ambientales eran las relaciones de pode arraigadas en el mundo de la producción. Según Barry, la raíz del problema ambiental estaba ahí. Ello le llevó a movilizar a millones de personas que cuestionaron las estructuras dominantes en EEUU.
Predeciblemente, estas estructuras respondieron intentando desviar la atención de tal movimiento. Para este fin, promovieron movimientos ecológicos alternativos. Uno fue el movimiento maltusiano, que atribuía el deterioro del ambiente al crecimiento de la población. Según tal teoría, a más población, mayor deterioro del ambiente. Un derivado de este movimiento fue el movimiento anticrecimiento económico, que consideraba que el crecimiento económico en sí era dañino para el ambiente. Commoner mostró el error de los argumentos anticrecimiento, señalando que el problema no era el crecimiento, sino el tipo de crecimiento. Las necesidades del ser humano eran tan grandes que ello requería un crecimiento de la actividad económica, crecimiento, sin embargo, que debería ser distinto al actual, pero sería crecimiento. Sus trabajos científicos mostraban el error de las tesis anticrecimiento.
Otro movimiento que el establishment estadounidense promovió como alternativa a las posturas que consideraba amenazantes de Barry Commoner, fue el movimiento que consideraba el deterioro del ambiente resultado del deseo consumista de la población, responsabilizando a la propia población del deterioro del ambiente. Este movimiento enfatizaba y continúa enfatizando el cambio en los comportamientos individuales del tipo de consumo como la solución al deterioro ambiental. Barry mostró también en sus escritos el error de este tipo de argumentación que consideraba a las víctimas como las causantes de su desgracia (lo que en EEUU se llama “victims blaming”). Barry mostraba que en las sociedades capitalistas no es el consumo el que determina la producción (como los ideólogos del mercado asumen), sino que es la producción la que determina el consumo. Los que controlan el mundo de la producción controlan el tipo de consumo. De ahí que Barry Commoner se considerara más un rojo que un verde. Y le preocupaba mucho la deriva de los movimientos verdes en EEUU y en Europa. Apoyó a todos los movimientos verdes pero le preocupaba su fácil coaptación debido a que se estaban alejando de la solución que él creía que exigía cambios más sustanciales de los que los movimientos verdes estaban ahora considerando. La crisis actual está mostrando que mi amigo Barry llevaba razón.